Rodin vs Picasso, dos titanes unidos por la vena de “un arte nuevo” | El Nuevo Siglo
El escultor francés y el polifacético malagueño son hoy los protagonistas de una muestra en París que devela cómo el estilo de estos artistas tiene tantas similitudes.
Foto AFP
Sábado, 22 de Mayo de 2021
Redacción Cultura con AFP

Auguste Rodin y Pablo Picasso abrieron las puertas de la modernidad y aunque no hay certeza de que llegaran a conocerse, ambos genios compartieron la ambición de revolucionar el arte mediante una constante experimentación, la “adicción” al trabajo y la creación prolífica, según una exposición en París.

Por primera vez, sendos museos parisinos consagrados a Rodin (1840-1917) y Picasso (1881-1973) confrontan el trabajo de estos dos artistas a quienes les separaban más de dos generaciones. El primero ya tenía 60 años cuando el joven español llegó en 1900 a París y descubrió una de las más famosas obras de Rodin, Monumento a Balzac.

Mientras la crítica se mofaba de esta figura de bronce masiva comparándola con una foca, Picasso, de pie frente a ella en una muestra al margen de la Exposición Universal, “tuvo ese instinto increíble de percibir que Rodin había inventado algo nuevo”, explica a la AFP una de las comisarias de la muestra, Véronique Mattiussi.

Fue un “choque artístico”, continúa. Picasso se dio cuenta de que en vez de representar al clásico escritor sentado sujetando una pluma, Rodin “rendía homenaje a la fuerza creativa” del autor representándolo a lo grande, tal un coloso.

Ese alejamiento de la representación fiel a la realidad fue uno de los pilares artísticos de Rodin y más tarde de Picasso, como muestran las más de 500 obras de la muestra repartidas en ambos museos e inaugurada el miércoles con tres meses de retraso debido a la pandemia.

Rodin: referencia del joven Picasso

El interés de Picasso por Rodin no nació no obstante con Balzac, sino con El pensador. El artista español había colgado en su taller de Barcelona una fotografía de la escultura, que sin duda le sirvió de inspiración para su famoso lienzo Grande baigneuse au livre (1937), que ilustra a una bañista en la misma posición reflexiva. 

El malagueño tuvo incluso un “periodo rodiniano” (1900-1917), definido así por el historiador del arte Werner Spies, aunque es probable que ambos artistas no llegaran a conocerse personalmente, pese a tener amistades en común, como el pintor español Ignacio Zuloaga y el escritor Rainer Maria Rilke.


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Durante esos años, Picasso experimentó con el mismo expresionismo de las esculturas de Rodin, a menudo para mostrar desolación y dolor, susceptibles de deformar la fisionomía.

“La figura humana y también la psicología pasaron a ser el centro de la obra de Rodin y luego también de Picasso”, explica Mattiussi, mostrando los rostros desencajados de las Lloronas de Rodin junto a La mujer que llora de Picasso, en el museo Rodin.

En esa misma sala, se confrontan también dos de las obras más conocidas de la historia del arte, revelando una similitud innegable, si bien no son las originales: La puerta del infierno, de Rodin, y el Guernica, de Picasso, dos creaciones monumentales que denuncian la crueldad humana con el mismo lenguaje carnal de cuerpos descompuestos y rostros presos de terror.

Erotismo, una pulsión común y permanente

Pero para ambos artistas el cuerpo no solo expresa dolor. La figura femenina y su representación erótica fue seguramente el “tema favorito” de Rodin y Picasso, que representaron con “obsesión”, según Mattiussi. El beso es la célebre escultura clásica y romántica del francés, pero también un lienzo del español que representa a dos amantes ávidos, unidos por los labios.

La muestra, abierta hasta el 2 de enero de 2022, explora también otras convergencias: desde su apego a la naturaleza y el arte primitivo para simplificar las formas, hasta su inclinación por realizar obras en serie y otras inacabadas.

Para Mattiussi, ambos artistas “jugaban en la misma liga” y su mayor recompensa era “ser los inventores de un arte nuevo”, en épocas de plena transformación. Por ello, estos “adictos al trabajo” se entregaron en cuerpo y alma a una producción prolífica “más allá de toda lógica”, ajenos al “qué dirán” del público y la crítica.

Dos genios

Y es que estos dos genios del arte aún se mantienen vivos en las colecciones y homenajes de prestigiosos museos alrededor del mundo, en los que sus pinceladas y esculturas mantienen vigente en la memoria de la humanidad la historia y el legado de estos referentes del arte contemporáneo, pero ¿Quiénes son Rodín y Picasso?

Pues bien, por un lado, Auguste Rodin fue uno de los ‘padres de la escultura moderna’, un título que logró apartándose de las reglas estéticas que la academia parisina imponía en el siglo XIX, lo que lo llevó a crear una nueva etapa de este tipo de arte.

Su ingenio comenzó a notarse a sus 10 años cuando el escultor francés empezó a dibujar, y aunque en varias ocasiones no logró entrar a la Escuela de Bellas Artes, no impidió que eligiera el camino de la escultura, pues después de ello, en 1885 comenzó a modelar en arcilla, como aprendiz, en el Museo del Louvre.

Su primera escultura fue Busto de Jean Bapttiste Rodin, su padre, pero esta nunca fue llevada a exposición durante sus años de vida. Por eso, es La máscara del hombre de la nariz rota que se considera su primera creación oficial, en 1863.

El vencedor, La era de bronce, San Juan Bautista, Las puertas del infierno, El beso, El pensador, Adán y Eva y Los burgueses de Calais son algunas de sus obras más importantes.


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Por su parte, Pablo Picasso, nacido en Málaga en 1881, además de haber pintado más de dos mil cuadros, no solo dedicó su vida a plasmar su genialidad en los lienzos, sino también creó todo un legado en áreas como la escultura, fue ceramista y grabador.

Influenciado por su padre, profesor de dibujo, inició su formación académica primero en su natal Málaga, luego en La Coruña al noroeste de España, Barcelona, luego en Madrid y por el movimiento vanguardista que acunaba París, se instaló allí en 1904.

Durante este lapso Picasso, a sus 13 años creó el primer retrato, Lola, de su hermana María Dolores, en el que se sobresalen algunos detalles que más adelante resaltan en otras de sus obras. Luego, decidió hacer una serie de Lola.

Sus dibujos, que en ese momento eran a carboncillo y lápiz, imprimían un estilo que iba del simbolismo al postimpresionismo. Sobre el año 1900 a medida que sus retratos de su hermana se iban transformando, también lo hacía este niño prodigio, que pasó a ser un artista radical.

Desde los años 30 y hasta después de los 60, el malagueño sumergió su arte en el mundo de la cerámica, una etapa de la que da cuenta su obra Insecto.