Negret, 100 años del escultor que se inmortalizó en sus obras | El Nuevo Siglo
Edgar Negret, uno de los referentes más destacados de la escultura moderna en Colombia, fue el encargado de evolucionar el arte con el uso del aluminio en sus obras.
Foto cortesía
Domingo, 11 de Octubre de 2020
Redacción Cultura

Estructuras a gran escala, de yeso y de metal, que adornan algunos rincones del mundo, moldeadas por las manos de Edgar Negret, uno de los referentes más importantes del arte colombiano y latinoamericano, es lo que se conoce de su robusto legado. Pero desde este domingo, en el que se celebra el centenario de su natalicio, se develará la otra cara del maestro: su vida en sociedad, su lado humano.

Para muchos, Negret es un héroe del mundo del arte, pero hay quienes guardan sus enseñanzas como un tesoro en este tiempo de pandemia, una herencia del que consideran su abuelo. Es el caso de Juan Andrés Buitrago, un ‘guardián’ de las obras del escultor con quien compartió desde su infancia y quien hoy es el encargado de rendirle un homenaje con una exposición híbrida, física y virtual, para conmemorar este importante aniversario.



“El maestro me consideró su nieto. Crecí en ese entorno, viendo a mi padre trabajar en su taller desde que tengo memoria, siempre fue en este ambiente, en la casa y taller del maestro. Hoy en día, representar y velar por los derechos de mi abuelo y su obra es algo que me llena enormemente, el estar trabajando en la galería y ahora con este homenaje tan bello, es algo que ha marcado mi vida”, le dijo el también curador de la muestra y coordinador de la galería Casa Edgar Negret Buitrago a EL NUEVO SIGLO.

Sus pasos por el mundo

Negret, quien aportó a la evolución de la escultura moderna colombiana y latinoamericana, nacido el 11 de octubre de 1920, trascendió con sus composiciones abstractas las fronteras, a la vez que asimiló las tendencias de la plástica del siglo XX para crear una obra de singularidad y fuerza expresiva, que acabarían por inmortalizar su existencia en cada una de sus creaciones.

De origen payanes, su padre Rafael Negret Vivas, fue uno de los primeros generales de carrera que hubo en nuestro país y el primer ciudadano en recibir la cruz de Boyacá; su madre, María Dueñas Rodríguez, fue muy religiosa, lo que causó una influencia en la vida del escultor, por lo que inició su carrera con obras como “El rostro de Cristo”, “Mano de Dios”, “Asunción”, entre otras más.


“El maestro me consideró su nieto. Crecí en ese entorno, viendo a mi padre trabajar en su taller desde que tengo memoria, siempre fue en este ambiente, en la casa y taller del maestro.


Con sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Cali, el maestro inició creando sus obras usando yeso como material principal; pero años más tarde, cuando llegó a Nueva York en plena época industrial, encontró un material novedoso, el aluminio.

"Utilizar aluminio en sus obras, un material tan duro, tan frío e infundirle vida fue el primer aporte que hizo y el más importante a la escultura, pues nadie había utilizado un material como estos para trabajar el arte y eso algo que lo caracterizó de ahí en adelante”, mencionó Buitrago.

Negret, irrumpió en la escena artística hacia la mitad de los años cuarenta, bajo la tutela del escultor  vanguardista español, Vasco Jorge de Oteiza, que por esas fechas se encontraba viviendo en Colombia, pues fue quien lo introdujo a la escultura moderna, en especial, por Henry Moore.

El Maestro inició luego, durante 15 años, un  peregrinaje por Nueva York, Paris y España, en este último descubrió a Gaudí, que le hizo apreciar el Art Nouveau, así como también dejo huellas en Negret, el contacto personal con Brancusi.



Negret hace parte de la generación de artistas, que junto a Ellsworth Kelly, Agnes Martin, Louise Nevelson, Robert Indiana y Jack Youngerman, compartieron sala en las principales galerías del mundo y se opusieron a los preceptos del expresionismo abstracto.

Al comienzo, se dio a conocer con una serie de obras de corte “modernista”, que rompía con los modelos que trabajaban los escultores de la época, pero su lenguaje maduro con sus piezas en metal pintado, ensambladas con tuercas y tornillos, no aparecieron sino en los años 50, luego de un largo periodo de formación entre Estados Unidos y Europa.

En Nueva York trabajó diversos materiales simultáneamente, pero destacó en el ensamblaje de láminas de hierro y alambre. En 1957 crea la serie “Aparatos Mágicos”, en la que combinó la máquina y lo mítico, a la vez que recortó y ensambló con tuercas todavía descritas. 

En Paris, influenciado por Constantine Brancusi principalmente, desarrolló la capacidad de lo abstracto en la carga espiritual.

En 1956 estudió con una beca otorgada por la Unesco para visitar las culturas indígenas del oeste norteamericano, los indios Pueblo y los indios Navajo. Allí se encontró también con la “Kachina”, una muñeca totémica en madera, imagen que lo impulsó a realizar su versión construida con delgadas y maleables laminas en aluminio que finalmente, resultó para el artista en su único material expresivo. Dejó visibles los tornillos y tuercas, que se convirtieron en parte de la obra y no solo en vehículo de unión.


Al comienzo, se dio a conocer con una serie de obras de corte “modernista”, que rompía con los modelos que trabajaban los escultores de la época, pero su lenguaje maduro con sus piezas en metal pintado, ensambladas con tuercas y tornillos, no aparecieron sino en los años 50.


