En 1969 se creó el Acuerdo subregional del Grupo andino (Pacto Andino) hoy Comunidad Andina de Naciones. Se buscaba crear un sistema de integración económica, basado en una zona de libre comercio, lo que se logró más tarde. En su momento trató de ser una copia de la Comunidad Económica Europea, (CEE), creada unos años antes (1957) por idea de Robert Schuman, heredera de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) (1951), que se transformó luego en la Comunidad Europea (1993) y en la Unión Europea (UE) (2009) Originariamente buscaba ser un mercado común y una unión aduanera, pero hoy incluye no solamente normas económicas sino políticas.
Yo, entonces joven profesor de derecho internacional, saludé con optimismo la creación del Pacto Andino, que también ha evolucionado. En 1979 se crearon el Tribunal de Justicia, el Parlamento y el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores. Pasó de tener seis países miembros a tener cuatro. Hoy es anodino y afortunadamente no ha seguido las huellas de la UE.
¿Por qué “afortunadamente”? Porque la UE se ha transformado en un superestado, no porque haya una moneda común y un Banco Central Europeo, ni siquiera una nacionalidad europea, sino porque el Parlamento y la Comisión han creado un régimen ideológico “progresista” que impide que, como debe ser, los Estados partes tengan su propio origen, historia, manera de pensar y legislación y busca, en esencia, que dejen de ser independientes y, probablemente, soberanos.
La Europa moderna se ha descristianizado. Cuando se crearon la CECA y la CEE, sus fundadores -Schuman, Adenauer, De Gasperi- eran fervorosos católicos, pero hoy la UE pretende imponer las ideologías de género a los demás países y amenazan, incluso, con quitarles el derecho de voto a quienes no las acepten o las morigeren. Es el caso de las únicas dos naciones católicas que subsisten en Europa, Hungría y Polonia, a las que quiere obligar a derogar leyes que protegen la familia o porque, aunque toleran el aborto, sus leyes no son suficientemente “amplias” en concepto de la UE. A eso súmenle las políticas de refugiados y demás.
Un grupo muy agresivo dentro de la UE, capitaneado por el presidente de Francia
Macron, quiere escarmentar a algunos países con el caso de Polonia y han pensado, incluso, en su expulsión de la UE. Son de la misma estirpe de François Hollande que quería castigar al Gran Bretaña por el brexit, como si los Estados no pudieran decidir cuándo retirarse de un tratado.
El Fondo europeo de Recuperación del Covid19 fue creado en la UE como un sistema financiero para ayudar a los países que lo necesiten a salir de la crisis. En diciembre de 2020 se aprobó un “mecanismo de condicionalidad” para que esos fondos no fueran a los países que “incumplen el estado de derecho”, que es un sistema que mide la manera como los Estados europeos se comportan políticamente respecto de su población y la UE. Hungría y Polonia están muy mal calificados porque, de acuerdo con los patrones que he mencionado arriba, no atienden las recomendaciones de derogar o modificar las leyes que atañen al aborto, al matrimonio gay y demás ideas progresistas de la UE. Se ha propuesto usarlo contra ellas y tratar de atenazarles el pescuezo deteniendo esas partidas. Puro chantaje. Es lo que Candela Sande llamó una nueva forma de despotismo.
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Coda: Hace tres meses me dieron cita para renovar mi pasaporte. Acudí a ella y en 22 minutos me atendieron y al día siguiente en 10 minutos me lo entregaron. A todo señor…