“Sumercé”, la historia en pro de los páramos colombianos | El Nuevo Siglo
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Martes, 9 de Junio de 2020

LA LUCHA por defender los páramos, fuentes indispensables de agua, es el punto de partida de “Sumercé”, la cinta dirigida por Victoria Solano quien devela el rostro de tres líderes campesinos que están al frente de esta iniciativa.

Colombia posee el 59% de los páramos del mundo. Estos ecosistemas cuentan con la capacidad de fijar carbono, similares al Amazonas. Estas “fábricas” de agua producen un litro de agua al día por cada metro cuadrado. Casi 500.000 personas viven y trabajan en ellos y son determinantes en gran parte de la producción de alimentos del país.

Pero aquí termina el idilio. En las últimas décadas se han privatizado páramos y se ha permitido que multinacionales mineras los exploten y de eso precisamente habla la directora Victoria Solano en “Sumercé”, su nueva producción, esta vez para cines y que ante los cierres de las salas por la pandemia del corononavirus, tendrá su estreno en la plataforma Mowies, donde estará dispuesta para el público a partir de este 11 de junio.

“Es la historia de resistencia de seres humanos inquebrantables como las montañas combativas y poderosas. “Sumercé” es mantenerse en pie ante los poderosos dispuestos a fracturar el futuro del pueblo. Es la historia de aquellos que protegen nuestras raíces y cuidan nuestro futuro, incluso en momentos de crisis, incluso en momentos tan adversos como los que enfrenta hoy el mundo por una pandemia”, señala Solano.

En entrevista con la directora del filme, Victoria Solano, habla acerca de la historia y el entorno que rodea el universo de este novedoso documental

¿Cuál es la historia de “Sumercé”?

El tema de los páramos lo encontré caminando hacia Tunja, hacia donde me dirigía para llevar toda la documentación que tenía sobre las semillas, y que no necesariamente estaba dentro del documental, a los líderes que estaban negociando con el Gobierno y podían lograr un cambio.

Mientras iba, de bloqueo en bloqueo en el paro agrario, conocí a un montón de líderes que me explicaron sobre las dificultades que tienen para sacar adelante los cultivos y los precios que les dan por sus productos, pero también se hizo evidente el muy grave problema de los páramos en sus tierras. Empezaba a haber licencias mineras, noticias de zonas protegidas, rumores de situaciones ocurridas con gente en parques y que algo iba a pasar con los páramos. Así, poco a poco, surgió la temática puntual de la película: el conflicto que hay entre proteger a los páramos y sus habitantes o entregar los páramos a la minería.

En “Sumercé” se muestra cómo a los campesinos les prohíben sembrar en el páramo, pero lo abren a la minería…

Ese es el corazón del debate, porque a pesar que celebramos que la Corte sacara una sentencia para cuidar los páramos, nos sorprendió que pusiera al mismo nivel a la minería, a la agricultura y a la ganadería, cuando de la minería a gran escala no se vuelve. Los páramos quedan convertidos en parqueaderos, porque nunca recuperan sus capacidades de gran ecosistema. La agricultura a gran escala también daña el páramo, pero hay una diferencia notable, y es que después de ella el páramo puede volver; se recupera.

¿Y qué pasa con la agricultura y la ganadería a pequeña escala?

Los páramos han sido cuidados por los campesinos que los habitan. En las fincas de zona de páramo la gente no usa el 50% o el 30% del terreno, porque eso fue lo que aprendieron de su papá y su mamá. Si ese cuidado no se tiene, la reserva de agua se va, y sin ella, se mueren las vacas, se acaba la vida. Lo que nuestros campesinos saben hacer, es cuidar el páramo. Entonces, no es posible meter en una misma bolsa a una multinacional minera que a una persona que tiene dos o tres vacas y un cultivo que sabe rotar, y que además tiene la voluntad de aprender, porque ningún campesino quiere dañar su entorno.

También deja claro que esta gran minería no es colombiana

Nuestra lucha siempre está enfocada en contra de la gran minería, que efectivamente no es colombiana, porque exige altísimos niveles de inversión en muy poco tiempo. La minería de El Cerrejón es extranjera, la de Antioquia es sudafricana y la que está en Santurbán es de Emiratos Árabes Unidos.

Estadísticamente no se puede saber quién es el que hoy daña más, porque hay una problemática que también está relacionada con la frontera agraria, que se está corriendo cada vez más por múltiples motivos, como la importación de alimentos. Hace mucho los campesinos tienen que producir a más bajo costo y usar agroquímicos y agrotóxicos, bajo la amenaza de que, si no los aplicaban, los cultivos no resistirían las enfermedades.

Paradójicamente, el propio Estado que hoy expropia campesinos porque contaminan o dañan el páramo, es el que promovió el uso de estos productos. Pero el dato que más nos escandaliza es el de los 40 litros de agua por segundo, usados durante la construcción de Santurbán.