Se trata de organismos, arquitecturas, su creación de artefactos que cautivan por las connotaciones industriales, ya que en su llegada a  Nueva York lo sorprendieron cosas que no se veían por la época en Colombia. Observó las creaciones realizadas por el hombre y les rindió un homenaje, creando obras como cohetes, puentes colgantes y semáforos, los cuales “al maestro le sorprendía cómo una luz verde hacía avanzar multitudes y una luz roja las frenaba, eso le parecía magia, le recordaba a los dioses griegos, de ahí el nombre de aparatos mágicos”, explicó Buitrago.

Después de sus numerosos viajes y muestras en diferentes partes del mundo, Negret, cansado de la mecanización humana, encontró un nuevo concepto para trabajar su obra, en un estudio que realizó acerca de su descendencia. En él descubre que viene directamente de la hija de Huana Capac y fue “esa gotica de sangre indígena”, como él decía, que lo impulsó a realizar diferentes obras; un homenaje a las culturas precolombinas.

Esto muestra el renovado interés de Negret por las viejas culturas Andinas, le impresionaron sus sistemas de cultivo, su industria textil y simbolizó  el saqueo y la destrucción de las culturas ancestrales en sus piezas.

Los aportes de Negret a la escultura en Colombia son claros, presentar obras de tipo abstraccionista cuando la época no lo permitía, porque los espectadores seguían buscando lo figurativo en su obra.

Durante su carrera varios expertos del arte exaltaron la obra del escultor, convirtiéndolo aún más en uno de los artistas más memorables. Entre algunos está el crítico japonés Masayoshi Honna, quien se refirió a la escultura de Negret como “a una personalísima poesía mecánica”.

Por su parte, el crítico German Rubiano Caballero ha destacado tres aspectos formales de su trabajo: la construcción de objetos, el aprovechamiento del espacio interior de la obra construida y el recurso a repeticiones de carácter modular.



También Marta Traba escribió en 1973 que Negret era no solo el mejor escultor de Colombia y América Latina, sino una de las grandes figuras de la escultura mundial.

“Negret vive”

Como parte de esta celebración los colombianos podrán disfrutar de la exposición  “100 años, Negret vive”, el tributo que este nieto adoptivo del escultor y el mundo del arte le hará a través de 20 fotografías inéditas, que retratan un lado humano nunca antes visto en las diferentes muestras y homenajes que se han realizado años atrás.

A través de la página web de la galería Casa Negret Buitrago se realizará esta exposición , así como también se podrá hacer un recorrido por 110 obras en la casa donde vivía el artista, además de tener la oportunidad de conocer de la mano de Juan Andrés Buitrago la historia de cada una de las piezas.

“Es una biografía desde el punto de vista fotográfico. Estas han sido imágenes que he reunido ya hace un largo tiempo porque en esa época no se tomaban muchas fotos y el material fue difícil de conseguir”.

En estas piezas se podrá conocer la vida social del artista, ya que aparecerán con personajes como Belisario Betancourt, Gaviria, con el presidente Borrero en la condecoración a maestros del arte en la Orden de San Carlos, en 1972, donde incluso también reconocieron el trabajo del destacado Alejandro Obregón.


“Negret aún vive, él se inmortalizó en sus obras. Creo que lo peor que se puede hacer es olvidar a un artista y en el momento en que pase, es cuando muere. Pero mientras lo sigamos recordando las futuras generaciones, él va a seguir viviendo en cada una de sus creaciones”.


Así mismo, incluye fotografías con amigos cercanos del escultor como Cruz Días, el maestro del color, Julio Le Parc, Villamizar, Enrique Grau y Fanny Sanín. También aparecen grandes plumas como Samuel Vásquez o “Samper, quien le sacó tres libros al maestro en el que plasma su biografía, donde inicia un estudio en el que descubre de su descendencia indígena”.

Es así como Juan Andrés, hace cinco años, emprendió su búsqueda de registros fotográficos de Negret con ayuda de sus más grandes amigos, que se convirtió en todo un homenaje para su maestro de vida desde que comenzó a trabajar en la Galería, pues en su búsqueda por mostrar el legado del artista a través de redes sociales logró compilar otra 'joya' más para el arte colombiano.

Negret aún vive, él se inmortalizó en sus obras. Creo que lo peor que se puede hacer es olvidar a un artista y en el momento en que pase, es cuando muere. Pero mientras lo sigamos recordando las futuras generaciones, él va a seguir viviendo en cada una de sus creaciones”.

Creada en noviembre del 2000 por el artista plástico, escultor y promotor cultural colombiano, la galería que resguarda su herencia, está ubicada en el barrio Santa Ana Occidental, al norte de Bogotá. Se trata de una antigua casona de la primera mitad del siglo XX, cuyas características arquitectónicas originales fueron modificadas para adaptarla en su interior a las exigencias de un moderno centro de arte, con amplios y versátiles espacios.

Un centro cultural dedicado a contribuir con la difusión del arte para creadores, entusiastas del arte, coleccionistas, galerías y museos, estudiantes y centros de formación, instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales.

Buitrago asegura que la galería, donde se certifican y restauran las obras, hoy busca delegar esta colección al Gobierno, pues por estar albergadas en su casa original, ubicada en un barrio privado, son menos las personas que disfrutan del legado de Negret.