“Viva la vida” o “Pies para qué los quiero, si tengo alas para volar” son algunas de las frases que se convirtieron en el logo y referente, además de sus emblemáticas obras, de una de las artistas latinoamericanas más importantes de la historia, Frida Kahlo, un ícono de la cultura mexicana quien es el centro de homenajes durante este mes por los 66 años que se cumplen desde su muerte.
Nacida en Coyoacán, la artista, pintora y activista no solo sembró un referente en el arte contemporáneo, sino también se convirtió en fuente de inspiración para figuras de la música y hoy, sus características cejas unidas, así como peinado y vestidos marcan un estilo en la moda de varios diseñadores de América Latina.
La vida de esta artista estuvo marcada por el dolor físico y emocional, pues a sus seis años padeció de poliomielitis, lo que provocó que una de sus piernas quedara más corta, un suceso que le causó burlas de quienes la rodeaban.
Luego, en su adolescencia sufrió un accidente de tránsito, pues el bus en el que viajaba fue impactado por un tranvía, esto le cambiaría totalmente la vida a Kahlo, pues durante el resto de su vida -dada su salud en mal estado, que incluyeron abortos y gangrena- se tuvo que someter a más de 30 cirugías, con la amputación de una de sus piernas.
Desde su accidente, Frida comenzó a pintar y fue cuando se embarcó en el mundo del arte, donde conoció a quien se convertiría en su futuro esposo, Diego Rivera.
Aunque la esencia de Frida encierra varios aspectos, tanto estéticos como conceptuales, sin duda alguna sus obras fueron el trampolín a grandes e importantes museos en el mundo. Por eso, para continuar conmemorando este aniversario especial, estas son sus pinturas más representativas.
1. “Las dos Fridas”
Este doble autorretrato, para muchos expertos, representa la doble personalidad de Frida y los difíciles momentos por los que estaba pasando. En esta pintura, Kahlo dibuja dos mujeres que comparten una misma silla, una representa a la Frida soltera y la otra a la Frida casada. Para otros también representa un recuerdo de la pintora en su infancia.
En palabras de la artista, plasmadas en “El diario de Frida Kahlo, un mínimo autorretrato” la artista define la obra así: “Y con un dedo dibujaba una puerta… Por esa puerta salía en la imaginación, con una gran alegría y urgencia, atravesaba todo el llano que se miraba hasta llegar a una lechería que se llamaba Pinzón… Por la O de Pinzón entraba y bajaba intempestiva mente al interior de la tierra, donde mi amiga imaginaria me esperaba siempre”.
En esta y en muchas más piezas, Frida siempre incluía detalles que representaban sus raíces mexicanas, como los detalles de su vestido, en este caso. “Las dos Fridas” también refleja el dolor tanto físico como emocional que sentía por ese trágico accidente, sus abortos y el duelo de su separación de Rivera.
2. “La columna rota”
Esta es otra de las pinturas más importantes de la artista en la que resume el estado físico que tuvo durante varios años desde 1925, cuando su columna se partió en tres partes, dos de sus costillas se fracturaron y fue atravesada por un pasamanos del bus en el que venía, el cual fue chocado por un tranvía. En esta obra, Frida se dibuja a sí misma con un corsé, lo cual tuvo que usar gran parte de su vida para mantener su columna estable y con clavos en todo su cuerpo producto de las lesiones que tuvo.
3. “Unos cuantos piquetitos”
Esta pieza denota el activismo y otros de los motivos por los que Kahlo pintaba; hoy, es una de las obras que ayuda a la reflexión sobre el feminicidio, ya que esta pintura fue concebida cuando la artista leyó en los periódicos una nota donde decía que un hombre había matado a su esposa, dándole 22 puñaladas y este se defendió en el juicio afirmando que fueron solo “Unos cuantos piquetitos”.
Así, Frida realizó esta obra poniendo en ella a una mujer desnuda y acostada en una cama con sangre por todo su cuerpo, un hombre sonriente junto a la cama con una navaja en su mano y un letrero en la parte superior que dice “unos cuantos piquetitos” sostenido por una paloma blanca y del otro lado una paloma negra.
“¿Por qué esa idea morbosa? Quizá haya sido simplemente una defensa. Esa mujer asesinada era en cierto modo yo, a quien Diego asesinaba todos los días. O bien era la otra, la mujer con quien Diego podía estar y a quien yo hubiera querido hacer desaparecer. Sentía en mí una buena dosis de violencia, no puedo negarlo, y la manejaba como podía…”, afirmó Frida en ese entonces.
4. “Diego en mi pensamiento”
En esta ocasión, Frida se refiere a la inquietud por las infidelidades de su esposo, Diego Rivera. Esta pintura, en la que se ve el rostro de Frida y en su frente el rostro en miniatura de Rivera, refleja el deseo de tenerlo a su lado y también continúa resaltando su cultura por el vestido con el que se pintó, pues es una vestimenta tradicional Tehuana, con la que a su esposo le gustaba verla.
5. “Viva la vida”
Esta es una de las últimas obras que realizó la artista, pues a ocho días de su muerto incluyó en esta pieza la frase “Viva la vida” encima de un pedazo de sandía, una fruta que para muchos analistas celebra la vida.