Pues sí, estamos en la era de la posverdad, pero un gobierno no se puede permitir jugar con las cifras para establecer una política pública. Mucho menos si se trata de la principal.
Lo que se dice que ha ocurrido en el Ministerio de Minas y Energía, dirigido por una respetable profesora de la Universidad del Valle es inconcebible, porque eso sería lo que jamás se esperaría de una profesora que llega a desempeñar un cargo tan importante. La biografía académica de Irene Vélez exhibe un número impresionante de trabajos científicos en las mejores revistas internacionales. Algo que contribuye a incrementar su respetabilidad.
Que un Gobierno le ofrezca a la opinión pública información distorsionada o falsa es inaceptable. Si algo le ha dado prestigio internacional a Colombia ante el sistema financiero internacional, ante los inversionistas extranjeros es, precisamente, el rigor que ha venido caracterizando la presentación de lo que comúnmente denominamos las estadísticas. Que recuerde la agencia responsable de los datos más básicos, el Dane, ha contado con la confianza pública.
El ingreso de Colombia a la OCDE, para situarse al lado de las principales economías del mundo, no habría sido posible si no hubiera contado con una agencia tan respetable en estas materias. Por ejemplo, que su último director hubiera sido considerado por el nuevo gobierno, de estirpe ideológica bien diferente del anterior, para que continuara al frente de la entidad, es una señal clarísima de la credibilidad que el Dane y, en este caso, su director Juan Daniel Oviedo, tenían. No sé si la ciudadanía conoce que existen fechas fijas para la presentación pública de algunos datos, para evitar que la información sea manipulada por razones de conveniencia electoral o de otra naturaleza.
La ciudadanía asistió sin un reproche a la corrección que solicitó el candidato Petro cuando consideró que los datos de la elección parlamentaria no eran correctos y que en efecto lo desfavorecían. En materia tan delicada en una semana se hizo la corrección correspondiente y la asignación de varias curules adicionales en el Senado; ello con el consentimiento de todas las fuerzas políticas. Otro ejemplo de la respetabilidad que se espera de una institución gubernamental.
Leer un titular de primera página (El Nuevo Siglo, 25 de enero) que dice: ¿Gobierno "infló" las cifras sobre las reservas de gas? La distorsión estadística la había difundido Caracol. Gravísimo porque se trataba de justificar la decisión de no suscribir más contratos de exploración. Un tema de enorme envergadura. El periódico consideró que era necesario acompañar esta noticia de un editorial contundente "El desplome de un informe". Mucho más grave que el informe se hubiera presentado con las firmas tanto de la viceministra como las de otros funcionarios que pronto se desvincularon de la autoría de ¡¡¡un trabajo mentiroso!!!
El mismo miércoles la ministra Vélez ofreció una rueda de prensa en la cual hizo afirmaciones no menos contundentes. “aquí estamos actuando con mucha transparencia, con mucha ética profesional y con mucha certeza técnica.” “Las cifras son correctas, el informe es correcto, no se le ha mentido a nadie”. Quiero creerle a la Ministra porque no puedo concebir otra cosa en una académica internacionalmente reconocida como ella. Imposible que ponga en duda su credibilidad. Si no fuera así estaría abrumado y perplejo. La veracidad es de la esencia en un gobierno democrático.