Blackberry no venderá sus teléfonos en Japón | El Nuevo Siglo
Viernes, 8 de Febrero de 2013

El grupo canadiense BlackBerry anunció que decidió no comercializar de forma inmediata sus nuevos teléfonos en Japón, donde su tasa de penetración es mínima, pero desmintió querer retirarse del país asiático como anunciaron medios locales.

 

"No hemos anunciado un plan para lanzar el BlackBerry 10 en Japón", declaró a la AFP un portavoz de la empresa, añadiendo que este país "no se encuentra entre nuestros mercados prioritarios".

Sin embargo, al contrario de lo que afirmó este viernes el periódico económico japonés Nikkei, BlackBerry no contempla retirarse completamente del archipiélago.

 

La compañía "continuará suministrando servicios BlackBerry y una ayuda sostenida a los clientes japoneses, tanto a particulares como a empresas", subrayó el portavoz.

Los dispositivos BlackBerry se comercializan en Japón para los profesionales desde 2006 a través del primer operador local, NTT Docomo, el mismo que empezó a ofrecérselo a los particulares en 2008.

"BlackBerry aprecia su relación constructiva con NTT Docomo, un socio fiable, y continuará ayudando sus ventas en Japón", afirmó el portavoz del grupo, que hasta el pasado 30 de enero se llamaba Research in Motion (RIM).

 

Sumido en grandes dificultades económicas, el grupo canadiense lanzó la semana pasada sus dos nuevos teléfonos inteligentes, el Z10 y el Q10, así como un nuevo sistema de explotación, el BB10.

BlackBerry sólo posee un 0,3% del mercado nipón, contra el 5% que llegó a tener hace poco tiempo, según cifras de la consultora IDC.

En estos últimos meses, las ventas de teléfonos inteligentes en Japón han progresado a un ritmo anual del 40% al 50% hasta llegar a los dos millones de unidades por mes. Sin embargo, el número de dispositivos BlackBerry vendidos no supera las pocas decenas de miles, según Nikkei.

 

Por otra parte, el periódico económico explicó que BlackBerry se enfrenta a otras dificultades para comercializar sus dispositivos en el archipiélago como, por ejemplo, las costosas modificaciones del software para adaptar sus productos al complejo sistema de escritura japonés, que requiere la conversión de fonemas en ideogramas.