Indignados del TLC
CON euforia sin precedentes, medios de comunicación y gobierno vociferan la decisión del Congreso de los EE.UU. de darle vía libre a la firma del Tratado de Libre Comercio con Colombia; sin embargo, en la otra orilla, la de los dolientes, existen temores sobre todo en el sector agropecuario puesto que concentra a los grupos humanos más pobres del país; y aunque salen beneficiados cultivos altos generadores de empleo; flores y banano; tampoco es nuevo para nadie que son cultivos intensivos en capital y tecnología, frente a cultivos de economía campesina como otras frutas, hortalizas, verduras y ganadería. Son estos cultivos los que se creen tienen más oportunidades según los fiesteros; pero cómo se solucionan problemas como las restricciones sanitarias, los subsidios en EE.UU., de los más altos del mundo, la poca tecnología en Colombia para productos de economía campesina, la infraestructura vial y de servicios de comercialización como acopio y redes de frío adecuadas aún es baja en zonas campesinas. Las vías terciarias en Colombia también están arruinadas y las primarias, mal trazadas y no responden a unos mínimos de normas técnicas, además están hechas con demasiados ahorros que las hacen de muy baja durabilidad en gran parte por la corrupción y pésima ingeniería colombiana.
El área rural colombiana no está preparada tampoco tecnológicamente, como sí lo estuvo con algunos inconvenientes, la de países como Perú, Chile y México. La economía campesina no recibe tecnología adecuada para ladera, sabanas y zonas de riesgo, y la inversión en ciencia, tecnología e innovación a pesar del esfuerzo del actual gobierno sigue siendo baja, 10% de las regalías equivale a 200.000 millones aproximadamente (100 millones de dólares), el 10% de lo que gastó hace 12 años una multinacional de bebidas para posicionar uno de sus productos en el mercado de China. Si la mayor oferta alimentaria del país proviene de los pequeños productores, ¿por qué no reforzar la investigación en cultivos de economía campesina? De otra parte los actuales sistemas de producción agropecuaria no son viables, excesivos en el uso de insumos de síntesis, altamente contaminantes de los ecosistemas naturales que se incrementan con el precio del petróleo, pero que no bajan cuando este baja.
El TLC va a consolidar a Colombia como un país exportador de algunas materias primas y recursos naturales y no como un productor integral, exportador de tecnología, conocimientos y productos con valor agregado. No tenemos estudios serios diferentes al de Ibarra que nos orienten en los gustos y preferencias de los consumidores norteamericanos en materia alimentaria. El país debe prepararse y favorecer la ciencia y tecnología para exportar enzimas, colorantes naturales, proteínas, almidones modificados, insumos orgánicos, confituras, productos elaborados y fitosustancias provenientes de nuestra gran biodiversidad. Sólo el 10% de nuestra papa recibe algún nivel de transformación y seguimos importando agroquímicos que contaminan nuestros suelos, aguas y aire, las variedades de granos son casi las mismas de hace 20 años y lo poco realizado en investigación aplicada en leche, quesos y algunos cereales lo ha hecho fundamentalmente la empresa privada, sin desconocer el trabajo de algunos centros de investigación como Corpoica. Si seguimos pensando con euforia que nuestra meta es exportar materias primas y recursos naturales, estaremos condenados al subdesarrollo.