Desprenderse de la sombra de Gabo es una tarea titánica: Botero | El Nuevo Siglo
Hay quienes dicen que el libro es una autobiografía, pero no lo es del todo, aunque ciertamente se incluyen fragmentos de mi vida: Juan Carlos Botero.
ENS-Alex Londoño
Domingo, 25 de Septiembre de 2022
Redacción Cultura

Juan Carlos Botero demuestra una elocuencia creativa, como si tuviera una enciclopedia abierta en su cabeza. Conversando con el escritor se puede percibir a simple vista su pasión por la literatura, su amor por el arte y una amplia capacidad de hilar momentos e ideas y plasmarlos en sus libros, lo cual quedó evidenciado, de nuevo, en su más reciente obra, “Los hechos casuales”.

Es hijo del escultor y pintor Fernando Botero y autor de grandes apuestas como “Las semillas del tiempo” (1992), “Virgilio Barco y los medios de comunicación” (1994), “Las ventanas y las voces” (1998), “La fiesta y otros cuentos” (2002), “La sentencia” (2002), “El arrecife” (2006) y “El arte de Fernando Botero”.

Confiesa que en “Los hechos casuales” hay algunos episodios de su propia vida que le sirvieron de catarsis, de despojo y de exorcismo.

EL NUEVO SIGLO: ¿Por qué escribir un libro sobre los hechos casuales de la vida?

JUAN CARLOS BOTERO: Porque cuando tomas conciencia de las consecuencias tremendas que pueden tener eventos de apariencia menor y de cosas tan triviales y fortuitas llegas a una conclusión: que los hechos insignificantes no existen, y lo que me interesa en este libro es poder enfocar la mirada en la cadena de momentos. Yo había escrito otra anterior, “Las semillas del tiempo”, que buscaba enfocarse en los momentos específicos que ocurren en la vida, que están cargados de significado y de intensidad y que por momentos muy fugaces revelan aspectos fundamentales de la condición humana. En esta ocasión me interesa ver cómo los eventos están encadenados en un efecto dominó y lo que me llamaba la atención de la novela era comprobar la fragilidad y delicadeza del personaje principal, Sebastián Sarmiento, a quien le han ocurrido muchas cosas buenas y malas, pero todas obedecen a una serie de hechos casuales.

ENS: ¿En el libro usted habla de su vida, es decir, es una autobiografía?

JCB: No exactamente. Hay quienes dicen que es una autobiografía, porque ciertamente hay algunos fragmentos, episodios de mi vida. Allí está plasmada la vida de uno como autor, que tiene el derecho de crear una obra literaria, de utilizar todos los recursos y todo lo que esté al alcance de nuestras manos y plasmarlo en un texto; colocar todo lo leído, las películas vistas y que al final sea un resultado original y propio. Es válido usar tus propias vivencias y eso me parece acertado, así no sean exactamente como ocurrieron, solo el hecho de haberlas vivido le da cierta veracidad y cierta intensidad a lo narrado. Yo tenía varias experiencias en el pasado, cosas muy duras de la vida; secuestros, muertes, amenazas e incluso tuve que irme el país, así como también he vivido episodios muy buenos, pero todo eso me llevó a sacarlo, a hacer una especie de exorcismo, de catarsis, y eso logro a través de los libros, a veces no tan textualmente, sino enmascarado, un poco cambiando las cosas, quizás dramatizando para lograr el efecto literario. Ayuda mucho a quitarse tantas cosas, es como un efecto terapéutico.

ENS: ¿Cuánto tiempo le llevó conectar todas sus vivencias y plasmarlas en un libro?

JCB: Por lo menos ocho años. Cuando comencé a escribir esta novela lo único que tenía claro era una de las imágenes finales. A partir de ahí empecé a investigar sobre esas personas que están en ese contexto, saber por qué están ahí; comienzas a descubrir un mundo de posibilidades y te equivocas mil veces, borras y vuelves a escribir. Finalmente terminé la novela completamente y cuando ya estaba para publicar llegó la pandemia. Lo positivo es que aproveché ese tiempo para reescribirla en su totalidad y me ayudó mucho porque pude pulirla e hice una nueva versión mucho más digna de la historia.

