Síndrome de piernas inquietas: ¿cómo identificarlo en niños? | El Nuevo Siglo
Algunos describen la sensación como de algo que trepa, hala o quema en los muslos, las pantorrillas o los pies, como si fueran "insectos".
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Viernes, 25 de Marzo de 2022
Redacción Cultura

Movimientos constantes en la cama, dificultad para conciliar el sueño y una sensación como de insectos que caminan en las extremidades inferiores son algunos de los síntomas del síndrome de las piernas inquietas, que así como se presenta en los adultos también puede afectar a los niños, según afirmó la doctora Julie Baughn, del área de neumología y cuidados intensivos de Mayo Clinic de Rochester, en Minnesota, quien despeja dudas sobre los signos de alerta y cómo tratar a quienes lo padecen.

A esta afección también se le denomina enfermedad de Willis Ekbom, por los apellidos de los médicos que la describieron por primera vez.

Igual que en los adultos, los niños con este trastorno tienen sensaciones en las piernas que les dificultan quedarse o permanecer dormidos. Cuando la molestia se presenta con regularidad, podría tratarse del síndrome de las piernas inquietas, considerado como un trastorno del sueño.

Este padecimiento se presenta en alrededor del 2% de los niños en edad escolar. Puede ser hereditario, de modo que es probable que el padre o la madre de los niños que experimentan estos síntomas también lo tengan. 

Similar a lo que ocurre con los adultos, esta enfermedad puede hacer difícil que un niño duerma bien por la noche, pero no lleva a otros problemas de salud infantil. Existen tratamientos que, generalmente, reducen o eliminan el síndrome de las piernas inquietas.

Al principio puede ser complicado diagnosticar en un niño esta afección, caracterizada por una urgencia desagradable e incómoda de mover las piernas. Algunos la describen como una sensación de que algo trepa, hala o quema en los muslos, las pantorrillas o los pies. Los niños pueden describirla como “insectos” o algo parecido.

La sensación se alivia temporalmente al levantarse y caminar, cambiar de postura o estirar las piernas. Los niños también tienen lo que se conoce como “dolores del crecimiento”, que normalmente van desapareciendo y no se relacionan con ninguna necesidad de moverse.

Los síntomas del síndrome de las piernas inquietas normalmente empiezan por la noche, después de que la persona haya pasado tiempo sentada o acostada por un rato. Estas señales también pueden presentarse durante el día, cuando la persona está sentada, pero normalmente empeoran en la noche. A veces los niños tienen estas sensaciones mientras están sentados en el automóvil o en el aula.

Muchas personas sienten ligeros espasmos en las piernas, a medida que se quedan dormidas. Estos movimientos se conocen como “sacudidas hípnicas” y son parte normal de quedarse dormido; es decir, no se relacionan con el síndrome de las piernas inquietas, porque, en este, la sensación es mucho más incómoda y suele hacer difícil conciliar el sueño y mantenerse dormido.

En ocasiones, también las torceduras musculares o ligamentosas pueden malinterpretarse como síndrome de las piernas inquietas. Sin embargo, una torcedura suele aliviarse con reposo, mientras que el síndrome de las piernas inquietas empeora al mantener quietas las extremidades.

Los médicos generalmente diagnostican el síndrome de las piernas inquietas con base en los síntomas. En los niños, los síntomas pueden aparecer pronto, hacia los cinco o seis años. El trastorno de déficit de atención con hiperactividad puede coexistir en alrededor del 30% de los niños que presentan el síndrome de las piernas inquietas.

No es necesario hacer estudios del sueño, a menos que el niño sea incapaz de describir bien los síntomas, pues según la etapa de desarrollo evolutivo en la que se encuentre, puede resultar difícil para el niño describir estas sensaciones raras en las piernas; por ello, es importante hablar con su médico acerca de las alternativas.



¿Cómo hacerle frente?

El tratamiento del síndrome de las piernas inquietas se enfoca en aliviar los síntomas. Tomar un baño en agua tibia, masajear las piernas y aplicar compresas frías o calientes calma los síntomas. Hacer con regularidad estiramientos y, luego, ejercicio moderado, así como establecer buenos hábitos para el sueño también hace una diferencia. Consumir cafeína, alcohol o tabaco desencadena o empeora los síntomas.

Los estudios muestran que consumir una alimentación con poco hierro puede contribuir al síndrome de las piernas inquietas. Algunos niños pequeños consumen mucha cantidad de leche de vaca y eso puede llevarlos a tener un nivel bajo de hierro. Por ello, vale la pena hablar con el pediatra para revisar el nivel del hierro en la sangre del niño.

Si se encuentra bajo, puede ayudar ofrecerle alimentos con alto contenido de hierro, como carnes rojas, verduras de hoja verde, habichuelas o legumbres en general y pan, cereales o fideos fortificados con hierro. Su médico podría recomendar un suplemento de hierro, lo que suele ser la primera alternativa en el tratamiento de los niños.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos no ha autorizado ningún medicamento para el síndrome de las piernas inquietas en los niños. No obstante, cuando el pequeño no responde a otras medidas tomadas para controlar los síntomas, un doctor especialista en medicina del sueño puede considerar ciertos medicamentos.

En los adultos, cuando los cambios en el estilo de vida no bastan, existen medicamentos que pueden reducir los síntomas propios del síndrome de las piernas inquietas. Se ha demostrado que los medicamentos ayudan y entre ellos están los que afectan una sustancia química del cerebro, llamada dopamina. La función de la dopamina es enviar mensajes desde el cerebro al cuerpo para controlar los movimientos musculares. Los investigadores creen que el síndrome de las piernas inquietas se vincula con poca actividad de la dopamina en el sistema nervioso.

Tenga presente que ciertos medicamentos pueden empeorar los síntomas del síndrome de las piernas inquietas, como algunas pastillas para dormir que son de venta libre y contienen difenhidramina, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los antieméticos (contra las náuseas). Revise los medicamentos actuales con el proveedor de atención médica. Ese profesional puede recomendarle sustitutos, según corresponda, para controlar el síndrome de las piernas inquietas.