VII versión del Premio: Euforia ganó | El Nuevo Siglo
Miércoles, 27 de Agosto de 2014

Una historia muy bien construida, con honestidad y sin pretensiones, que logra retratar el sentido de la amistad entre dos personajes entrañables, Jacobo y Juan Camilo, cuya relación crece entre la cotidianidad, la sorpresa de la enfermedad y la muerte.” Con estas palabras el jurado del VII Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor – Biblioteca Luis Ángel Arango describió Euforia, obra del escritor antioqueño Juan Fernando Jaramillo Montoya (1993), que se anunció ayer 26 de agosto como ganadora de la VII versión del Premio.

 

El Premio contempla la publicación del libro y la entrega USD $10.000, por parte de la Fundación SM, como anticipo a los derechos de autor.

 

Escrita en un lenguaje coloquial “que acorta distancias y provoca emociones auténticas”, según ratificó el jurado, Euforia está basada en una historia real, la de Juan Camilo, un niño antioqueño que el autor no conoció personalmente, pero a quién se acercó a través de las historias y los recuerdos que de él guardan sus padres y su mejor amigo.

 

“La novela habla de la muerte y de cómo dos niños la entienden y la asumen, no desde un punto de vista místico en donde aparecen ángeles y viajes largos al cielo, que es como comúnmente se la explican a los niños, sino desde una perspectiva real que supone hacer frente a un acontecimiento doloroso y al mismo tiempo comprender que no es el final, que la vida sigue y que depara muchas cosas más”, explica el autor.

 

Sobre Juan Fernando Jaramillo Montoya

 

Nació en Medellín, Antioquia, en 1993. Es estudiante de tercer semestre de Literatura en la Universidad Pontificia Bolivariana. Publicó su primer cuento, “23 de marzo”, en la revista de estudiantesPensamiento Humanista. Llegó a los libros gracias a la argentina Liliana Bodoc, desde entonces las historias –en todas las formas posibles– se han convertido en su vida entera. Afirma que cree en el verdadero amor, en la bondad de los extraños y en la filantropía. En general, se considera a sí mismo un partidario de las causas perdidas.