Según la astrología védica, 2022 empieza con Venus retrógrado en Sagitario, por lo cual, “reencuentros con nuestra historia, nuevas oportunidades, pero también cierres, pueden marcar la tendencia”. Además, “al ubicarse en un signo de fuego, Venus reactivará la necesidad de transformación y la búsqueda de nuevos viajes y aventuras. Reuniones y resoluciones de conflictos con amistades y seres queridos podrían suceder”. Si nada extraordinario provoca una disrupción en el orden del cosmos (la redundancia es intencional), tras haber retrocedido en Sagitario, Venus volverá a Capricornio, con lo que dará “una energía más práctica, terrenal y concreta al amor”, que hallará “satisfacción final” cuando el planeta ingrese a Acuario, a finales de marzo.
Dicho esto -lo que quiera que esto signifique-, habrá que ver qué pasa, no sólo con Venus -que ya se sabe más o menos para dónde va-, sino con el mundo, que sería uno muy distinto si su suerte sólo dependiera de los designios estelares. Como, por gracia (o desgracia) de Dios, ésta depende también de los designios de los hombres, discurre casi siempre por caminos más sinuosos e imprevisibles, e incluso más arcanos de lo que puede anticipar cualquier astrología.
Habrá que ver qué pasa con la “bipolaridad” entre Estados Unidos y China, que tiene a tantos analistas y estrategas completamente embelesados. Ahí está Rusia, por un lado, reivindicando lo que considera que es suyo y exhibiendo lo que tiene; y por otro, varias “potencias medias”, con perspectivas no sólo regionales, poniendo en entredicho lo que quizá sea un espejismo, un error de óptica que podría tener implicaciones copernicanas -mejor dicho, galileanas- a la hora de explicar la política internacional.
Habrá que ver con qué glosario y con qué lista de acrónimos se empieza a resolver el crucigrama geopolítico. Alianzas/Coaliciones/Ententes. Asociaciones estratégicas. Zonas de influencia. Neutralidad/Neutralización. Disuasión. Contención. Alineamiento. Autonomía. Dependencia. Líneas rojas. Compartimentación. Carrera. QUAD, AUKUS, BRI, B3W, CSTO. En algunos casos, será como echar vino nuevo en odres viejos... a riesgo, naturalmente, de que acaben reventados.
Habrá que ver qué autor encuentran algunos personajes. La Unión Europea, post-Brexit, post-Merkel, y, entretanto leyeno-borrelliana (¡vaya consuelo, magro y disonante!). Los brasileros, tras lo que ha podido ser una desabrida mojiganga, que ojalá no preludie otra comedia. La oposición venezolana, que sigue atascada en un eterno bucle, que muchos hallan, paradójicamente, confortable. Chile, cuya trama es hoy un “acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”, parafraseando a Churchill, y no sólo por cuenta de Boric, y más allá de sus afinidades ideológicas. Y Colombia, por supuesto, que merece un libreto mejor -sobre su pasado, su presente y su futuro- que aquel que algunos quieren imponerle, desde una y otra orilla, e incluso desde el centro.
Habrá que ver… Ojalá bastara consultar los astros, seguir su trayectoria por las constelaciones. Pero, para bien o para mal, tratándose de los asuntos del mundo, como le dijo Casio a Bruto, según Shakespeare: “La culpa no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores”.