Colección Torlonia, tras 300 años, vuelve a ver la luz en Roma | El Nuevo Siglo
A una restauración escrupulosa de la cual se ha hecho cargo la Fundación Torlonia junto con la firma de joyas Bulgari se sometieron las 90 esculturas que se exhibirán desde esta semana en Roma
Foto AFP
Lunes, 12 de Octubre de 2020
Redacción internacional con AFP

Para las restauradoras de la espléndida Colección Torlonia, el mayor conjunto privado de obras greco-romanas en mármol del mundo, ha sido como acariciar la belleza.

En un céntrico taller, en el corazón de Roma, han trabajado sin cesar tres jóvenes restauradoras para la primera exhibición de la colección en medio siglo. 

Han descubierto sus magníficas formas y les han devuelto su deslumbrante blancura.

Entre piezas imponentes, algunas de dos metros de altura, y decenas de bustos imperiales esculpidos, resaltan los sarcófagos decorados y los animales mitológicos con sus cuernos.


En un céntrico taller, en el corazón de Roma, han trabajado sin cesar tres jóvenes restauradoras para la primera exhibición de la colección en medio siglo


Se trata de las 90 piezas que serán expuestas a partir del 14 de octubre en la capital italiana. Una selección representativa de un total de 620 piezas magistrales y de importancia histórica perteneciente a la noble familia Torlonia, que las fue adquiriendo entre los siglos XVIII y XIX. 

Las 90 obras seleccionadas han sido sometidas a una restauración escrupulosa de la cual se ha hecho cargo la Fundación Torlonia junto con la firma de joyas Bulgari.

La calma reinaba en ese espacio mágico del centro de Roma antes de la inauguración, prevista para abril, pero que tuvo que ser pospuesta por la pandemia de coronavirus hasta octubre.



Las puertas del prestigioso museo de la alcaldía de Roma, los Museos Capitolinos, se abrirán al público a partir del 14 de octubre para su exhibición y gracias a un acuerdo con el ministerio de Cultura italiano deberá nacer un museo permanente.

Se espera que la exposición pueda viajar luego a varios prestigiosos museos de América y Europa antes de encontrar su lugar permanente en la capital italiana.

En medio de la belleza

Desde hace cuatro años, Valentina Raciti dedica buena parte de sus jornadas a limpiar manos, cabellos, rostros y mantos así como figuras mitológicas.

Sentada en un pequeña silla, armada de guantes anaranjados y una esponja impregnada de carbonato de amonio, acaricia prácticamente a una mujer en mármol que yace sobre una lápida que sujeta en la mano una corona doblada.

"Es de una belleza impresionante. La acabo de limpiar", confiesa la restauradora mientras indica la misteriosa mirada de la escultura, cuyos ojos abiertos transmiten una suerte de afecto."Parece que habla", dice.

La romana Elisabetta Lulli, una veterana restauradora formada en la prestigiosa escuela de Roma, señala una de las obras más importantes que serán expuestas: la estatua griega "Il caprone in riposo" (Carnero reposando), retocada nada menos que por el célebre escultor barroco Gian Lorenzo Bernini.



"Se pueden observar las restauraciones precedentes, casi como en un libro de historia. Es que en la antigüedad trataban de esconderlas, en cambio ahora se dejan visibles" como documentación, explica. 

La influyente familia romana, célebre por su cercanía a los pontificados durante varios siglos, fue adquiriendo en el curso de la historia importantes obras de arte, esculturas de mármol preciosas, algunas únicas.

Entre ellas la curiosa "Tazza Cesi", una enorme taza cuya factura especial resalta por sus tres patas del león y sus delicadas hojas de vid, que fascina con su delicada elegancia.


La influyente familia romana, célebre por su cercanía a los pontificados durante varios siglos, fue adquiriendo en el curso de la historia importantes obras de arte, esculturas de mármol preciosas, algunas únicas.


"Esta es una colección particularmente interesante. Todas las intervenciones hechas en los años pasados las hemos integrado para así conocer la historia de la obra, porque forman parte de su historia y no se retiran", asegura Kine Settimi, encargada de documentar gráficamente ese proceso gracias a un meticuloso trabajo.

 Colección de colecciones

Como los pontífices y los cardenales de la época, la familia Torlonia, cuyas propiedades aún se pueden admirar en Roma y sus alrededores, competía para hacerse con la pieza más bella y contar con perlas del arte.

"La Colección Torlonia constituye un patrimonio extraordinario, un conjunto de obras excepcionales que da fe del coleccionismo de antigüedades", reconoció recientemente el ministro de Cultura, Dario Franceschini. 

Entre las piezas más valiosas que serán expuestas figura la escultura en bronce dedicada a Germánico, el destacado general del imperio romano, miembro de la dinastía Julio-Claudia.

"En un museo las piezas inconclusas se mantienen como tales, en una colección privada se solían completar por grandes artistas, como ocurrió con Bernini", explicó la veterana restauradora y arqueóloga Anna Maria Carruba.



La experta en bronces antiguos dedicó mucho tiempo a la deslumbrante figura grisácea de unos dos metros de Germánico, cuyo físico atlético, con el pecho fornido y hermosas nalgas conoce como a sí misma.

"Sólo tocarla es emocionante", confiesa.

La exposición de la llamada "colección de colecciones", que rivaliza en majestuosidad con la del Louvre o la del British Museum, permanecerá abierta hasta el 29 de junio del 2021.

Origen

La colección se remonta al siglo XVIII. Su fundador fue Marino Torlonia, un sirviente del cardenal Troiano Acquaviva d’Aragona que recibió la fortuna de éste en herencia. Torloni creó con ella una exitosa industria textil que le impulsó a meterse en actividades financieras.

Un préstamo al papa Pío VI le hizo ingresar en la nobleza con la concesión de un ducado y sus descendientes se las arreglaron para ampliar el patrimonio familiar y, lo más importante, conservarlo en su poder frente a la invasión napoleónica.

En 1814, Pío VII concedió a Giovanni Torlonia Raimondo el título de príncipe y, así, el apellido Torlonia se situó al mismo nivel que otros ilustres, como Colonna, Orsini o Borghese. Curiosamente, los problemas que surgieron en el negocio financiero decidieron a la familia reorientar sus inversiones hacia la compra de tierras y de arte.

Esto último, aprovechando que otras sagas se vieron obligados a desprenderse de su patrimonio monumental. Así, las obras de los Orisini, Cesarini, Caetani-Ruspoli, Giustiniani, Albani, Cavaceppi y otros muchos pasaron a manos de los Torlonia.


Su fundador fue Marino Torlonia, un sirviente del cardenal Troiano Acquaviva d’Aragona que recibió la fortuna de éste en herencia.


Buena parte de ellas no fueron compradas explícitamente, sino que se encontraron y desenterraron en las múltiples fincas que adquirieron; baste, como ejemplo, decir que en esas propiedades se ubicaban las antiguas ciudades etruscas de Cerveteri y Vulci, auténticas minas arqueológicas.

Con tanto material, el hijo de Giovanni Alessandro Torloni fundó un museo privado en 1859 que reunía un centenar de bustos romanos, tanto de eṕoca republicana como de imperial: un conjunto que muchos expertos consideran superior al de los Museos Capitolinos o al del Vaticano mismo.