Resistencia del señor
Podría pensarse que con el anuncio de retirar las tropas de Irak, el presidente Obama ha conseguido imponer por fin su criterio ante los voraces halcones del Pentágono que pretenden solucionarlo todo con el uso de la fuerza.
Podría pensarse también que, luchando a brazo partido con ese poderoso Establecimiento de la derecha norteamericana, Obama hace méritos suficientes para que no se siga rumorando que nunca debió obtener el Nobel de la Paz.
En esa misma lógica sería plausible pensar que con semejante decisión no sólo estaría apuntalando bien su pretensión reeleccionista sino que estaría mostrando de antemano el talante de su segundo mandato basado, por completo, en la comprensión entre las culturas, la negociación y la cooperación.
Pero la realidad no es tan sencilla y las dinámicas imperiales en la historia nunca han sido tan simples.
En efecto, al mismo tiempo que decidía retirar las fuerzas de Irak, el Presidente hizo otro anuncio que pasó relativamente inadvertido pero que refleja con toda claridad tanto lo que se espera de una gran potencia como la esencia misma de la política.
En un ejercicio de máxima claridad estratégica y conceptual, Obama llegó a la conclusión de que era el momento de salir de un sitio… para entrar en otro: Uganda.
Y no sólo Uganda. Para ser más precisos, las fuerzas especiales de los Estados Unidos están desplazándose en estos mismos instantes hacia el área transfronteriza que conforman la República Democrática del Congo, la República Centroafricana, Chad y Sudán. Es decir, salen de un país, y en realidad entran en cinco.
El motivo es distinto, por supuesto, como también lo son el contexto y los factores. Pero la decisión es la misma: usar la fuerza para consolidar un propósito.
Y es un propósito bien interesante el de esta vez: ponerle fin a las andanzas de un grupo de forajidos, de terroristas inspirados en la guerra de guerrillas que van atacando la frontera de un país y del otro, sembrando la zozobra y el caos, tal como sucede también en Arauca, Cauca, Nariño y Caquetá.
Ahora, el Ejército de la Resistencia del Señor (LRA) está en la mira y comienza a ser atacado, cuerpo a cuerpo. El cabecilla Joseph Kony tiene los días contados. Como Gadafi en su momento, él no se lo cree todavía. Pero es sólo cuestión de tiempo. Las tropas están en camino.