ENS: ¿En qué aspectos ha cambiado la literatura colombiana en estos últimos años?

JCB: Vivo muy orgulloso de la literatura colombiana actual, me parece que refleja una salud maravillosa, una gran vitalidad. Cuando comencé a escribir tuve la gran suerte de contar con figuras literarias muy relevantes, escritores norteamericanos que hablaban de realidades similares a las nuestras, y en nuestro país había muy pocos autores colombianos, aparte de Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis. Hoy en día hay una multitud de escritores, de todos los estilos y con todas las temáticas, tendencias y me encanta eso, me parece muy importante. Todos los escritores contemporáneos somos muy diferentes, todos tenemos estilos distintos, inquietudes, posiciones políticas desiguales, pero todos tenemos un elemento fundamental y es que no somos ‘garciamarquianos’. Haberse desprendido de la sombra de Gabriel García Márquez fue una tarea titánica, porque él fue un escritor tan grande, tan extraordinario, tan abrumador, que prácticamente anuló generaciones posteriores. Entonces logramos desprendernos de él utilizando toda su riqueza, aprovechando su estilo, agradeciendo sus aportes.



ENS: ¿En qué se diferencia de otros escritores?

JCB: Tendría que leerlos a todos para saberlo, pero lo mío es la prosa. Me gusta que mis ideas sean transparentes, amenas, que sea algo que se pueda defender con dignidad en 20 o 100 años. Para mí el objetivo de un escritor no es solo escribir libros sino perdurar en el tiempo. Una vez me dijo un profesor en la universidad: si los artistas fueran conscientes de que sus obras interrumpen la vida de los demás habría menos obras banales. Es cierto, porque con tus textos estás interrumpiendo la vida de las personas que te leen; entonces tienes que justificar eso, tienes que entregar algo que sea verdaderamente de calidad y le aporte algo a la vida de esas personas.

ENS: ¿En qué momento descubrió que le gustaba escribir novelas?

JCB: Tuve la suerte enorme de descubrir temprano mi vocación. Los escritores se descubren gracias a otros autores y eso les pasa a muchos. Yo estaba estudiando Ciencias Políticas, pero de repente empecé a leer “Héroes y tumbas”, de Ernesto Sábato, y a partir de ahí me dediqué a escribir.

ENS: ¿Hay algo en la vida de lo que se arrepienta?

JCB: Sí, de muchas cosas, pero eso tuvo un aprendizaje en mi vida. Para mí cada instante literalmente es sagrado, porque debemos ser conscientes de que esta vida es muy limitada y tenemos la oportunidad de cometer errores, de aprender, de vivir, de amar, de llorar, disfrutar, explorar, iluminar. Soy consciente de que esos errores hacen parte de mi vida, me han conducido hasta donde estoy ahora y eso es lo que dice la novela. Cada error y decisión te llevan a otra situación, a comprobar la fragilidad del personaje, que en este caso es consciente de que todo lo que ha pasado es por hechos casuales. Creo que todos tratamos de eliminar el peligro de nuestras vidas y nos cargamos de cosas que aumentan la seguridad, impiden los accidentes y demás cosas que al final son una falacia, un espejismo.

ENS: ¿Cuál es su siguiente paso?

JCB: Estoy en un proyecto de publicar mi tesis universitaria, que escribí sobre Gabriel García Márquez, proponiendo una manera nueva de explorar el proceso de formación de un novelista, que se llama “Las zonas de influencia”. También estoy trabajando en otra novela y tengo un proyecto de un libro corto hablando de mi padre. Quisiera dar a conocer esa dimensión que tuvo en medio de su pobreza; es una faceta tan bella, tan conmovedora, que me gustaría que la gente conociera.