Ejecutivos ven Carnaval de Rio en palco VIP | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Febrero de 2013

En bermudas y camiseta, los grandes ejecutivos de las multinacionales ven pasar, copa de champán en mano, las bellísimas mulatas de las favelas que reinan por una noche en el carnaval de Rio de Janeiro con sus plumas y accesorios dorados.

El Sambódromo de Rio es como un estadio de fútbol, con sus incómodas gradas de hormigón a lo largo de la avenida para más de 72.000 espectadores, pero también con lujosas salas VIP que compiten por congregar a políticos, estrellas internacionales y actrices de telenovelas.

Bajo el sonido de la samba carioca, el ambiente es diferente, relajado, perfecto para los negocios y las relaciones públicas.

En el salón, se cruzan ejecutivos del grupo francés de energía GDF-Suez, del banco brasileño Itaú y de multinacionales petroleras interesadas en las inmensas reservas de hidrocarburos descubiertas en Brasil.

"Éste es el único camarote (salón VIP) del Sambódromo 100% corporativo", dijo su promotor Alexis de Vaulx, un francés cuya familia hizo fortuna en Brasil al instalar en 1978 la cadena de tiendas de muebles Tok&Stok, que cuenta con 38 establecimientos y 4.500 empleados.

"El carnaval de Rio es el espectáculo más grande del mundo y uno de los que más tiempo dura", siguió Vaulx, que organiza este encuentro desde hace algunos años.

El precio de una entrada en este camarote es de 5.000 reales (unos 2.500 dólares) y vale para una noche. Las empresas reciben un pequeño descuento si compran un paquete para sus ejecutivos e invitados, como generalmente ocurre.

En la primera noche de desfiles, el domingo, hay unas 350 personas registradas. El lujoso "camarote" es de dos plantas, con vista a la avenida por donde desfilan las escuelas de samba, pero además tiene un bar, peluquería y salón de masajes.

"Estos empresarios son hombres muy ocupados. Aquí tienen ocho horas para conocer, compartir, y como toda la actividad económica se detiene durante carnaval, no tienen nada que hacer. Si se compara con un juego del Roland Garros, tendrían que pagar 2.150 dólares por un lugar y no tendrían oportunidad de hablar con nadie", añadió Vaulx.

Un ejército de camareros sirve sin descanso champán Perrier-Jouët, además de las tradicionales caipirinhas de frutas. El bufé se renueva constantemente, primero con ensaladas y sushi y después con platos fuertes como pechuga de pavo en salsa de aceitunas, servido con crepes con crema de castañas, o lubina con salsa de gengibre.

El chef francés David Jaubert, que vive en Rio y entrenó al equipo brasileño para el concurso mundial de cocina Bocuse d'Or, vela por las operaciones, mientras Vaulx, vestido con un impecable traje blanco, oscila entre invitados y periodistas.

En 2012, el 60% de las empresas que asistieron al "camarote" corporativo eran francesas. Este año no llegan al 30%. "Es la crisis económica en Europa, pero también muchas empresas reservaron sus presupuestos para el Mundial de fútbol del próximo año en Brasil", precisó Vaulx.

¿Pero realmente se puede cerrar negocios durante el carnaval de Rio? Lois de Crevoisier, ingeniero de perforación de la empresa Perenco, recibió una invitación para el desfile, junto a su esposa, que trabaja en la empresa asociada Trampoil.

"Es una tradición", dice. "En Francia también hay casas de campo, pero la invitación no implica que se firmará un contrato. Es una forma de mantener buenas relaciones, de decirte, 'Estamos felices de trabajar con usted y queremos que continúe'. Esto no va a desaparecer", subraya.

AFP