Santa Fe, como el Ave Fénix | El Nuevo Siglo
Santa Fe
Lunes, 28 de Octubre de 2019
Alejandro Munévar

Pareciera que la historia de Santa Fe estuviera marcada y destinada siempre a tener algo de sufrimiento. Los títulos no valen si no son sufridos, las victorias no cuentan si no es hasta el último minuto que se consigue el resultado, los trofeos tienen más sentido si el camino para llegar a ellos fue turbio y escabroso.

Desde que tengo memoria Santa Fe ha sido sinónimo de lucha, de sufrimiento, de garra, de tesón. Corría el año 997 cuando por cuestiones del azar, el cuadro cardenal llegó a entrenar al Colegio Gimnasio del Norte, digo azar porque el dueño del colegio era un profeso hincha de Millonarios, en medio de la crisis que vivía el equipo en aquel entonces empezó a crecer una ilusión en muchos niños y niñas que veían con admiración y asombro a los hombres vestidos de rojo y blanco que llegaban en las tardes a entrenar al colegio.

Muchas fueron las veces que me escapé de clase unos minutos antes del final para llegar corriendo al bus del Santa Fe, un aparato blanco con rojo destartalado, solamente para ver a los jugadores bajar y dirigirse a los camerinos, las charlas que lograba mantener entonces de apenas una o dos preguntas parecían eternas en mi infantil cabeza, terminaba las cortas conversaciones orgulloso y con el pecho hinchado de emoción, una emoción que solamente un niño puede sentir, al final no existía nada más emocionante en ese entonces que los ídolos que se veían en la televisión fueran mis “amigos”.

La admiración y emoción que me generaba ver los entrenamientos o compartir dos o tres palabras con los jugadores o el conductor del bus, me llevó a interesarme por ver al equipo en la televisión, por comprender un poco más el fútbol y lo que él significa. Cuando empecé a comprender la realidad del equipo, en vez de desalentarme me hizo sentirme más identificado, Santa Fe no ganaba, no era campeón y difícilmente lograba ilusionar a las personas, pero algo había nacido en esas tardes de colegio y ya no había vuelta atrás.

Crecí en medio de una generación que vio campeón al América de Cali cientos de veces, que sintieron emoción al ver a Nacional y unos cuantos que se jactaban de ser hinchas del más veces campeón en ese entonces y para serles sincero Santa Fe no daba pie con bola, era quizá más fácil abandonar el barco antes que se hundiera y alentar a cualquier otra divisa, sin embargo, había cosas más importantes que ganar, no rendirse, no entregarse en ese momento, como ahora es fundamental, una de las enseñanzas que me dejó el Santa Fe de aquellas épocas, garra, espíritu combativo, esas ganas de dejar hasta la última gota de sudor en el campo.

Si bien Santa Fe no ganaba, dejaba enseñanzas, aprendía más de la vida que del propio fútbol, semana tras semana ver a 11 leones batirse en el campo tratando de no perder, sin entregarse era más gratificante que las pocas victorias que había en ese entonces.

Dichosos los que creyeron

Pasaron muchos años hasta que Santa Fe salió campeón de algo, fueron tiempos de burlas, de ver a los compañeros celebrar triunfos, victorias y títulos, mientras que desde una esquina aprendíamos a perder, nuestro tiempo llegaría. Fue en 2009 cuando la historia empezó a cambiar, la obtención del título de Copa Colombia marcó un antes y un después, en 2012, tras 37 años sin títulos de liga, el cuadro cardenal derrotó al Pasto en el Campín y todo cambio, quienes crecimos y aprendimos a creer sin ver al equipo campeón fuimos felices, dichosos al ver el triunfo cardenal.

El comienzo de 2019 me hizo recordar aquellas épocas de colegio, en donde Santa Fe no ganaba, donde cada victoria era como un título, ahora con el pasar del tiempo y un poco más curtido al haber visto al Santa Fe perder más de una vez títulos en casa, yo que viví de cerca esa campaña nefasta de 2007 cuando terminó el equipo último y el panorama era oscuro, sabía que de alguna u otra manera se iba a levantar, que al descenso no se iba a ir, porque los leones no se rinden y pelean hasta la muerte de ser necesario.

Al igual que en otras oportunidades, tuvieron que pasar varias cosas para que el Santa Fe saliera avante. Juan Andrés Carreño, quien confeccionó la nómina que hoy tiene al cuadro cardenal clasificado dentro de los ocho, renunció a la presidencia por la presión ejercida dentro del grupo directivo y la afición, que no soportaba ver al equipo sin alma, sin espíritu, sin deseos, cada tres días hacíamos cuentas, calculadora en mano y el descenso era inminente, parecía que el Santa Fe hubiera perdido su identidad, que los feroces leones fueran tiernos gatitos, faltaba confianza, amor propio, pero como dice el dicho, lo imposible solo tarda un poco más en llegar.

Ante el todo poderoso Nacional, Santa Fe se impuso y probó las mieles de la victoria tras 10 meses sin saber lo que era ganar, después vino el Medellín, Millonarios, y una racha de siete partidos ganados sin recibir goles, dos empates ante el Cali y el Huila. Todo bajo el mando de un hombre que en silencio trabajó buscando poner al Santa Fe en el lugar del cual nunca debió irse, lo más alto de la tabla.

La responsabilidad que tenía según el ahora presidente Eduardo Méndez era como interino alejar a la divisa del descenso, pero no solo lo logró, sino que también metió al equipo en los ocho, algo que al comienzo de su gestión parecía imposible.

El tolimense Harold Rivera, que venía de hacer una decorosa campaña con el Unión Magdalena, que siendo sinceros no contaba con los pergaminos necesarios para llegar a dirigir como decía el ‘Emperador’ que en Paz descanse Marco Antonio Bustos, al glorioso y siempre altivo Santa Fe.

Para muchos de los jugadores, algunos prácticamente desechados de otros equipos, que carecían de confianza no fueron necesarios los pergaminos, sino creer, como ha sido una constante con el Santa Fe durante toda su historia, creer, creer cada vez más fuerte.

Líneas aparte merece el presidente del Santa Fe, Eduardo Méndez, quien durante su primera gestión al frente del cuadro recibió al equipo quebrado y lo entregó saneado totalmente y hoy una vez más al borde de la quiebra está logrando lo imposible.

A veces es necesario recoger las palabras dichas, las ideas expresadas, hace unos días recién llegó de Santa Marta a dirigir el cuadro Cardenal y cuando el equipo estaba en la penúltima posición de la tabla de clasificación y ni el más optimista de los optimistas daba un peso por Harold Rivera, con cinco partidos dirigidos, desde esta esquina cuestionamos al técnico, hoy debemos reconocer que nos tapó la boca, que a punta de resultados nos ha hecho volver a recordar el Santa Fe amado, nos hizo creer, creer más fuerte.