En los últimos años se ha venido usando el término “novela gráfica” para contrarrestar la asociación infantil de las historietas o cómics, pero sin importar su nombre, debería considerarse un género artístico propio. De hecho, el gran caricaturista Will Eisner lo llama “arte secuencial” y otros teóricos lo consideran ‘el noveno arte’, a pesar de que su origen es anterior al cine y a la fotografía.
En honor a este epíteto encuentre aquí nueve (y media) razones para leer cómics:
1. Usan un lenguaje único: las historietas no son una simple yuxtaposición de imágenes y textos. Es decir, no son novelas ilustradas en donde algunos dibujos acompañan una historia escrita, ni tampoco pinturas con subtítulos. La secuencia de viñetas, que pueden o no tener diálogos, es la materia prima de esta forma de expresión. Se asemeja a la literatura ya que exige la participación activa de los lectores. Sin embargo, no son palabras las que se deben hilar sino imágenes, que a su vez están imbuidas de más información que un conjunto de oraciones y donde, incluso, el trazo o color de un dibujo pueden cambiarle el sentido a la narración.
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2. Proponen universos tan anchos…: al ser un lenguaje versátil, las novelas gráficas pueden retratar todos los rangos de emociones y mostrar cualquier historia. Existen excelentes reportajes periodísticos como “Palestina” de Joe Sacco, autobiografías íntimas como “Persépolis” de Marjane Satrapi así como “Fun Home” de Alison Bechdel, o ficciones puras como “Daytripper” de los gemelos Gabriel Bá y Fábio Moon sobre la vida y muerte de un escritor de obituarios que vive en Brasil. Las hay de historia y de ciencia, de mundos fantásticos y distopías; incluso, Nick Sousanis publicó su tesis de doctorado de la Universidad de Columbia en formato de cómic defendiendo el potencial filosófico de este medio artístico.
3. ...como profundos: encasilladas históricamente dentro de la comedia (que de por sí no tiene nada de malo como lo demuestra la sátira incisiva de Quino) las historietas pueden abordar el horror, la tragedia e incluso la locura de manera magistral. La trama de una historia se vuelve más compleja porque sus creadores pueden en una misma viñeta mostrar la reacción de un personaje frente a las palabras de otro. La paleta de colores imbuye a la narración de un sentido que un texto jamás podría lograr: una historia de detectives puede volverse una verdadera novela negra o las tonalidades sepia de una escena pueden enfatizar su nostalgia.
4. Tienen un estilo propio: una de las características sobresalientes de este medio es su variedad estilística. El sello del manga japonés es la combinación de personajes caricaturescos con ojos gigantescos y fondos realistas. Las historietas norteamericanas de superhéroes de los sesentas y setentas usan líneas gruesas, además de colores sólidos. Más allá de las diferencias regionales hay autores que recurren a una técnica particular como los argentinos José Muñoz y Carlos Sampayo que se apropiaron del claroscuro para darle vida al detective Alack Sinner; u obras puntuales donde cada personaje está representado de manera distinta: en Asterios Polyp de David Mazzucchelli los dos personajes principales son un arquitecto angular y una escultora orgánica.
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5. Son icónicos: la fascinación que muchas historietas ejercen sobre los lectores es su capacidad de crear personajes fácilmente reconocibles. De la misma manera que un dibujo de la Torre Eiffel representa a París, la silueta de Calvin y Hobbes, el copete de Tintín, y Mafalda, dejan de ser simples caricaturas para convertirse en símbolos del espíritu inquisitivo de la niñez, la pasión por la aventura y el odio profundo a la sopa. Más que personajes muchas de estas historias crean íconos culturales.
6. Nos muestran que a veces las palabras sobran: algunas novelas gráficas atrapan al lector sin usar diálogos. De este modo son herederos de una tradición tan antigua que va desde el muralismo de los Maya hasta los vitrales en catedrales que narran la vida de los santos. The Arrival (La Llegada) de Shaun Tan retrata la soledad y alienación de los inmigrantes sin recurrir a una sola línea de texto. Incluso, hay casos que ni siquiera necesitan color como en Sens del francés Marc-Antoine Mathieu, donde un hombre perdido debe seguir una flecha, en un mundo surreal compuesto exclusivamente de líneas negras. Al prescindir del lenguaje escrito, estos libros se vuelven universales.
Al prescindir del lenguaje escrito, estos libros se vuelven universales.
7. Manejan un tiempo dinámico: los cómics introducen la temporalidad de diferentes formas. La más sencilla es entre una viñeta y la siguiente. Si en la primera aparece una persona con una pistola y en la segunda aparece una bala, es la imaginación de los lectores que aprietan, en un microsegundo, el gatillo. Igualmente, es posible usar el diálogo para marcar el paso del tiempo, ya que entre una pregunta y su respuesta hay una pequeña espera. Incluso es posible indagar los efectos del tiempo mostrando un solo lugar en diferentes momentos históricos, como en Here (Aquí) de Richard McGuire que ocurre en la sala de un apartamento a lo largo de miles de años.
8. Juegan con el espacio: a diferencia de un libro corriente, los autores de novelas gráficas se dan el lujo de experimentar con el soporte material de sus historias. Es decir, el papel se vuelve un recurso más de la narración donde el voltear una página puede crear tensión o hay imágenes que obligan a los lectores a voltear lo que tienen en sus manos. También es célebre el caso de Alan Moore que en Watchmen usó la distribución de las viñetas en un capítulo particular para imitar la psicosis de Rorschach, un personaje obsesionado con la simetría.
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9. Son objetos de arte: más allá de los casos de cómics originales en Estados Unidos que se pueden vender por miles de dólares, las novelas gráficas también son piezas de diseño. Sus carátulas suelen ser ilustraciones elaboradas que fácilmente podrían enmarcarse como un cuadro de arte y en sus lomos también se crean imágenes, sobre todo cuando son series de largo aliento. Un gran ejemplo de esto último, es la biografía de Buda creada por el ‘padre del manga’ Osamu Tezuka quien usa la parte exterior de los libros para retratar las diferentes edades de Siddhartha desde su juventud hasta su iluminación (ver imagen). En otras palabras, se puede juzgar un cómic por su portada.
9½. Propician la lectura: al ser historias amables con los ojos, que recurren a ingeniosos recursos visuales, son perfectas para que los niños y niñas aprendan a amar el mundo de los libros, pero también es una forma de expandir la lectura para los mayores.
“Una de las características sobresalientes de este medio es su variedad estilística”
*Muchas de las ideas de este artículo están inspiradas en Understanding Comics: The Invisible Art de Scott McCloud, un cómic sobre cómics.