En Bogotá, a lo vegetariano | El Nuevo Siglo
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Domingo, 1 de Julio de 2018
Claudia Beltrán

LORENA Vivas en la segunda semana de julio de 2014 frente al tradicional plato del almuerzo servido por su mamá, sintió que no podía volver a consumir carne. Aunque fue un impulso motivado por la sensación de malestar, ella comenta que desde hacía tiempo se planteaba la idea de convertirse en vegetariana.

“Yo había pensado en dejar la carne, no por algo de salud, sino por una cuestión de conciencia. También interfirieron ciertas creencias religiosas y una motivación como humanista-animalista. Hay un mantra budista que sigo fielmente que es Lokah Samastah Sukhino Bhavantu que significa: “Que todos los seres en todas partes, sean felices y libres, y que mis pensamientos, palabras y acciones, contribuyan de alguna manera a alcanzar la felicidad y la libertad de todos”, le dice a EL NUEVO SIGLO.

Lorena considera que el consumo de carne en el mundo es exagerado. Diariamente se matan millones de animales, los cuales son criados para el abastecimiento humano y para ello no se alimentan de la mejor manera, teniendo en sus cuerpos una serie de químicos y hormonas que los alejan de ser un producto natural.

Para ella el proceso de convertirse en vegetariana no fue fácil. Su decisión intempestiva no solo sorprendió a su familia y amigos, sino a su propio cuerpo que puso resistencia durante un año.

“La transición que yo tuve fue abrupta para mi cuerpo. Me enfermé muchísimo porque no es correcto dejar todo un estilo de vida carnívoro a pasar a algo herbívoro de un día para otro. Es súper complejo el proceso, porque el cuerpo es como un reloj, sabe que es lo que consume, que es lo que necesita. Entonces al hacer el cambio puede que mi mente lo concibiera, pero mi cuerpo no lo entendió”, comenta Vivas.

Mientras su familia creía que era una fase que pronto se le pasaría, por lo cual durante la primera semana cocinaban un pedazo de carne para ella, ya fuera res, cerdo, pollo o pescado, ella tenía una convicción firme y seguía convencida que el vegetarianismo era el camino correcto.

Sus anécdotas de esa época son un recuerdo agridulce. Lorena cuenta como antes de ser vegetariana su plato de carne favorito era el salmón con salsa de maracuyá y el pollo broaster, alimentos que su mamá intentó usar como carnada durante una semana para hacerla desistir de su cambio.

Vivas dice que “al inicio fue muy complicado, porque es una cuestión cultural. Al principio como que chévere pero luego la gente empieza a juzgarme porque no comprenden mi posición,  hasta que entienden que es un estilo de vida. Eso pasó con mi familia, mi mamá es santandereana y mi papá boyacense y para ellos era como una ofensa no comer carne”.

Al mes de empezar con el régimen alimenticio su hermano cumplió años, por lo que su familia fue a celebrar a un restaurante. En ese lugar todos y cada uno de los platos de la carta tenían un animal; hasta la ensalada venía con camarones. Al ver eso la mamá empezó a regañarla muy fuerte a lo que ella respondió muy segura diciendo que no iba a comer carne, ni nada que estuviera mezclado o que fuera preparado con esta. Finalmente, su familia y amigos dieron por hecho que ella era vegetariana y después de tres meses, dejaron de ser una oposición para convertirse en aliados de su estilo de vida.

Julia Ballesteros de Martínez nunca tuvo este problema. Desde que nació, sus padres la guiaron por el camino de la comprensión y la armonía. Su padre Walter Ballesteros, fundador de la Sociedad Teosófica de Colombia, y su esposa doña Julia, le enseñaron la importancia de prepararse intelectualmente para luego incorporar y experimentar las enseñanzas recibidas en todos los eventos de la vida cotidiana. Ballesteros a sus 80 años asegura que desde que tiene memoria ha sido vegetariana, para ella lo normal es no consumir carne, por el amor genuino a los animales. Su esposo y sus cinco hijos también comparten este estilo de vida y siempre se han sentido sanos.

“Cuando estaba embarazada los médicos me decían que debía comer carne para el crecimiento saludable del bebé. Pero yo seguí con mi régimen y di a luz a cinco niños completamente sanos y fuertes por parto natural.”, asegura Ballesteros.

Comer afuera, un martirio

Culturalmente los colombianos son carnívoros. Los platos típicos y los famosísimos corrientazos o ejecutivos incluyen entre sus ingredientes la carne, no solo como un producto que se puede quitar y ya tenemos un almuerzo vegetariano, sino que es parte importante de la cocción y la preparación de los alimentos.

Lorena Vivas cuenta que encontrar un lugar dónde comer comida vegetariana es toda una odisea en Bogotá, no solo por lo anteriormente dicho, sino porque hay pocos lugares especializados y algunos no son accesibles al bolsillo del colombiano de a pie.

Algunos dirán ¡qué complicados es solo quitar la carne y ya!, pero es que para los vegetarianos la carne es como un maní para una persona alérgica. El cuerpo poco a poco se va acostumbrando a la ingesta solo de proteína vegetal y al igual que una maquinaria se adecua a los productos que está recibiendo.  Al ponerle un elemento extraño, se prenden las alarmas y todo se descontrola.

Vivas hace un año en una salida de la universidad sufrió esta experiencia. La persona encargada de la comida no estaba al tanto de su régimen  alimenticio. Al almuerzo hicieron unos frijoles que ella probó inocentemente sin saber que habían sido mezclados con la carne en su preparación, para que le diera “sustancia”. Con sólo dos cucharadas de caldo fue suficiente para que tuviera dolor de estómago durante toda una noche. Asímismo, algunos de sus amigos se han intoxicado y han tenido que ir al médico por comer pollo o carne sin darse cuenta.

“Ser vegetariano es un proceso donde aprendes a ser consiente de tu cuerpo y de lo que consumes. Cuidas y aprendes que es lo que le hace bien, lo que necesita y lo que no se debe consumir. Además, que terminas por cogerle amor a la cocina como me paso a mí.”, dice Vivas.

Con alegría, Julia Ballesteros comenta como ahora es más fácil encontrando restaurantes donde hay buena comida vegetariana y como en los menús de otros ya es posible encontrar una opción de acuerdo a sus necesidades, en contraposición a la época en la que ella se crió, cuando era prácticamente imposible encontrar comida vegetariana que no fuera la que se preparaba en casa.