En las selecciones finalistas del Mundial de Rusia se habla de las atajadas de Lloris y Suvasic, o de la endiablada gambeta de Mbappé y la experiencia, talento y entrega de Modric, pero detrás de ellos hay dos jugadores que han venido haciendo un trabajo silencioso y muy efectivos: N’Golo Kanté y Mario Mandzukic.
El centrocampista galo tiene una labor complicada, pues su trabajo en la final del Mundial frente a Croacia consiste en marcar a Modric, volante del Real Madrid, quien llevó a su selección a esta instancia por primera vez en su historia.
Por su parte, Mandzukic ha demostrado que cuenta con las cualidades necesarias para transformarse en campeón del mundo, lo que deja una disputa muy pareja entre dos jugadores que van por el mismo objetivo.
El atacante croata Mandzukic corrió muchísimo en las semifinales contra Inglaterra antes de marcar el gol que clasificó a su país para la final del Mundial (2-1 en alargue). Igual que corría ya hace veinte años en su ciudad, en Slavonski Brod, por las orillas del río Sava, en la región de Eslavonia, al este del país, en la que forjó su mentalidad de atleta de élite.
Su primer entrenador, Damir Ruhek, tiene hoy 58 años y sigue trabajando para el NK Marsonia Slavonski Brod. Su primer maestro del fútbol recuerda aquel 1996 y el regreso a su ciudad natal del pequeño Mandzukic, después de unos años en Bosnia y luego Alemania, donde había sido cobijado durante la guerra en los Balcanes.
“Cuando llegó, no podíamos usar el campo principal, destruido por los bombardeos de la guerra. El estadio está ubicado a lo largo del Sava y, de la otra margen, estaban las fuerzas serbias”, cuenta el entrenador.
“Los chicos más grandes se entrenaban en el campo de juego anexo, pero a los más chicos les hacíamos sobre todo correr... Del estadio a las playas de Poloj, donde se entrenaban, hay más de 2,5 kilómetros”, explica.
“Para llevarlos hasta allí, ponía a los dos arqueros en el auto (...) pero los otros tenían que correr. Y el pequeño Mario Mandzukic era siempre el primero. Un milagro”, revela.
A los 17 años, el joven Mandzukic corría 3,35 kilómetros en doce minutos, comenta su profesor de gimnasia que siguió durante seis años la explosión del futbolista en el Slavonski Brod, equipo de una comunidad de 50.000 habitantes.
También recuerda el perfeccionismo de su pupilo, de su insatisfacción sobre su rendimiento los días en que no anotaba los goles del equipo.
Tras una única temporada en el club que hoy disputa la tercera división, Mario se marchó a la capital para militar en el NK Zagreb y luego pasar al gigante Dinamo Zagreb, donde brillará principalmente en Copa de Europa.
Posteriormente, se va al extranjero y se convierte en ‘Súper Mario’ para sus compatriotas, primero en el Wolfsburgo y más tarde en los gigantes Bayern Múnich, Atlético Madrid y actualmente Juventus de Turín, donde compartirá vestuario con Cristiano Ronaldo, flamante incorporación de los italianos.
Pese a su éxito internacional, Manzukic jamás olvidó al NK Marsonia, donde hizo su debut profesional otro gran número 9 de la selección croata en el pasado, Ivica Olic.
“Cada año, realmente cada año, Mandzukic viene y trae camisetas y botas para los niños de la escuela de fútbol. Hace algunos años, nos dio dinero para rehacer nuestro vestuario y sus duchas. No nos ha olvidado”, señala Ruhek.
El jueves pasado, la comuna de Slavonski Brod lo declaró ciudadano ilustre. Según el alcalde Mirko Duspara, es “un fantástico deportista, pero más aún un hombre de gran corazón”.
Con 32 goles, ‘Súper Mario’ es hoy el segundo máximo artillero de la historia de Croacia, detrás de otro niño de Eslavonia, un tal Davor Suker, nacido en Osijek, a unos cien kilómetros al norte de la casa de Mario.
Kanté y su labor
¿Existe alguien que pueda criticar a N’Golo Kanté? Compañeros, entrenadores, rivales, expertos, hinchas, patrocinadores y muchos más saludan unánimemente las cualidades deportivas pero también humanas del centrocampista recuperador francés, quien hace cinco años jugaba en la tercera división francesa.
El primer jugador de los ‘Bleus’ que originó los primeros cantos de su hinchada en Rusia no fue Antoine Griezmann, ni el astro Kylian Mbappé, ni tampoco Raphaël Varane o Paul Pogba. “Es amable, pequeño, se va a comer a Lionel Messi, pronto en los Campos Elíseos, N’Golo Kanté”, recitaban los aficionados galos en la antesala al duelo con los gauchos.
El volante del Chelsea se impone como uno de los mejores recuperadores del torneo. “No hace ruido, pero efectúa un trabajo monstruoso”, observa para la AFP otro exjugador francés de origen africano, Rio Mavuba, también especialista en la materia. “Siempre tiene sentido colectivo en su juego”, aclara.
¿Quién se esconde detrás de esa lluvia de elogios? Un jugador muy tímido de 1.68, siempre sonriente y discreto fuera del campo de juego, pero que da volumen de juego y exhibiciones de anticipos en el césped, donde realmente habla. Con él, “jugamos con doce hombres en el terreno de juego”, comenta Olivier Giroud, aludiendo a su capacidad infatigable de correr y marcar. “Va por todos lados, tiene quince pulmones”, se suma Paul Pogba.
Mejor jugador de la Premier League inglesa en 2017, ganador del título con Leicester en 2016 y con el Chelsea en 2017, podría convertirse en campeón mundial hoy.
Paradojas de la vida, en 2013 jugaba en la categoría National de Francia, equivalente a una tercera división francesa, con la camiseta del Boulogne, en el noroeste del país, antes de pasar al Caen, quien lo adquirió por poco dinero.
“Tal vez la gente que lo supervisaba no se tomó el tiempo suficiente. Su principal inconveniente es su talla. Pero para mí, al contrario, es una ventaja”, explicaba antes de la Eurocopa-2016 su exprofesor Piotr Wojtyna.
En Caen, este muchacho de familia numerosa había llamado la atención del entrenador argentino Marcelo Bielsa, una noche en la que el equipo de Normandía se cruzó con el Marsella y el público del estadio Vélodrome quedó con la boca abierta por su hiperactividad en la medular, en un partido en 2015. El ‘Loco’ lo pidió para el OM, pero Kanté optó por marcharse al Leicester, que puso sobre la mesa 8 millones de euros, en lo que terminó siendo un gran negocio de cara al futuro.
Tres temporadas más tarde, es titular indiscutido de Francia y todo el mundo lo adora, compañeros o incluso el presidente de la Federación Francesa, Noël Le Graët. “Tiene muy buena técnica. Da la sensación que no juega, de lo bueno que es. Anticipa todo el tiempo”, dijo.