Teresita Gómez Arteaga es una de las pianistas más destacadas y queridas en el contexto musical colombiano. Esta reconocida pianista nació en 1943, en Medellín. Inició su formación a los cuatro años en el Instituto de Bellas Artes, de la mano de las profesoras Marta Agudelo de Maya y Anna María Penella.
Han pasado 66 años desde que esta talentosa colombiana le entregó su vida a la música, razón por la que el próximo miércoles la Orquesta Filarmónica de Bogotá le hará un homenaje con un íntimo repertorio que incluye obras de Bach, Kreisler, Dinicu, Benjamin y Primrose.
El evento será a las 6:00 p.m., a través de www.espaciofilarmonico.gov.co. Sin duda, a pesar de las circunstancias y lo difícil que fue su niñez, Gómez le ha dedicado su vida entera a la música. Estudió con algunos de los mejores pianistas del mundo y ahora entrega ese conocimiento a sus estudiantes, en diferentes universidades. Con gran éxito se ha presentado internacionalmente, y ha sido reconocida por la calidad de su interpretación.
Su vida personal no ha sido nada fácil. La pianista nunca conoció a sus padres naturales, quienes la abandonaron siendo una bebé, en las puertas del Palacio de Bellas Artes, donde fue adoptada por Valerio y Teresa, los vigilantes del lugar. Creció entre instrumentos musicales, sobre todo pianos, y en las noches solitarias pulsaba las teclas del más grande, el de cola. Desde los cuatro años recibió clases con Marta Agudelo y Anna María Penella, allí mismo en Bellas Artes. En 1959 pasó a estudiar a la Universidad Nacional, y el maestro Harold Martina le dio clases entre 1964 y 1966, cuando se graduó como concertista y profesora de piano Summa Cum Laude.
En el Festival de Cartagena
La célebre pianista antioqueña protagonizará dos conciertos en el Cartagena XVII Festival de Música. No solo es una de las artistas más celebradas del país, sino que compartió en su juventud con compositores e intérpretes icónicos de nuestra música y ahora, cuando está por cumplir 80 años, también se ha interesado en interpretar en su piano las composiciones de autores nacionales contemporáneos como Jorge Andrés Arbeláez.
Una muestra de ese espíritu artístico se podrá disfrutar en el Festival de Música y que tendrá como una de sus principales invitadas a Teresita Gómez. La pianista se presentará el jueves 12 de enero, a las 7:00 p.m., junto a la Orquesta Filarmónica de Mujeres, bajo la batuta de Paola Ávila, y el viernes 13, a las 4:00 p.m., en un recital en solitario en el que interpretará piezas de Luis Antonio Calvo, Gustavo Yepes y Adolfo Mejía, entre otros.
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Camino espinoso
Fuera de los escenarios, Teresita perdió un hijo, dejó de tocar el piano por tres años luego de una cirugía en una de sus manos y fue detenida por supuestos vínculos con el M-19; pese a todo eso, supo levantarse de los golpes de la vida y con sus tres hijos salió adelante, con ayuda de Bach y de la meditación.
Nada la afligió ni la detuvo en su camino a ser una gran pianista. Ni siquiera la prohibición de acercarse al piano cuando era niña, puesto que no le permitían estar cerca de las niñas blancas de la alta sociedad que tomaban clases en Bellas Artes. No obstante, la música la llamaba desde el fondo de su ser. Por las noches, cuando Valerio, su padre, salía a hacer la ronda del palacio, ella lo acompañaba y aprovechaba para tocar lo que había escuchado durante el día. Sin duda, sus pequeños dedos ya intuían la grandeza de Mozart.
En aquel mundo, Teresita creció sabiendo que ella era distinta. Pero ella amaba la música, y a escondidas empezó a tocar pequeñas piezas al piano, que había aprendido intuitivamente. Como en un cuento de hadas, la niña tocaba el piano a solas, por la noche y en secreto, hasta que una maestra la descubrió: “¡La negra está tocando el piano!”, exclamó al verla. Pronto esa misma maestra entendió que estaba ante una niña prodigio y se ofreció a darle clases de piano a escondidas. Poco después, Teresita obtuvo la oportunidad que merecía: estudiar piano con el resto de las niñas. Teresa Gómez ofreció su primer concierto como solista con tan solo 10 años.
Esos fueron sus inicios, sus espinosos comienzos marcados por su color de piel. Hoy en día es una de las artistas más destacadas del país por su indiscutible manera de tocar el piano.
Trascendió fronteras
El talento de Teresita ha sido reconocido fuera de fronteras. Quizá el período más fértil de su formación fue entre 1983 y 1987, cuando el presidente Belisario Betancur la envió como agregada cultural a la Embajada de Colombia en Berlín, donde logró desarrollarse y darse a conocer aún más como artista.
Allí compartió experiencias artísticas con grandes de la música como Ruggiero Ricci, Jean Pierre Rampal, Barbara Hesse o Paul Tortelier. También resonaron en esas salas internacionales piezas de Bach y Bethoven o de artistas colombianos como Guillermo Uribe Holguín, Adolfo Mejía, entre otros más.
En Colombia siguió demostrando, por medio de sus interpretaciones, lo invaluable que fue la música para ella, con todos los pormenores e injusticias que vivió, pero que hicieron que se convirtiera no solo en una prestigiosa artista, sino en una mujer fuerte y orgullosa de sí misma.
La artista ha participado en diferentes agrupaciones a lo largo de su carrera como el Conjunto Colombiano de Música Contemporánea, el Quinteto de Bogotá, el Trío Frank Preuss, la Ópera de Medellín y Ópera de Colombia, además de estar en eventos de gran escala como distintas ediciones del Festival Bach en Medellín y Bogotá, así como en el Festival de Música Religiosa en Popayán.