Para evitar una insolación en la playa: cuatro cosas a saber | El Nuevo Siglo
Se recomienda tomar mucha agua en los días de más calor.
Cortesía Sanitas
Viernes, 26 de Agosto de 2022
Redacción Cultura

Las elevadas temperaturas y un tiempo excesivo de permanencia al sol pueden desencadenar una insolación o golpe de calor, que puede incluso llegar a producir la muerte. El calor excesivo también puede hacer que dejen de funcionar los mecanismos que regulan la temperatura del organismo, de tal modo que esta suba en apenas unos 10-15 minutos hasta los 40 ºC, lo que provoca que el cuerpo pierda mucha agua y se produzca la deshidratación.

Sin embargo, no todas las personas tienen el mismo riesgo de sufrir una insolación. Las personas mayores y los niños son los más expuestos. Pero también los enfermos crónicos, los cardiópatas o los turistas que viajan a países más cálidos procedentes de zonas frías y con pocas horas de sol.


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Prevención

Hidratación: es la más importante de todas. Hay que mantener el cuerpo convenientemente hidratado, bebiendo entre 2 y 2,5 litros de agua al día. Lo más conveniente, especialmente para las personas mayores y los niños, es llevar siempre una botella de agua encima y beber a pequeños sorbos cada cierto tiempo, incluso si no se tiene sed. La fruta y la verdura fresca también contribuirán a una buena hidratación. Hay que evitar las bebidas con cafeína y alcohol, ya que tienen un efecto diurético, lo que contribuye a la deshidratación.

Horas de salida: conviene evitar las horas de mayor calor (entre las 12:00 y las 17:00 horas). La práctica de ejercicio (caminar o correr, por ejemplo) debe realizarse a primera hora de la mañana o a última de la tarde.

Ropa adecuada: de ser ligera, holgada, mejor blanca (rechaza la luz solar) y de algodón, que permita la transpiración. Las fibras acrílicas retienen más el calor y dificultan la transpiración. En la actualidad hay fibras especiales para el sol, que rechazan la radiación ultravioleta.

Sombrero y gafas de sol: es muy importante especialmente en niños y ancianos. Protegen del sol. Los sombreros o gorras deben favorecer la circulación del aire en su interior (no deben ajustarse a la cabeza).