Mariana de los 2.922 días | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Presidencia
Lunes, 23 de Julio de 2018
Emilio Sanmiguel

A la final, luego de haber estado al frente del Ministerio de Cultura durante los dos períodos presidenciales de Juan Manuel Santos, ocho años -2.922 días- no es muy halagador el balance de la gestión de la caleña Mariana Garcés. Eso es preocupante.

Preocupante porque su designación en 2010 sí prometía y mucho. Al menos para la música. Al fin y al cabo ella debe ser la colombiana con más experiencia en la burocracia cultural. Y en un gobierno que, además de la Paz se preció de la infraestructura, ¿qué quedó en concreto? ¿La inversión multimillonaria de la remodelación del Teatro Colón?

¿Acaso se fortalecieron las orquestas de las regiones o se crearon nuevas?: No. Ni siquiera se contempló la posibilidad de emprender la necesaria faena de dotar, por ejemplo a Bogotá, de un Centro Cultural acorde con las necesidades.

Mariana Garcés estuvo ocho años, ocho largos años al frente del Ministerio de Cultura, que no haya creado orquestas, que no haya emprendido la construcción de un Centro Cultural en Bogotá, o en regiones tan desprotegidas como Nariño, al sur del país, vaya y venga. Pero que no haya hecho buen uso de la confianza y respaldo del Presidente de la República, para haber resuelto el asunto del Museo Nacional, es francamente imperdonable. A estas alturas, una institución de la importancia del Museo Nacional, tras casi un siglo, sigue ahí, medio arrimada en un par de alas del Panóptico, como una prueba patética de desgreño, que lleva a plantearse lo que en su momento manifestaron personalidades de la talla de Rafael Puyana y Gabriel García Márquez: la inutilidad de un Ministerio de Cultura.

¿Qué por qué hablo del asunto del Museo Nacional?

Porque la recuperación y ampliación de un museo, hoy en día en el mundo entero contempla, entre otras cosas, dotarlos de auditorios, de buenos auditorios, no esos “auditoritos de bolsillo” que tanto le gustan al alcalde Peñalosa, y esos auditorios de los museos enriquecen la vida cultural de las ciudades: del Louvre, por ejemplo, surgió Le Musiciens du Louvre, una de las orquestas más interesantes de Europa.

Si después de ocho años, una ministra, teóricamente muy experimentada, no pudo resolver el asunto del Museo Nacional, mientras otras instituciones similares, andan al borde de la quiebra, ¿qué sentido puede tener mantener una burocracia de miles de funcionarios?, o, acaso, ¿no era ella la persona indicada?

No quedó nada de estos ocho años. Evidentemente no se supo rodear. O se rodeó de amigos y amigas ineficientes que le endulzaron el oído y por eso reaccionaba tan disparatadamente cuando alguien se atrevía a poner en tela de juicio sus actuaciones.

Lo que viene ahora es una incógnita. No vaya a ser que se cumpla el vaticinio del escritor que desconsoladamente dijo hace unos días: “En el próximo gobierno esto puede ser peor”.

Lo que sigue a partir del 7 de agosto ni la Sibila Délfica lo podría vaticinar: la experta en burocracia cultural será reemplazada por una debutante en la materia…a esta paso, tal parece, “va a ser necesario poner la Cultura bajo la vigilancia de la policía”.