Cuadros de Vasarely en una batalla judicial interminable | El Nuevo Siglo
LAS CEBRAS de “Zebres-A” parecen latir y temblar e incluso patear hacia el observador. /Foto: Vasarely Foundation/Foto: Fabrice Lepeltier
Viernes, 2 de Agosto de 2024
Redacción Cultura con AFP

EL DECOMISO en Puerto Rico de un centenar de cuadros del artista franco-húngaro Víctor Vasarely (1906-1997), padre del op art, ha desembocado en una dura batalla legal en Francia, cuyas autoridades judiciales reclaman el retorno de las obras.

Vasarely (su nombre de nacimiento era Vasarhelyi) ganó fama mundial con sus cuadros de formas geométricas con efectos ópticos.

Su obra en los años 60 y 70 tenía tanta repercusión como la de Pablo Picasso o Salvador Dalí, y a su muerte en 1997 donó cientos de obras a la fundación epónima abierta en 1971 en Aix-en-Provence (sureste de Francia).

Sus obras de colores vivos inundaban por entonces la cultura popular: relojes, vasos, una funda de disco de David Bowie, el rombo de la marca automovilística Renault y más.

El artista abstracto entonces en sus sesenta y tantos, vio cómo sus pioneros diseños geométricos e hipnotizantes ilusiones ópticas representaban a su generación.

Los dibujos cuidadosamente calculados de Vasarely, de cuadrados brillantes y círculos luminosos que hacían que las superficies de sus pinturas parecieran retorcerse en el espacio y en el tiempo unas veces onduladas y cóncavas, otras giratorias y convexas eran muy demandados.

Tanto así que el fabricante de automóviles Renault le contrató para rediseñar el famoso logo de la compañía.

Batalla legal

Cuando Vasarely murió, su nieto Pierre, actual presidente de la fundación, fue designado único titular del derecho moral sobre toda su obra.

Pierre Vasarely es hijo del primer matrimonio de Jean-Pierre, conocido como Yvaral (1934-2002), artista como su padre Víctor.

Yvaral se casó en segundas nupcias con Michèle Taburno, que acabó instalándose en Puerto Rico tras llevarse numerosas obras de Víctor Vasarely.

El nieto Pierre acusó a Michèle Taburno de haber expoliado a la fundación de Aix-en-Provence en su beneficio.

“El caso no tiene nada de penal”, estimó uno de los abogados de Michèle Taburno, Jean-Jacques Neuer. Por lo cual, “se reduce a una enemistad triste entre un yerno y la segunda esposa de su padre”.

“No es en absoluto una cuestión de sucesión. El objetivo es recuperar el patrimonio de la fundación disperso por todo el mundo”, replicó Juliette Lévy-Bissonnet, abogada de Pierre Vasarely y de la fundación.

Fue en ese contexto que se produjo en abril de 2023 el allanamiento por parte del FBI de la Fundación Michèle Vasarely en Puerto Rico.

En un informe actualmente cuestionado por la defensa, un experto denunció las condiciones de almacenamiento poco respetuosas ni profesionales de las obras y estimó que la fundación no se parecía en absoluto a una fundación destinada a la promoción de la obra de Victor Vasarely.

Michèle Taburno, de 83 años y principal sospechosa, fue acusada de abuso de confianza y blanqueo de capitale. Las obras siguen retenidas, a la espera de la resolución del caso.

Herencia

Inicialmente la herencia Vasarely fue motivo de un arbitraje. En 1995, el consejo de administración de la fundación radicada en Aix-en-Provence concluyó que Víctor Vasarely habría donado demasiadas obras a la entidad y perjudicado a sus hijos.

Cerca de 400 obras son retiradas de la fundación para compartirlas entre los herederos. Pero este arbitraje fue definitivamente anulado por la justicia civil francesa en mayo de 2014.

La corte de apelación de París lo comparó con un simulacro de los herederos Vasarely para favorecer sus intereses particulares, según documentos judiciales consultados por AFP.

Es por eso que, desde hace más de un año, Taburno lucha por recuperar sus obras. Pero el pasado 4 de julio la corte de apelación de París consideró las incautaciones del FBI “perfectamente proporcionadas”.

“Su objetivo es preservar estas obras (...) ya que está demostrado (...) que Michéle Taburno ha vendido varios cuadros y que no garantiza su conservación”, concluye la decisión.

Además, los jueces instructores han justificado la incautación de las obras para proceder a su traslado a Francia ya que constituyen “elementos de prueba”.

No obstante, Taburno obtuvo una victoria en un punto: la anulación de una audiencia de agosto de 2022 por un defecto de procedimiento.

Exposición

Una gran exposición dedicada a Vasarely en el Centro Pompidou de París, Francia, a principios de este año, recopiló más de 300 pinturas, dibujos y objetos de Pop Art que definen su extensa carrera como la de un innovador incansable del arte abstracto del siglo XX.

Entre el vertiginoso inventario de imágenes recogidas por la muestra hay un trabajo formativo en tinta sobre papel que destaca por ser una pieza clave de una de las imaginaciones más subestimadas de la historia cultural moderna.

Creado en 1938, cuando Vasarly todavía estaba labrando su carrera como diseñador gráfico en París (había completado una década antes sus estudios en la escuela de arte de la Academia Muhely en Budapest, Hungría), la obra pertenece a una serie de estudios sobre el movimiento muscular y las marcas hipnóticas de la cebra, el équido africano.

Las cebras de “Zebres-A” (1938) parecen latir y temblar e incluso patear hacia el observador, más allá de la superficie de la imagen, retrocediendo hacia el espacio vacío desde el que emergen milagrosamente.

Al efecto dislocado del caos cuidadosamente controlado de Vasarely se suma la sorpresa de ver cebras en una obra de arte.

En el Arca de Noé que es la historia del arte, es el caballo el animal que tradicionalmente ha llamado nuestra atención en las paredes de museos y galerías, desde la Edad de Piedra hasta la actualidad (la cueva de Lascaux, Napoleón a caballo o el Guernica de Picasso son algunos ejemplos).

Rayas y estrellas

Siguiendo el crecimiento de la imaginación de Vasarely, que emerge en el curso de cientos de trabajos reunidos en siete salas de esta enorme exposición, uno aprecia que la deslumbrante piel de las cebras fue una revelación para el artista.

Las primeras obras figurativas de autómatas sin alma con forma de maniquí que habitan paisajes urbanos desocupados parecen estáticas en comparación, y muestran cómo el joven artista estaba buscando un lenguaje prestado del surrealismo y el constructivismo para algo que representara su propia forma de ver el mundo.

Cada obra de Vasarely después de las cebras parece infectada por esa epifanía muscular.

Durante y después de los años de guerra, Vasarely se encontró inevitablemente atraído hacia sus cebras hipnóticas, obsesionado con la literatura científica de las primeras teorías ópticas.

Enlazando y desenlazando las rayas blancas y negras del animal, la asombrosa representación de dos cebras peleándose luce extrañamente frente a nuestros ojos.