Perspectiva. El canto gregoriano de Nivaldo Guinche | El Nuevo Siglo
Nivaldo Guinche le dedica seis horas diarias al ensayo y la dirección coral.
Cortesía Nivaldo Guinche
Jueves, 22 de Septiembre de 2022
Redacción Cultura

Nivaldo Guinche es tenor. Su vida ha estado siempre muy unida a la música gregoriana (llamada así en honor al papa Gregorio Magno) y ese fue precisamente el camino en el que encontró a Dios.

Cuando habla de la sinfonía medieval es inevitable viajar en el tiempo, al pasado, a través de antiguos pergaminos musicales que por años se mantuvieron en los monasterios, pero que con su voz trae al presente esos sonidos que se creían estáticos bajo el polvo y el olvido.

Guinche, bogotano de 40 años, es el director del coro de la Catedral Primada de Colombia, sede de la Arquidiócesis de Bogotá, el mayor templo católico del país y uno de los más grandes de América Latina; también ha sido director asistente del Coro de la Orquesta sinfónica de Bogotá (Fosbo) y ha participado en la Sociedad Coral Santa Cecilia en los últimos 20 años.

El canto le apasionaba desde que era muy joven, especialmente la música sacra, antigua y el canto gregoriano.

Tiene claro que los cantos gregorianos son una poderosa manifestación artística milenaria, donde se encuentra lo humano con lo divino y cuya influencia ha trascendido los siglos para poner en comunión a las nuevas generaciones con la espiritualidad, y que este género representa uno de los tesoros más importantes de la humanidad.

Cantos del cristianismo

Estos cantos litúrgicos se desarrollaron en centros eclesiásticos a partir del siglo IV con el fortalecimiento y expansión del cristianismo. Sin embargo, fue durante el período de Carlomagno (768-814) cuando se constituyen como los cantos oficiales de esta religión.

“El poder dar ese mensaje medieval a través de mi voz es apasionante, porque siento que transmite más de 500 años de historia, de memoria, de culto religioso, de un estilo de repertorio litúrgico que se practicaba en la Edad Media y que sigue vivo en el lenguaje armónico de las iglesias y los coros eclesiásticos”, dice Guinche, quien fue el fundador del coro Filarmónico Prejuvenil de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y también hace parte del coro de la Ópera de Colombia.

Sueño cumplido

Tenía ocho años cuando descubrió que su voz y su espíritu se conectaban con la lírica religiosa. Luego, mientras se formaba académicamente, se fue enamorando del lenguaje litúrgico, de su historia, y tuvo la necesidad de conectarse con los manuscritos antiguos, de entenderlos, tocarlos y adentrarse en ese espacio-tiempo histórico.

Todo ese contexto influyó profundamente en su profesión, en su vínculo con la espiritualidad y en la necesidad de traer al presente las prácticas antiguas del cristianismo, mística que claramente se ve reflejada cuando canta en las misas matutinas que se transmiten los domingos con el Arzobispo de Bogotá, por el canal RCN.

Nivaldo Guinche estudió canto gregoriano en el Seminario de Nuestra Señora Corredentora de Buenos Aires, en Argentina. Allí se especializó en el género y dejó que fuera lo más importante de su vida.



“Tengo una formación en canto lírico y en dirección coral, lo que me ha permitido participar en innumerables ceremonias religiosas de la Catedral Primada y ser el director del coro. En este camino es muy importante desarrollar el gusto por la música gregoriana, entender las formas armónicas, los modales que tiene, sus interpretaciones, saber que estamos frente a un estilo muy puntual, que tiene unas características muy particulares en el abordaje de las piezas, que es un culto religioso, litúrgico, donde te conectas con lo sagrado, con Dios, con la estética de las notas musicales, con el lenguaje que es escrito en latín y en ese tono saber comprenderla para acercarse un poco más a la cultura  gregoriana”, refiere el tenor.

Lenguaje corporal

Conocer el latín ha sido uno de los mayores retos de Guinche. Refiere que el idioma lo lee y lo entiende, poco lo habla, pero en las piezas litúrgicas está capacitado para interpretarlas y dar un buen repertorio musical. Cada vez que lo canta un lenguaje corporal lo acompaña: movimiento de sus manos y gesticulaciones sutiles, una sonora voz y una espiritualidad indiscutible.

Le dedica más de seis horas diarias al ensayo, ya sea dando clases en la catedral o haciendo ejercicios de vocalización para mejorar su repertorio y la flexibilidad rítmica.

“Hay que estudiar cada pieza que se va a interpretar, su contexto, su historia, su mensaje; solo así se puede transmitir lo que dice y así se expresa toda la espiritualidad que contiene”, refiere.

Está consciente de que interpretar este tipo de música clásica no lo volverá famoso ni es el tipo de ritmos que llena estadios, pero eso no le quita el sueño; su mayor deseo es rescatar las piezas musicales sacras del archivo de la catedral, textos que se han mantenido resguardados por más de 500 años.

“Buscamos de alguna manera recuperar ese mensaje; haciendo conciertos en las iglesias, museos, instituciones académicas y lugares donde se realizan las ceremonias litúrgicas. Actualmente es un estilo muy bien recibido en los círculos culturales de Bogotá y en toda Colombia. En este momento hay un gran interés por la música clásica, gracias al trabajo que hace la Orquesta Filarmónica, también por el trabajo musical que hace la Catedral con los conciertos de órgano, de coros. Eso permite que las personas se acerquen más a la música clásica, y específicamente al canto gregoriano”, apunta con optimismo y amor por el estilo medieval.

Para él, cualquier persona tiene la posibilidad de interpretar música gregoriana, siempre que tanga la pasión y el gusto por el género, que su voz  sea sana y, por supuesto, que tenga ciertas habilidades musicales.

“Además, se debe tener un entrenamiento auditivo, una visión comunicativa y un gusto por la música. Mi función dentro de la liturgia es el poder comunicar el mensaje litúrgico, lograr que quienes escuchen puedan conectarse con la espiritualidad de la sinfonía”, afirma Guinche, quien en su preparación tuvo a grandes maestros de corrientes clásicas, como lo fue Alejandro Zuleta Jaramillo, quien fue uno de los grandes exponentes del arte, mentor de muchas de las figuras del canto lírico en Colombia.