Cómo le gusta decir al PSOE de España que son valientes, muy valientes. Les gusta repetir hasta la saciedad que lo suyo es el diálogo, el reencuentro, la convivencia y, por supuesto, la transparencia. No hay sitio para más virtudes políticas, pero todo muy acotado. Estas son virtudes vinculadas a la necesidad de los votos de Junts, no son virtudes que supongan un manual de actuación. Si así fuera no habría tanto desprecio hacia la mitad de los españoles que no han votado, eso dicen, a la mayoría progresista.
El PSOE está muy exquisito y asegura que ahora es el tiempo de Feijoo y que sólo cuando él fracase se iniciarán las negociaciones. Supongo que no habrá un solo español que se crea tanta cortesía, que de por bueno que ya en estos momentos no hay negociaciones, por vía directa o indirecta, con un altanero Puigdemont que sabe que de él depende la gobernabilidad de España. Habla en nombre de Cataluña cuando el PSC suma más votos que todos los independentistas y que incluso el PP obtuvo más votos en Cataluña que Junts. Equivocan Cataluña con el independentismo y, asumido esto, el gobierno en funciones, con el trabajo a la vista de Sumar, ya se está afanando en satisfacer los deseos del prófugo de obtener la amnistía y luego lo que vaya surgiendo. Sánchez tiene que ser Presidente sí o sí. Y lo será.
Ahora, buena parte del debate se centra en si la amnistía es constitucional o no, pero ese no es el debate. El debate es previo. ¿Es propio de una democracia dar por no ocurrido un golpe en toda regla a la Constitución? ¿Se fortalece el Estado democrático español diciendo que aquí no ha pasado nada para que Sánchez sea Presidente? ¿Por qué amnistía para Puigdemont y no para los socialistas condenados por los ERES? ¿Por qué? Pues porque ni Chaves ni Griñán son necesarios para el Gobierno de "progreso". ¿No es llamativo que la portavoz del Gobierno diga que en el único lugar en donde no se cumple la Constitución es en Génova 13 cuando Puigdemont no ha renunciado a la unilateralidad?
Resulta sorprendente la capacidad socialista para ver en Puigdemont un cambio de actitud cuando es la misma de siempre. Puigdemont no apoya a Sánchez, sino que ve en él y en su deseo de continuar en Moncloa una oportunidad para conseguir ahora lo que no se consiguió con el desafío a la Constitución. No hay amor, solo interés y ya se sabe que el interés puede ser un lazo más fuerte que el del amor. Por ello, porque se dan cita los intereses, habrá acuerdo, habrá amnistía, y con el tiempo lo que vaya surgiendo. Que la gobernabilidad de España dependa de poco más de 300.000 votos que pretenden desmantelar el Estado en Cataluña es asumir una responsabilidad que poco o nada tiene que ver con la valentía. Es más bien una temeridad institucional de la que los socialistas tendrán que rendir cuentas.
Apelar a los errores del PP, que sin duda son muchos, no elimina responsabilidad alguna de los demás y la que los socialistas están dispuestos a asumir no tiene comparación alguna con lo visto hasta ahora en España. Ahora lo veremos.