Ayer, y después de cuatro días de silencio aturdidor, el presidente Gustavo Petro decidió pronunciarse sobre la dramática situación que vive Venezuela después de que el régimen de Nicolás Maduro optara por desconocer la voluntad del pueblo y robarse las elecciones.
Su comunicado, que fue aplaudido por muchos de nuestros connacionales, no solo da cuenta una vez más del talante antidemocrático de Gustavo Petro, sino que deja en completa evidencia el riesgo inmanente que enfrentamos en Colombia. Y es que no es necesario ser un gran analista político para entender el subtexto del trino del presidente: Un comunicado tardío, en el que no condena al régimen ni los excesos derivados de la promesa de Maduro de “Habrá un baño de sangre” que ya se materializa, la solicitud a EEUU de eliminar bloqueos con la narrativa desgastada progresista de que son las sanciones las responsables de la precaria situación del pueblo venezolano, y el uso del eufemismo “dudas” para buscar legitimar el tal reconteo sobre el que ya hay suficientes cuestionamientos.
Las elecciones venezolanas no dejan dudas. Todo es bastante claro: Se consumó un fraude grotesco que es indefendible por cualquier Estado de Derecho. El reconteo tardío, termina justificando un nuevo entramado perverso del régimen en el que, cueste lo que cueste, (y con eso me refiero a secuestros de testigos, vulneración de actas, asesinatos y torturas) van a intentar presentar unas constancias espurias para defender su inverosímil triunfo y para legitimar su permanencia en el poder, vulnerando por varios años más las libertades de los venezolanos.
Pongámonos de acuerdo en algo, cualquiera que con tibieza esté evitando señalar frontalmente al régimen de Maduro, está respaldando un golpe de Estado fraguado por el ejecutivo, los altos mandos militares, el Fiscal y el CNE, para desconocer la voluntad del pueblo. Ese golpe de Estado que se consumó el 28j se viene gestando desde hace meses, cuando desconocen el Acuerdo de Barbados, cuando vetan con un tribunal a su servicio la candidatura de María Corina, cuando impiden que Corina Yoris se inscriba, cuando expulsan a los observadores que no les son dóciles, cuando sacan a la Fuerza Pública a reprimir el espíritu democrático durante y después de las elecciones, cuando alteran sin prueba alguna el resultado, cuando torturan, secuestran y asesinan a quienes solo quieren libertad. Hoy en Venezuela, el régimen recurre a la violencia como último mecanismo para su represión reportando hasta la fecha 177 detenciones arbitrarias, 11 desapariciones forzadas y al menos 16 muertos ¿Qué más pruebas se necesitan para decir que lo que sucedió en Venezuela fue un golpe contra la democracia y los Derechos Humanos?
Nadie que no condene contundentemente la masacre de la que es culpable Nicolás Maduro y sus cómplices enchufados, puede llamarse demócrata. Nadie. Todos aquellos, entre los que se incluye el gobierno de Colombia (que por cierto no representa a más del 60% de los colombianos) que de alguna manera lo respaldan o solo lo cuestionan tímidamente, quieren el mismo destino para sus pueblos. Que de eso no quede duda.
No caigamos en la trampa de creer que el timorato comunicado de Gustavo Petro es más que un performance de diplomacia insulsa. Sus palabras dejan entrever los deseos de repetir la historia venezolana aquí en Colombia y de ganar tiempo para el régimen y para su Operación 2026 con la que pretende evitar que haya elecciones libres y afincarse en el poder en nuestro país.
El guion es el mismo, la narrativa de resentimiento con la que buscan inocular a la población para que les sirvan (o sirvamos) de idiotas útiles ya la hemos visto. El discurso del cambio para llegar al poder, el desconocimiento a las instituciones, la amenaza de “convocar al constituyente primario” como su legitimador, el fortalecimiento de los grupos criminales o “colectivos”, la estatización del sistema de seguridad social que genera dependencia del Estado, la compra de conciencias con las que enchufan y comprometen a otras ramas del poder, la persecución vía judicial de quiénes los enfrentan con valentía (allá María Corina, aquí el presidente Álvaro Uribe Vélez); la vimos desde hace años en Venezuela y la experimentamos en carne propia desde que el petrismo (del que muchos se escandalizaban cuando los catalogaban como brazos del castrochavismo) empezó su cruzada por el poder en Colombia.
Nada transparente puede esperarse de quien se niega a dejar a su pueblo en libertad. Ya hemos visto el sufrimiento del pueblo venezolano durante 25 años por ignorar las alertas. Aquí no pasará lo mismo. Somos muchos los que resistiremos firmes. #LaResistenciaDemocrática