Aileen Lee, fundadora de la firma de capital riesgo Cowboy Ventures, acuñó el término unicornio en un artículo publicado en TechCrunch en 2013 para referirse a las empresas valoradas en más de USD 1.000 millones.
De acuerdo con las estimaciones de Lee, cada año cuatro nuevas empresas pasaban a formar parte de la lista de los unicornios. Pero eso era en 2013.
Ya para el 2019 salieron al mercado estadounidense más de 200 startups, de acuerdo con el medio especializado en tecnología Techcrunch, mientras que los inversionistas inyectaron más de USD 295.000 millones en esas compañías.
En la pasada década, pequeñas empresas se convirtieron en monstruos del mercado mundial, con inversionistas de alto riesgo que dejaron sus fortunas en ellas. Sin embargo, estas empresas ahora están afrontando grandes retos en materia regulatoria, laboral y de transparencia.
En septiembre de 2019, el mundo de los bienes raíces se sacudió con la noticia de que WeWork tuvo que aplazar su oferta pública inicial (IPO) por posibles factores que van desde una evaluación económica sobrevalorada hasta acusaciones de abuso de poder de su ex CEO, Adam Neumann. La empresa que prometía cambiar la forma en la que el mundo trabaja, anunció un mes después el despido de 2.400 empleados, en un esfuerzo por reducir sus costos.
Por otra parte, la startup Theranos llegó a Sillicon Valley para, literalmente, desangrar a los inversionistas. En un intento por democratizar el acceso a costosos exámenes de laboratorio en EEUU, su CEO, Elizabeth Holmes, convenció a capitalistas de alto riesgo para invertir USD 700 millones para crear Edison, una máquina que obtenía datos de todo tipo a partir de una pequeña muestra de sangre.
Sin embargo, después de que se comprobara que Edison era una estafa, ya que la máquina no servía, Holmes despidió al 40% de los empleados, y en 2018 Forbes redujo su fortuna de USD 4.500 millones a cero. En agosto de 2020 iniciará un juicio por fraude contra ella y contra el exdirector de operaciones de la compañía.
Además de los problemas éticos, la privacidad de los usuarios de las plataformas que constituyen los unicornios es otro reto de dichas empresas. En febrero, la aplicación de videos TikTok fue multada con USD 5.7 millones por violar la ley de privacidad de menores, según la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos.
Aunque esta app es un éxito entre los jóvenes, varios gobiernos ven con preocupación cómo usuarios menores de 13 años pueden acceder a contenidos sensibles y pueden estar siendo víctimas de robo de información.
Los unicornios latinoamericanos tampoco han estado exentos de problemas legales y éticos.
En diciembre, el CEO de Rappi, Simón Borrero, fue demandado por tres personas por supuestamente robarle la idea que lo convirtió en el emprendedor más exitoso de la historia reciente de Colombia. Además, la empresa ha afrontado investigaciones por descuentos en tarjetas de crédito sin autorización e incumplimiento de ofertas, además de la explotación laboral que los "rappitenderos" empezaron a denunciar en 2019.
A estos escándalos se suma la naturaleza de los fondos de inversión dispuestos a arriesgar su capital para encontrar al nuevo unicornio. Softbank, Sequoia Capital, Insight Partners y Tiger Global Management son algunos de los conglomerados con mayor participación en este mercado.
Precisamente, The New York Times puso entre las cuerdas a Softbank (inversionista de Uber, We Work y Rappi) el pasado mes de noviembre, cuando aseguró que dicho fondo japonés ha invertido “dinero en nuevas empresas que utilizan ejércitos de contratistas…que ha definido la última década de la inversión inicial [y] ha creado oportunidades de trabajo. Pero entre las personas que dependen más de estas empresas el descontento está creciendo”.
El diario documentó protestas contra nuevas empresas financiadas por SoftBank en Nueva York, Bogotá, Madrid y Mumbai.
En este momento hay más de 400 unicornios privados alrededor del mundo con una valoración total de más de USD 1.349.000 millones (CB Insights). Según las cifras que entregó la Cepal sobre la deuda externa pública de las principales economías de Latinoamérica en 2018, este monto alcanzaría para pagar la deuda externa de 10 países de la región entre los que se incluye México, Chile, Argentina y Colombia. Y sobraría dinero.
Es claro que estas empresas buscan ganancias y así como cambiaron la forma en la que el mundo está consumiendo productos y servicios, y transformaron la vida de millones de trabajadores, también se empieza a hacer evidente la necesidad de que entiendan su capacidad para generar un cambio social.
La estampida de unicornios que se prevé para 2020 puede cambiar las dinámicas comerciales a nivel global, pero más que una salida al mercado con acciones que rompen la barrera de lo real, este año dichas empresas podrían pagar lo que esté en sus manos por algo que vale más: la reputación.
TOP 10 de unicornios públicos y privados
*en millones de dólares
Ant Financial (Alipay): USD 150.000
Bytedance (dueños de TikTok): USD 75.000
Infor (servicios de cloud computing): USD 60.000
Didi Chuxing (app de trasnporte): USD 53.000
The We Company (We work): USD 47.000
Lu.com (servicios financieros): USD 39.000
Juul (vapeadores): USD 38.000
Stripe (plataforma de pagos): USD 35.000
Airbnb (renta de propiedades): USD 31.000
Space X (manufactura y transporte aeroespacial): USD 31.000