Recientemente, el Banco de la República reveló los resultados de la balanza externa de Colombia correspondiente al ejercicio de 2017. Allí sorprendió positivamente al mercado la reducción del déficit en la cuenta corriente hacia valores de -3,3% del PIB frente al -3,7% del PIB que venía proyectando el grueso de los analistas, incluida la ANIF.
Entender bien lo que ocurrió con la balanza externa de Colombia durante 2017 requiere tener en mente al menos tres factores: el bajo dinamismo de las importaciones, reflejo de la debilidad en la demanda agregada del país; el estancamiento en el valor de las exportaciones no-tradicionales, en unos US$12 mil millones, donde el rebote del valor exportado de las exportaciones tradicionales se refleja en el mejor precio del petróleo a pesar de los menores volúmenes exportados; y el beneficio de un PIB nominal mayor en dólares por cuenta de una sorpresiva apreciación en la relación peso-dólar.
Para la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), mientras el Gobierno, el FMI y hasta el mismo Banrepública ven en ese 3,3% del PIB de déficit externo en 2017 una cifra de “ajuste sólido”, el centro de estudios ve en esas cifras la necesidad de recabar sobre soluciones prontas a la grave crisis de exportaciones diferentes a las de commodities.
De hecho, las expectativas de una posible corrección cambiaria del dólar del orden del 6% real frente a las monedas-duras (euro, yen y yuan), bien podrían traer aparejada un achicamiento del tamaño del PIB de Colombia en dólares.
Esto ocasionaría un alza del déficit externo al escalarlo sobre ese valor más bajo del PIB-real de Colombia, en línea con las teorías de Paridad del Poder Adquisitivo.
Mal desempeño importador
En dólares, las importaciones tan solo crecieron 2,3% en 2017, cifra bastante modesta frente al esperado ciclo de recuperación de la demanda agregada y más aún cuando se tuvo un desplome de dichas importaciones de -16,9% en 2016.
Además, frente a las expectativas de crecimiento del PIB-real del orden de 2,5%, en los inicios del 2017, ANIF pronosticaba que las importaciones deberían haber crecido en un 7% el año anterior.
Así, el pobre crecimiento del PIB-real de solo 1,8% en 2017 es un factor muy explicativo de ese bajo crecimiento de las importaciones de 2,3% en ese año, lo cual preocupa como síntoma de la escasa modernización del aparato productivo local. Esto sorprende aún más cuando se tiene en cuenta la revaluación del 3,3% observada en promedio anual en este año, pues ello ha debido estimular en algo dicha modernización.
Crecimiento exportador
El valor de las exportaciones creció 18,7% en 2017 contra -11,6% en 2016; pero ello se explicó fue por el repunte de precios del Brent pasando de US$44/barril a US$54/barril, pues los volúmenes exportados cayeron de 645 mil barriles de petróleo al día hacia 605 mil barriles diarios.
En este sentido, Colombia continúa mostrando una preocupante dependencia del sector minero-energético, representando un 68% de la exportadora. En cambio, las exportaciones no-tradicionales solo crecieron a ritmos del 4,4% anual contra el 28,4% observado en el componente tradicional.
PIB medido en dólares
La apreciación de 3,3% en la relación peso-dólar durante el 2017 le dio la falsa sensación al país de que sus faltantes externos eran de menor magnitud.
En cambio, si dicha tasa de cambio se hubiera comportado más en línea con la paridad del poder adquisitivo, seguramente se habría experimentado una devaluación promedio del +3% el año anterior.
Lo preocupante es que los faltantes en la cuenta comercial de Colombia todavía fueron muy elevados (-US$4.766 millones) en 2017, al igual que en la cuenta externa total (-US$10.359 millones) y lo que se requiere es solucionar pronto los problemas de “costo Colombia” que han venido impidiendo el repunte de las exportaciones del agro, la industria y la cadena agro-industrial.