"Dictadura del click, lo peor que le pasa al periodismo": Caparrós | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 6 de Mayo de 2018
Vivián Murcia G.*

MARTÍN Caparrós (Argentina, 1957) es un hombre incómodo. Ha sido incómodo para los políticos de Argentina, para el Rey de España, para el Papa y un largo etcétera de personajes públicos a los que ha cuestionado. Pareciera normal ser incómodo cuando se es un periodista, al final, en la facultad lo que se enseña es que el periodismo -eso que uno pasa cinco años estudiando- es el contrapoder. Lo curioso es que cuando hay una reunión de periodistas, Caparrós también resulta ser incómodo.

Tengo la impresión, y las evidencias, de que  muchos periodistas están satanizando a las redes sociales. ¿Usted las ve útiles para el periodismo?

A mí me sorprende la especie de desconfianza y rechazo contra las redes. Yo uso Twitter porque me sirve para el trabajo, pero no uso mucho las demás redes. En cualquier caso, me parece que son un instrumento y los instrumentos se usan para distintas cosas. Es como si condenaras al cuchillo porque puede usarse para degollar gente y muchos otros lo usan para cortar la comida.

Hay una resistencia a las redes sociales porque les han quitado el poder de concentrar la información a los grandes medios. ¿Siente que las redes sociales son un peligro para el periodismo?

 No. A mí me sirven para consumir mejor periodismo. Yo uso mucho Twitter para saber dónde hay buenos artículos, para llegar a ellos. Echar la culpa a las redes sociales es una forma de justificar el mal periodismo. No me parece que porque todo el mundo tenga una sartén los grandes chefs se vayan a preocupar por el deterioro de su oficio. Hay una especificidad en nuestro trabajo (el periodismo) que otras personas no saben hacer, así, como otros saben hacer muchas cosas que nosotros no. Quizás, los que se preocupan es porque no creen que sepan hacer nada original y, efectivamente, si creen que el periodismo consiste en dar tres datos a los que llaman información y pegotearlos sobre un espacio en blanco o contarlos con mala prosa, efectivamente, se ven amenazados. Cualquiera que haga un periodismo un poquito bueno, sabe que hay algo particular que no está en riesgo.

 

Le han calificado de 'ingenuo' en este congreso por creer que cuando hablamos de periodismo no deberíamos hablar de dinero. ¿Deberíamos vetar el tema del dinero los periodistas?

A mí me sorprende que desde hace unos años no hay encuentro, congreso o festival de periodistas en el que no se hable del producto, de la financiación, del mercado y una cantidad de cosas en las que yo, en los 30 años anteriores en los que he hecho periodismo, nunca había escuchado hablar en estos ámbitos. Soy necio, me parece que sí es importante cómo se financia lo que hacemos, pero no al punto en que pase a ser la cuestión principal. Si los periodistas se reúnen para charlar deberían hablar de cómo hacemos lo que hacemos, cuáles son nuestras herramientas, nuestras maneras.

Pero le critican que usted no se queja de dinero porque publica, entre otros, en el 'New York Times' o en 'Anagrama'.

Bueno, pueden decir lo que quieran. Yo tengo ahora publicados libros sobre el trabajo que hice, por ejemplo, en los años ochenta y noventa cuando no conocía ni a Anagrama ni al New York Time', cuando trabajaba en revistas que sacábamos entre cinco amigos y, de todas maneras, hacía esos trabajos porque ya, desde entonces, era caprichoso y estaba ya convencido de que valía la pena hacer buen periodismo. 

Entonces, ¿cree que con la calidad se puede hacer un periodismo sostenible?

Sí, claro. Por supuesto, hay que encontrar las maneras de sostenibilidad y estas cambian con el tiempo. Durante buena parte del siglo XX, los medios se sostuvieron consiguiendo dinero de las grandes empresas que publicitaban en ellos, los Estados también ponían propaganda en ellos, entonces, esos medios, ahora tratan de convencernos de que otras formas de financiación no son pertinentes. Hay medios que por, justamente, hacer bien su trabajo, consiguen dinero de otro tipo, bien de su público, que es la manera más directa y más correcta o de fundaciones internacionales.

En este Congreso se siente una nostalgia por ser el gatekeeper de la información, es decir, aquel periodista que seleccionaba qué debía salir y qué no en un periódico. ¿El periodista ha perdido ese poder?

Seguramente uno de los grandes cambios que trajo al periodismo la tecnología reciente es que es mucho más fácil publicar lo que uno hace. En los años ochenta yo publicaba revistas con unos amigos y era muy complicado: había que conseguir dinero para comprar papel, conseguir una fotocomposición, llevarlo a imprenta, pagar la distribución... era un proceso muy caro, con lo cual, se iba muchísima energía y muchos quedaban, o quedábamos, agotados en el camino, ahora es infinitamente más fácil. La cuestión es que si lo que uno escribe es malo no lo leerá nadie y si es bueno tiene la posibilidad de que circule mucho más rápido y por todo el mundo.

¿Cree en el periodismo ciudadano?

No he visto grandes resultados de este periodismo, me parece muy bien que todos tengan la posibilidad de publicar de algún modo y que se pueda ver lo que escriben y demás, pero no he visto grandes resultados.

¿Qué le falta al periodismo de hoy?

Hablar del periodismo es falso. Siempre hubo buenos y malos periodistas, buenos medios y malos medios. Supongo que, ahora, el gran cambio tiene que ver con que apareció algo de lo que la prensa escrita se había salvado durante toda su existencia: el rating. Hasta ahora, estábamos exentos de caer en esa lógica espantosa porque no había forma de medir efectivamente el rating como se mide en la televisión y, aunque menos, también en la radio. Ahora, se puede medir segundo a segundo y muchos caen en la tentación de trabajar para la famosa 'dictadura del clic', eso es lo peor que le está pasando al periodismo. Quiero creer que algunos medios ya se están dando cuenta de que al publicar cualquier porquería, simplemente porque atrae clics, lo que están haciendo es escupir para arriba, tirar piedras sobre el propio tejado del periodismo.

También han estado en desacuerdo con usted por creer que en el periodismo caben los elementos narrativos. Es decir, que no se puede dar una información descriptiva como «ellos miraban a su víctima con odio» porque el periodista no tiene constancia de que esa mirada sea odio

Lo que no se puede hacer en periodismo es inventar cosas. El pacto de lectura es lo que diferencia a la ficción del periodismo. Cuando le dices al lector “estoy haciendo periodismo” es porque esas cosas que digo, esa descripción de la mirada de odio, por ejemplo, es porque las averigüé y me he fiado de mis fuentes. Luego viene en cómo cuentes las cosas. Si lo haces de una manera narrativa o no, pero esa es una posibilidad del periodismo. Si de algún modo averiguaste que esa mirada era de odio pues das por válido ese testimonio.

¿Qué decirle a los jóvenes periodistas para que no mueran en el intento?

Que estén dispuestos a morir en el intento.