Las tareas pendientes para garantizar el derecho a la educación | El Nuevo Siglo
HAY QUE eliminar las disparidades en la educación, pues mientras el 4% de los jóvenes más pobres completan la escuela secundaria superior en los países de bajos ingresos, el 36% de los más ricos lo hace
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Viernes, 4 de Diciembre de 2020
Mario F. Hurtado

El Gobierno nacional, como en otros años, ha anunciado que el sector que más recursos recibirá en 2021 será la educación. No es una frase de cajón nueva, lamentablemente, aunque las cifras parecieran indicar que es así, la realidad evidencia que no. Pues muy poco recibe el sector para trabajar en función de una educación de calidad como derecho. Al desagregar las cifras siempre nos encontramos que un porcentaje enorme se va a alimentación. Que, si la misma se sacara del sector, como debería ser, las cifras de recursos no serían tan alentadoras.

Otro porcentaje importante se va a garantizar las pensiones, algunas de doble pensión por el régimen anterior a miles de profesores que ya no ejercen la enseñanza. Así que, si bien es fundamental velar por la calidad de vida de miles de profesores pensionados, esos recursos tampoco están yendo a la educación de hoy. Estos dos ejemplos presentados ilustran porque se puede afirmar que es falsa la afirmación de que es el sector que más recursos recibirá.



Lo cierto es que se suele hablar de la educación como un derecho, y si duda lo es, pero no se puede olvidar que los derechos incluyen deberes, en este caso el más relevante, asistir a las clases, y dar lo mejor como estudiantes, familia y educadores en el proceso de formación, para que el derecho sea de calidad. Esto es central, la calidad, pues si bien, por ejemplo, el agua es un derecho, de nada nos sirve si está contaminada, el daño sería mayor. Una mala educación, puede ser peor que no enseñar, de ahí la necesidad de dejar de hablar solo de un derecho, sino garantizar que el mismo sea de calidad: en infraestructuras, educadores, contenidos, materiales, acompañamiento, seguimiento y evaluación.

La situación en el mundo

Según la Unesco que promueve la educación como un derecho fundamental dentro del marco de la Declaración Universal de Derechos Humanos, para 2019, 60 millones de niños en edad escolar en todo el mundo no estaban escolarizados, millones incluso llegan a adultos siendo analfabetas.

Cerca de 260 millones de niños en edad escolar primaria habían abandonado la escuela, lo que preocupa es que la pandemia d Covid-19 aumentará esas cifras.

De igual modo, cerca de 200 millones de jóvenes en edad de estar cursando la secundaria tampoco lo estaban haciendo. Según las cifras de la Unesco el 9% de los niños y jóvenes del mundo en edad escolar no están escolarizados.



Respecto a la oferta educativa para 2019, 155 de los 206 países del mundo garantizan una educación básica primaria obligatoria, 99 países garantizan los 12 años de educación escolar base gratuita, 106 países ha ratificado la Convención relativa a la lucha contra la discriminación en la esfera escolar y 105 países ratifican el derecho a la educación libre de discriminación en sus constituciones políticas.

Las asignaturas pendientes

Sin embargo, los retos y las tareas son enormes. Primero, proporcionar educación gratuita y obligatoria para todos. Segundo, eliminar las desigualdades y disparidades en la educación, pues mientras el 4% de los jóvenes más pobres completan la escuela secundaria superior en los países de bajos ingresos, el 36% de los más ricos lo hace. En los países de ingresos medianos bajos, la brecha es aún mayor: mientras que solo el 14% de los jóvenes más pobres completan la escuela secundaria superior, el 72% de los más ricos lo hace.

El tercer aspecto está asociado a las emigraciones y los problemas globales de desplazamiento. Según la Acnur, alrededor de 4 millones de refugiados de 5 a 17 años no asistió a la escuela en 2018 y las cifras incrementan con los conflictos en Etiopía, Venezuela, Nigeria o Myanmar. 

En un cuarto frente, los Estados deben alcanzar un equilibrio entre la libertad educativa y la necesidad de garantizar a todos, una educación de calidad. Es decir, permitir la educación privada, sin abandonar la calidad y el acceso en la población más vulnerable.

El quinto aspecto tiene que ver con la financiación de la educación. Según la Agenda de Educación 2030 exige que los Estados dediquen a la educación al menos del 4 al 6 por ciento del PIB y/o al menos del 15 al 20 por ciento del gasto público. Y, por último e igual de relevante, las exigencias de calidad y la valoración de la profesión docente, pues dos tercios de los 617 millones de niños y adolescentes que se estima que no pueden leer una oración simple o manejar un cálculo matemático básico están en el aula. 

Fortalecer los procesos de formación docente de calidad y que sean multiplicadores de conocimiento y formación es una gran una tarea pendiente de orden global.

*Especialista en educación