El Puesto de Combate de Arévalo | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Enero de 2015

Por: Jorge Consuegra*

A pesar de las dificultades,  el puesto de combate de Milciades Arévalo es su revista, la que lleva ese nombre –que aunque contestatario no es lo que parece- y que acaba de cumplir 42 años ininterrumpidos. Y aunque admite que a veces  lo cobija el pesimismo, al día siguiente recupera bríos y vuelve a la batalla.

- ¿A qué edad le entraron las ganas de hacer fotografías?

MILCIADES ARÉVALO. Mis hermanos podían no tener imaginación, pero eran mejores que yo. Mi hermano Aldo con su primer sueldo compró una cámara de pajarito y se fue de fotógrafo por todos los pueblos de la sabana. Fue el  primero nos tomó fotos en la casa.  Por ahí debo tener una que nos tomó antes de que comenzara el 9 de abril.

Pero mi verdadera pasión por la fotografía no nació con mi hermano, sino cuando hice mi Primera Comunión. Mi madre me llevó al “estudio” para que me tomaran la foto y sucedió que ese día se murió el fotógrafo de mi pueblo y yo me quedé sin la historia de tan importante suceso.  Tan pronto pude compré una cámara Kodak, con rollo de 120 milímetros y me puse a tomarle fotos al paisaje. En mi casa tengo una gran colección de cámaras con las que tomé mis primeras fotos.

- ¿Cree que ha logrado fotografiar casi al ciento por ciento de escritores de Colombia?

MA.-No. Tengo muchísimas fotos de escritores y poetas, pero tengo más fotos de paisajes que de escritores. A los escritores no les gusta ser originales en sus fotos y posan sin necesidad.

- ¿Cuál fue la primera idea que se le vino a la cabeza para publicar la revista Puesto de Combate?

MA.-Todas las revistas durante los años setenta tenían un nombre contestatario, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego. Las revistas circulaban libremente por todos los rincones del planeta, había un florecimiento.  Puesto de Combate tiene un nombre contestatario, pero no es por lo que parece, sino porque hay que tener un puesto, un lugar en el mundo como todos los humanos, y el Combate de todo escritor es con las palabras.

- ¿Cuántos años lleva combatiendo desde ese puesto?

MA:- 42 Años. Podría decir que toda la vida. Yo no estudié en ninguna academia para hacerme escritor; a mí la literatura me la enseñó la vida. Leyendo aprendí dos veces. Cuando yo fui marinero, aprendí a hacer revistas de literatura con el capitán Ariel Canzani, que hacía en su barco una revista de poesía llamada Cormorán y Delfín. Años después trabajé en la revista Nadaismo 70 con mi compadre Jaime Jaramillo Escobar, y después lo hice con Eduardo Mendoza Varela en la revista Mosaico II del Instituto de Cultura Hispánica. Ellos fueron mis maestros. Después conocí otras revistas, y de por sí mi casa parece un barco de papel, por tantas revistas y libros que guardo con cariño.

- ¿Es complicado trabajar culturalmente en Colombia?

MA.-La verdad es que yo nunca pensé que mi país estuviera tan lleno de envidiosos, lagartos y oportunistas. Creo que en Colombia hay suficientes buenos escritores y poetas, pero vea usted que solo nombran a los mismos de siempre- En diferentes oportunidades he presentado mis proyectos y aunque nunca me han rechazado, tan poco me han dado un premio, una beca o una mención.

- ¿Qué ha sido lo más satisfactorio publicando la revista?

MA.-Lo más satisfactorio ha sido eso, tener la cara en alto, la mirada firme y la tranquilidad de saber que muchos escritores colombianos tocaron a mi puerta un día, y nunca les negué la posibilidad de dar a conocer sus trabajos. Para bien o para mal, eso es Puesto de Combate: Una revista para darle de comer a la imaginación.

- ¿Con qué cuentos se metió en el fantástico mundo de la literatura?

MA.-Yo no empecé con cuentos, sino con teatro. Escribía teatro. Sucede que por allá en 1965, cualquier colaborador del suplemento de El Espectador, mandaba cuentos o poemas,   y el domingo siguiente, sabiamente le respondían de esta manera: “Su texto fue a parar al cesto”. Y fue precisamente por eso que yo mandé una obra de teatro en un acto: “Bajo la luna todos los muertos son iguales”, que apareció en el Espectador, en 1964. Sin embargo, en vez de escribir teatro me puse a vender libros por la costa y a conseguir para editar la revista que yo había soñado. De la literatura lo que más me gusta es el cuento. El primer cuento oral que yo escuché se lo oí a mi madre y se llamaba “La flor de Lilolá”. Para mí un buen cuento es como un buen poema, uno y otro se complementan. Mi debut en la literatura fue con un cuento, que más tarde fue novela, como lo es El oficio de la Adoración.

- ¿Cuál novela lo graduó de escritor?

MA.- La casa del fuego y de la lluvia, que fue premio de novela en Pereira, en 1985, con jurados como Manuel Mejía Vallejo, quién me pronosticó que yo sería el sucesor de…, de un escritor famoso. Después fragmenté esa novela y saqué de ella dos libros de cuentos.

- ¿Cuál fue el tema de la primera novela que publicó?

MA.-La Universidad de Antioquia me publicó en el 2001, la novela Cenizas en la ducha. Es la historia de un ciudadano al que le suceden múltiples historias. Una de esas, la principal, trata de la viuda que escribe una novela para ganarse un premio y termina quemándola al darse cuenta que su vida es más interesante que todo lo que ella pueda escribir. Es también una novela erótica, citadina y poética.

*Periodista de Libros y Letras

 

MILCIADES ARÉVALO, escritor, fotógrafo y periodista cultural. Tiene desde hace 42 años la revista Puesto de Combate