Minimalismo: otra forma de vivir | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Domingo, 19 de Agosto de 2018
Andrés Rivera
Nacido en Estados Unidos, este movimiento invita a que repensemos nuestra relación con el consumo. No es una guerra contra las cosas materiales, es una revolución en términos de la forma en la que nos relacionamos con ellas

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BASTA una mirada panorámica sobre el mundo en el que vivimos hoy para saber que está enfermo. No es una enfermedad que haya aparecido de la noche a la mañana, tampoco es un castigo de alguna fuerza sobrenatural ni tampoco una cuestión del azar. La manera en la que vivimos, nuestro sistema económico, político y educativo han logrado establecer una jerarquía de valores tal que el interés y el placer personal priman sobre todo lo demás. La búsqueda del éxito justifica todo medio y cualquier factor que no nos afecte inmediatamente nos es indiferente. Buscamos placer y entretenimiento como si fuéramos adictos y es a partir de este patrón que la cultura del consumo nos ha convertido engranajes que deben comprar sin parar para que la rueda siga girando. Nos hemos dejado convertir en piezas de una maquinaria para terminar sintiéndonos frustrados, vacíos e insatisfechos, aunque en un sentido material podamos tenerlo todo. ¿Cómo solemos intentar ¨liberarnos¨ de esa sensación? Pues entumeciendo nuestra consciencia, obsesionándonos con nuestro trabajo o con el éxito, buscando placeres novedosos o por medio de las distracciones que nuestra maquinaria gentilmente nos ofrece. El minimalismo es una propuesta para romper el ciclo y reordenar esta jerarquía de valores y así redireccionar nuestra propia vida.

 

El minimalismo es un movimiento que tiene manifestaciones en diferentes ámbitos de la vida humana: en el arte, la música, la arquitectura y el diseño de interiores entre otras. Sin embargo, el minimalismo como actitud de vida ha sido adoptada también por muchas personas a través del mundo y a partir de sus testimonios conocemos parte de los impactos positivos que ha tenido en su vida y entornos. En sus aspectos más generales, las formas en las que el minimalismo se muestra en sus diferentes ámbitos tienden a relacionarse con la sencillez, la concentración, la reducción, síntesis, el orden, el purismo estructural y funcional y también la economía (en términos en términos de eficacia y eficiencia) del lenguaje y los medios utilizados para lograr algún propósito.

 

Uno de los aspectos fundamentales del minimalismo es lograr el discernimiento suficiente para diferenciar entre lo realmente necesario y lo definitivamente accesorio. Es un ejercicio confrontador, y quizá más difícil de lo que parece, ya que nuestro contexto nos ha condicionado para que fusionáramos de manera que fueran indiferenciables y así, cualquier producto, experiencia o mercancía que saliera al mercado tendría más probabilidad de que alguien lo comprara.

 

Ejercicio

 

Intenté hacer el ejercicio con mis pertenencias y la cantidad de cosas que terminé sacando del lugar que habito fue significativa. Regalé ropa que no utilizaba hace años, regalé libros que quizá nunca volvería a leer o a utilizar de ninguna manera, me liberé de adornos innecesarios y de muchas cosas que guardé porque creí que iba a necesitarlas en un futuro pero nunca utilicé. Eliminé de mi celular aplicaciones que no usaba y solamente dejé las que realmente eran de utilidad. Limpié mi computador de programas y archivos inútiles, depuré mis redes sociales de páginas o personas que ya no me interesaba seguir etc. Al final sentí como si me hubiera realizado una cirugía. Me sentía más ligero, cómodo y, en especial, me ayudó a reconocer en qué realmente me gustaría gastar mis recursos y mi tiempo. Así como lo mencionan los minimalistas: deja en tu vida aquello que realmente aporte algo valioso y lo que no, agradécelo y déjalo ir. Es por esto que se convierte en un ejercicio de honestidad con nosotros mismos reconocer los condicionamientos que nos aprisionan, dejarlos ir,  y también tener la libertad de elegir y mantener lo que realmente es valioso para nosotros abriendo espacio para poder fluir más con la vida.

 

De alguna manera se nos ha instalado la idea de que la felicidad se encuentra en lugares externos a nosotros mismos: en un futuro lleno de opulencia, elegancia y excesos, en el reconocimiento,  en conseguir un nuevo teléfono celular o más seguidores en nuestras redes sociales etc. Creo no equivocarme cuando afirmo que esta promesa es una ilusión ya que justo después de que conseguimos o compramos algo,  luego de disfrutar de un efímero placer, se abre inmediatamente la puerta a una nueva ansiedad, a una nueva búsqueda, a una nueva compra. Es intentar quitarnos la sed tomando agua salada.

 

Desde el punto de vista del minimalismo, el consumo en sí no es un problema, la dificultad viene cuando es un consumo compulsivo impulsado por la ansiedad y la inercia que se nos ha instaurado. En ese escenario se empieza a sentir que no estamos tomando nuestras propias decisiones sino que el poder de esa máquina abstracta que mueve al mundo y le hace enfermar está decidiendo por nosotros diciéndonos qué hacer. Ryan Nicodemus, uno de los impulsores del movimiento en Estados Unidos, afirma que cuando comprendió el minimalismo se dio cuenta de que no se trababa de deshacerse de sus cosas, sino que más bien la invitación real era la de recobrar el control sobre su vida dejando de existir a partir de lo que le decían que tenía que hacer y empezar a hacer lo que realmente quería hacer.

 

El minimalismo no es una guerra contra las cosas materiales, es una revolución en términos de la forma en la que nos relacionamos con ellas. De alguna manera nuestra sociedad llegó al punto en donde amamos las cosas y utilizamos a las personas y a la naturaleza, cuando realmente funcionaría mejor al revés ¿no? Por tener a lo material en un pedestal destruimos a nuestro planeta y nuestras relaciones sobre produciendo, desperdiciando, contaminando y restando interés y tiempo a lo que es en verdad importante. En un documental sobre este tema un entrevistado decía: ¨No sé cuáles serían las 3 palabras más comunes en una hogar estadounidense, ¨yo te amo¨ o ¨yo quiero eso¨.

 

Hay mucho más que decir sobre el minimalismo, sus posibilidades y efectos, pero por el momento, espero que este breve comentario genere la curiosidad suficiente para que hagan un ejercicio similar y utilicen espejos como el del minimalismo para que descubran y se replanteen o cuestionen algunas cosas.

Por: Andrés Rivera @AndresRivera89 af.rivera233@hotmail.com