Perspectiva. David Manzur: 92 años de genialidad | El Nuevo Siglo
Cortesía
Sábado, 13 de Agosto de 2022
Redacción Cultura

El artista plástico, uno de los más importantes y reconocidos de Colombia, se refugia en la tranquilidad de su taller, ubicado en Barichara (Santander), que considera “el mejor lugar del mundo para crear”

David Manzur Londoño cumplirá 93 años el próximo 14 de diciembre y se siente con ganas de vivir hasta los 120. Para él la fama no lo es todo; su mayor tesoro ha sido conservar la vitalidad y la genialidad artística que ha plasmado en todas sus pinturas.

Considerado uno de los artistas plásticos más importantes de Colombia, el pintor caldense conserva activa su memoria y las ganas de seguir creando desde su pequeño taller, ubicado en las entrañas del municipio de Barichara, en Santander.

Su voz enérgica deja entrever que a sus 92 años la vida le sonríe. No tiene afán de nada, su vida transcurre con total serenidad y certeza de que ha podido recopilar todo lo necesario, pero también ha logrado corregir lo desacertado de sus andares.

David, como le gusta que lo llamen, está convencido de que no es ninguna voz autorizada para indicar cuál es el legado que deja o dejará con su obra.

Un caldense universal

David Manzur nació en Caldas, pero vivió en Las Palmas de Gran Canaria (España) y más tarde en Guinea Ecuatorial.

En tiempos de la Guerra Civil española (1936-1939) estudió dibujo en el Colegio Claret de Las Palmas, donde conoció cuadros de Francisco Zurbarán (1598-1664); posteriormente regresó a Bogotá, donde ingresó en la Escuela de Bellas Artes, pese a la oposición de su padre. Expuso por primera vez en Bogotá en 1953, antes de viajar a estudiar en la Art Student's League y el Instituto Pratt de Nueva York.

La obra de Manzur ha estado influenciada por el Renacimiento y el Barroco y, según estudiosos de sus cuadros, una de sus innovaciones fue incorporar en sus trabajos tejidos de hilos de nailon coloreados y haber llegado al dominio del mural, el retrato, el bodegón, el desnudo y el vestido.

El pintor colombiano cuenta con el privilegio de exhibir  algunas de sus obras en museos de Estados Unidos, en la Unión Panamericana de Washington, en el Banco Interamericano, en la Biblioteca del Congreso, en el Museo de la Universidad de Oklahoma y en colecciones como la de Loockwood, Cleveland, entre otras.

"Uno no deja legado, yo vivo resolviendo problemas a diario. Si yo valgo, la gente me recordará y si no valgo, la gente no me recordará", apunta.

“En este momento sigo pintando con más energía que nunca. Estoy en la recta final de los 90 años, ya casi pisando los 100 años y me oyes claramente lo que te digo. ¿Sabes por qué? Porque he mantenido una vida sana, con ejercicios, sin drogas y con buena alimentación”, le dice Manzur a EL NUEVO SIGLO, mientras su jocosa risa retumba al otro lado del teléfono. 

Amante de la serenidad y la paz

En definitiva es un ser que ama la serenidad y la tranquilidad. Para él su mejor obra es su vida y se esmera en que sus delgadas manos den las pinceladas correctas en su taller de techos inmensos que dan una claridad ineludible y a su vez muestra la inmensidad de las montañas caldenses.

Todo lo vivido lo convirtió en un hombre resistente y disciplinado en las distintas instancias de su vida. Muy consciente de la importancia del tiempo, la serenidad es su mayor aliada. Siendo muy joven aprendió la necesidad de su cuidado físico: rigurosamente, cada mañana, trota, hace gimnasia; no bebe, no fuma y de vez en cuando le gusta deleitarse con una buena película.

“Comer sano es muy importante y ahora veo que el mundo está en una tónica de lo saludable, de ser más conscientes de las alimentación y eso me parece muy bueno”, recalcó el maestro que en noviembre de 2019 fue condecorado por el expresidente Iván Duque con la Gran Cruz de la Orden de Boyacá, máxima distinción de la República de Colombia.

Desde el principio de su carrera ha estado en la búsqueda de plasmar las imágenes inalcanzables que tiene en su cabeza, y es por eso que aún no contempla una fecha de retiro del mundo de las artes.

“Siento que estoy en mi mejor momento, ahora es cuando he podido trabajar tan claro y en este pueblo (Barichara) de maravilla que tiene la luz, la temperatura y la gente es maravillosa; estoy muy contento de este momento de mi vida”, afirma Manzur, quien ha vivido en España, Canadá, Estados Unidos y África, pero prefiere habitar en Barichara porque para él es “el mejor lugar del mundo para crear”.

Por más años de vida

Reconoce que a su edad los problemas físicos y los malestares se vuelven parte de la vida. Pero eso no le quita el sueño, lo que a él le atañe es la necesidad de vivir por lo menos 10 años más para poder desarrollar todos sus proyectos, que según él son muchos, aunque prefirió guardárselos.

No cabe duda de que la vida del artista colombiano ha transitado por diversas circunstancias, enmarcadas en la guerra, las distintas violencias y la ausencia rotunda de la paz, del amor y honestidad, porque para él la amistad es un don escaso; pero ha contado, sin embargo, con el privilegio de pocos amigos hacia quienes guarda inmensos afecto y gratitud. En el arte, se acercó, conoció y se enamoró de aquellos movimientos definitivos en el proceso del siglo XX, conforme a sus pasiones por el oficio.



“Lo importante es lo que hay detrás de lo que yo hago, por ejemplo, en una etapa de mi vida la obra ‘Ciudad oxidada’ demostraba claramente el problema ambiental en el que estamos entrando. Entonces uno hace eso de una forma muy sutil pero en el fondo se deja constancia de que algo está pasando”, relata Manzur, quien es austero, disciplinado y riguroso. 

Enfático pero mesurado expone sus ideas hiladas en un discurso de asombrosa claridad conceptual. Ama la música como a otra de sus más íntimas compañías; por momentos pudo pensarse que su vocación primigenia rondaría por estos parajes. Podría ser la razón de que laúdes, flautas y partituras parecieran entonar aquellas melodías de sus grandes compositores. Es un artista dueño, además, de esa experiencia que otorga la vida solo cuando se asume intensamente.

Descarta la idea de construir su propio museo porque piensa que si una obra es buena, al final se impone y la historia se encargará de consagrarla en el lugar que le corresponda.

Reconocimiento internacional

Sus obras a menudo son exhibidas en diferentes museos de Colombia. La última se encuentra en la galería Duque Arango,  denominada “Tiempo, espacio y memoria”, en la que se pueden ver varias épocas de su vida, por ejemplo, obras de la serie “Ciudades oxidadas”, naturalezas muertas, caballos y figuras femeninas, sus temas más recurrentes, que incluso aparecen en pinturas firmadas en 2022, también en exhibición.

Sus primeras obras las hizo cuando corría el año 1950, época en la que, influenciado por su tío que era cura, comenzó a pintar y a plasmar sus ideas en papel. De forma intuitiva empezó a dibujar todo lo que había visto en la revolución española, la guerra civil española y luego la guerra mundial.

“Espero llegar a los 120 años porque tengo unos proyectos que exigen mucho tiempo y quiero cumplirlos”, manifiesta el pintor, quien piensa que el cuadro ideal es aquel que todavía no ha hecho porque sigue guardado en su ávida memoria.