MIENTRAS EL país esperaba un crecimiento económico resiliente luego del impacto de la pandemia y de la aparente estabilidad en los dos últimos años, el Producto Interno (PIB) del 2023 apenas alcanzó 0,6%.
En el cuarto trimestre el PIB apenas logró 0,3%, cuando la mayor parte de expertos y analistas esperaban un resultado por encima del 0,5%.
Con esta cifra del 2023, se confirma el bajonazo que ha tenido la economía bajo el actual Gobierno.
Aunque el país evita ligeramente la caída en una recesión técnica, que se habría dado de ser negativa la cifra del cuarto trimestre, es una caída de 1,9 puntos porcentuales con respecto a las cifras de crecimiento del mismo periodo de 2022, que habían sido de 2,2%. Con estos datos, el 2023 cierra con el PIB más bajo de la última década si se excluye el 2020, año marcado por la pandemia.
Sin embargo, las proyecciones de crecimiento para este año también son preocupantes con 1,5%, según reveló en enero el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla.
Esto, según los expertos, no es suficiente para reanimar la inversión, impulsar las tasas de empleo y hacer frente a los altos niveles de deuda.
A la baja
En el diagnóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI), se prevé que la economía crezca un 1,3% este año, desde unas previsiones de 1,5%. El organismo señala que “se espera que el consumo privado, actualmente por encima de los niveles observados antes de la pandemia, se modere este año a medida que los hogares se desendeuden y las condiciones del mercado laboral se suavicen, mientras que la inversión privada se recupere gradualmente, aunque se mantenga por debajo de los niveles prepandemia”.
Sin embargo, los analistas consideran que este es uno de los años más complicados para los colombianos.
Para la presidenta de la Cámara Colombo Americana (AmCham), María Claudia Lacouture, “la cifra de crecimiento de la economía durante el año 2023, unida a unas perspectivas de desaceleración internacional, una vez más confirma la necesidad inmediata de poner en marcha un plan de reactivación económica que tenga como pilar la acción público-privada”.
Señala que “la meta del crecimiento para este año, de 1,9%, significaría un estancamiento de la economía que debemos evitar. Si queremos crecer a tasas más elevadas es necesario estimular el consumo de los hogares e implementar un plan de acción que facilite la creación de nuevos empleos a través de la disminución de los costos de producción y el incentivo a aquellos sectores con capacidad de crecimiento en sus exportaciones”.
Asegura Lacouture que “el Gobierno debe garantizar la pronta y cumplida ejecución de los sectores de vivienda e infraestructura, incentivar la exploración de petróleo y minería, estimulando la inversión, eliminando la incertidumbre y garantizando reglas claras y estabilidad para los inversionistas. Sin inversión no habrá crecimiento ni podremos alcanzar las metas de empleo que el Gobierno se ha fijado como meta”.
Indica la dirigente que “es necesario que el Banco de la República disminuya las tasas de interés a un ritmo más acelerado. Solo así podremos reducir los costos de productividad y estimular el consumo de los hogares colombianos. Dentro del llamado que el Gobierno viene formulando para la construcción de un gran acuerdo nacional, y si queremos defender el empleo, la reactivación económica a través del trabajo conjunto entre lo público y lo privado debe ser la prioridad más importante”.
Por un plan de choque
A su vez y analizando el crecimiento de 2023, el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, dijo que “todos los analistas en general y el propio Gobierno esperaban un mejor resultado para el cierre del año, pero la desaceleración observada, sobre todo en sectores estratégicos como comercio, industria, construcción y el agro afectaron sustancialmente el resultado. Es un dato definitivamente muy malo que amerita acciones urgentes lideradas por el Gobierno nacional para evitar caer en recesión”.
En efecto, mientras los expertos pronosticaban un crecimiento de la economía para el año completo del orden del 1%, solo alcanzó un preocupante 0,6%. En el cuarto trimestre el PIB apenas creció 0,3%, un comportamiento que ni el más pesimista de los analistas esperaba.
El vocero de los comerciantes agregó, que inquieta la tendencia claramente a la baja en la economía que se observa desde el año pasado y que continuó en enero, cuando los comerciantes registraron cifras de decrecimiento en las ventas.
