Rebelión popular en Egipto llega a Cannes | El Nuevo Siglo
Jueves, 17 de Mayo de 2012

Un año después de la rebelión popular en la Place Tahrir, en El Cairo, "Después de la batalla", del realizador egipcio Yousry Nasrallah, proyectada en Cannes, es la única película abiertamente política en el concurso por la Palma de Oro.

 

Las imágenes de los noticieros de televisión durante los intensos días que llevaron a la caída del régimen de Hosni Mubarak, en febrero de 2011, se integran de manera natural a la ficción que cuenta Nasrallah, una posible historia de amor entre un hombre y una mujer de medios sociales diferentes.

 

Nasrallah rodó "Después de la batalla" en la urgencia, anotando algunas ideas de guión en unas cuantas páginas, saliendo a filmar como un reportero, en el mismo momento en que los acontecimientos se producían.

 

La bella actriz Mena Shalaby interpreta a Reem, una publicista y periodista laica que conoce al musulmán Mahmud (Bassem Samra), uno de los jinetes de la Plaza Tahrir que el 2 de febrero de 2011, manipulado por los servicios del régimen de Mubarak, lanza una carga contra los jóvenes revolucionarios.

 

"Después de la batalla" muestra al espectador detalles de la vida cotidiana egipcia, dando a conocer aspectos que el turista que visita las pirámides jamás podrá percibir.

 

Mahmud es analfabeta y pobre y mantiene a su familia gracias a su caballo, al cual hace bailar, pero los turistas han desertado Egipto a causa de los disturbios.

 

Tras la revolución algunos de sus vecinos saben que él estaba del lado de los represores y su vida se convierte en un pequeño infierno. Su pequeño hijo es humillado y agredido en la escuela por sus compañeros.

 

La posible historia de amor que se insinúa entre Reem y Mahmud simboliza el ambiente de apertura propiciado por la revolución, que supuestamente debe derribar los prejuicios.

En los ardientes debates de esos días se escucha sobre todo la queja de las mujeres por la manera cómo fueron acosadas sexualmente en la Plaza Tahrir por los hombres, que les arrancaban incluso el velo islámico.

 

Yousry Nasrallah describió su película como una carta de amor al pueblo egipcio. "La presencia del filme en Cannes es una hermosa repuesta a los que quieren frenar el arte en Egipto", dijo.

 

"En momentos en que el cine es atacado como si se tratara de algo pecaminoso por los llamados partidos islamistas esta película no es tanto un compromiso político sino un compromiso con el cine", declaró.

 

En su opinión "el interés principal de hacer una película es contar historias sobre seres humanos y mostrar de qué forma el individuo, confrontado a grandes acontecimientos, rehúsa dejarse aplastar por la historia, la historia con H mayúscula".