Tres sectores estratégicos para la generación de empleo y valor agregado como son la industria manufacturera, la construcción y el clúster del comercio tuvieron disminución. Este último experimentó una caída del 2,8%.
Según el DANE, el consumo de los hogares sufrió un dramático estancamiento en el cuarto trimestre al crecer solo 0,1% y para el año completo la variación fue de apenas 1,1%.
Cabal atribuyó este resultado a la elevada inflación, las altas tasas de interés y a la incertidumbre reinante entre las familias sobre el comportamiento futuro de la economía y de sus ingresos.
“La desconfianza de los hogares se refleja en una cautela absoluta para comprar”, subrayó.
Mal la inversión
Sostiene que “igual de preocupante fue el desplome de la inversión en el país, que mostró una caída del 25%. Semejante disminución no solo se debe al alto costo del crédito, sino a la desconfianza manifiesta de los empresarios, a la incertidumbre originada, en alto grado, por los mensajes que envía el presidente de la República; y por los efectos negativos que tendría la aprobación de las reformas bandera del Gobierno, tal como lo quiere el poder ejecutivo”.
Manifiesta Cabal que “agréguese a lo anterior la enorme confusión que acaba de presentarse entre los constructores ante la posibilidad cierta de que se paralicen proyectos de infraestructura de gran impacto por errores y omisiones del Ministerio de Hacienda en relación con el presupuesto nacional destinado al financiamiento de carreteras nacionales”.
“Bajo este panorama no se puede continuar patrocinando el deterioro de la economía y la confianza empresarial. Hacemos de nuevo un llamado al Gobierno nacional para que avancemos en el plan de choque que ha venido proponiendo el sector empresarial y que no ha tenido respuesta”, agregó.
“El comportamiento de la economía colombiana en 2023, es el peor en lo corrido de este siglo, con la excepción del 2020, año de la pandemia. El crecimiento más bajo se registró en 2009, cuando por efectos de la crisis financiera mundial apenas se logró una variación positiva de 1,1%, pero el registro de este año es muy doloroso”, concluyó Cabal.
Por su parte el presidente de Asobancaria, Jonathan Malagón González, dijo en su cuenta de X, que: “El crecimiento económico de 0,3% en el cuarto trimestre evidencia que la actividad productiva continuó su proceso de ajuste, pero disipa los temores de caer en una recesión técnica”.
Agregó que “no obstante, el crecimiento de 0,6% de 2023 fue muy inferior al promedio histórico, hecho que nos obliga a redoblar los esfuerzos para consolidar el proceso de recuperación económica en los próximos meses”.
FMI: “¡Ojo con la morosidad!”
El FMI dijo que, con la desaceleración económica, la morosidad ha aumentado, especialmente en los préstamos al consumo, y el marco de provisiones anticíclicas se ha activado adecuadamente proporcionando a los bancos un margen de maniobra adicional. Así pues, el sector bancario sigue siendo líquido y está bien capitalizado, con coeficientes de solvencia muy por encima del mínimo reglamentario, y el crecimiento del crédito se ha moderado a niveles más sostenibles”.
Sostiene el FMI que “no obstante, es necesario seguir vigilando atentamente los riesgos para la estabilidad financiera. A medida que la economía continúe estabilizándose, la morosidad podría seguir aumentando, lo que requiere un seguimiento cuidadoso. Deberían mantenerse los mecanismos basados en las normas del marco de provisiones anticíclicas, introduciendo los ajustes necesarios tras cuidadosas deliberaciones”.
El organismo indica que “dado el papel sistémicamente importante que desempeñan los fondos de pensiones privados en los mercados financieros y de capitales, cualquier posible impacto de la reforma pensional debería analizarse cuidadosamente e informar las discusiones entre las diferentes partes involucradas en la reforma para ayudar a mitigar sus potenciales riesgos. Seguir vigilando de cerca los riesgos de vencimiento y liquidez, y seguir las mejores prácticas internacionales en materia de reglas sobre el financiamiento estable será importante para contener las presiones sobre el fondeo. A medida que se avance en la mejora de la cobertura de los datos, se podrá ampliar el conjunto de herramientas macroprudenciales, especialmente aquellas basadas en los prestatarios, lo que ayudará a complementar una buena supervisión”.