Expertos consideran que aunque el país mejoró en algunos indicadores como disminuir la pobreza y la miseria, aún tiene que recorrer un largo camino para alcanzar los estándares de los otros miembros
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La obsesión para que Colombia ingrese a la OCDE por parte del actual gobierno, podría resultar más costosa que beneficiosa para el país, consideran varios expertos de la Universidad Nacional (UN).
En efecto, desde que Juan Manuel Santos llegó a la Presidencia de la República en el 2010, uno de sus propósitos centrales, a parte del proceso de paz con las Farc, ha sido que el país ingrese como miembro pleno a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne a los países más ricos del planeta.
Sin embargo, este hecho para los expertos “es un anhelo que contrasta con la compleja realidad nacional en materia de desigualdad, informalidad laboral, corrupción, baja tributación y escaso avance científico y tecnológico. Casos como el de México, que se incorporó en 1994, son ejemplo de que entrar al llamado ‘club de las buenas prácticas’ no supone un avance significativo para el progreso de un país aún en desarrollo”.
El profesor Álvaro Zerda Sarmiento, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UN, recuerda que la adición de México a la OCDE se debió más a la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA, por sus siglas en inglés), que al cumplimiento de determinados estándares socioeconómicos.
De hecho, en la actualidad, luego de 24 años, las cifras de México están bastante alejadas de las que exponen los otros 34 Estados que hacen parte del organismo. Por ejemplo, en inversión social utiliza apenas el 7,6% del PIB, mientras que Francia el 31,5%, Finlandia el 30,8%, EE.UU, el 19,3% y Turquía (otro país en desarrollo) el 12,7%. Si Colombia ingresara también iría a la cola, con un 9,2% (Cepal, 2015).
Y en desigualdad, de acuerdo con el Coeficiente GINI, Chile (el otro país latinoamericano en la OCDE) y México están bastante rezagados frente a los demás integrantes: 0.465 y 0.459 respectivamente. Mientras que Bélgica tiene un GINI de 0.268, Suecia de 0.281, España de 0.346 y Turquía de 0.393, por citar algunas naciones. Colombia, de nuevo se ubicaría al fondo con 0.517 (DANE, 2016).
Rezago fiscal
Por su parte, Germán Nova Caldas, profesor de la Escuela de Administración y Contaduría Pública de la Facultad de Ciencias Económicas de la UN, recuerda que en lo fiscal nuestro país, al igual que México y Chile, también tiene un rezago pronunciado frente a los otros miembros de OCDE.
“Si miramos lo que pesan los impuestos dentro del PIB, en las naciones latinoamericanas está por debajo del 15%, mientras que el promedio de los integrantes ricos de la OCDE es del 37%. Si Colombia quiere aplicar buenas prácticas deberá demostrar que está siguiendo el ejemplo y, en la actualidad, no lo está haciendo; cabe señalar que aquí se siguen aumentando los impuestos indirectos como el IVA y no los directos a la renta, como sucede en la mayor parte del mundo desarrollado”.
Aspecto laboral
Y en materia laboral, que es uno de los aspectos que también evalúa la OCDE con bastante detenimiento, Colombia también entraría con un gran atraso según el experto, debido a que cerca del 50% de los trabajadores están en la informalidad; esto implicaría, dijo el profesor Nova, que el Gobierno que se posesione el próximo 7 de agosto tendría que hacer reformas muy profundas.
Un camino incierto
Si bien, Colombia ya superó 20 de los 23 comités que revisan el ingreso a la OCDE, los restantes representan la prueba más difícil, debido a que evalúan aspectos sociales, comerciales y laborales. Para el profesor Zerda es cuestionable que el actual Gobierno se empeñe en introducir al país a este club cuando las condiciones no están dadas y aún están lejos de resolverse.
“La razón para afiliarse no han sido muy claras desde el comienzo. Se argumenta que se trata de una estrategia para adoptar estándares internacionales de buena administración del sector público, de mejorar algunos esquemas de prestación de servicios como los de salud, pensión, tributación o educación, entre otros, pero son metas poco realistas bajo nuestro panorama actual”, aseguró el académico.
En su opinión, el beneficio no iría más allá de la imagen internacional de credibilidad que adquiriría el país para acceder a mayor crédito; por lo demás, se tendrían que asumir costos importantes, como el administrativo por pertenecer al grupo y los gastos de representación. Pero el precio más importante, enfatiza el profesor Zerda, es la pérdida de autonomía para un desarrollo propio y la definición de políticas públicas aterrizadas a la realidad nacional.
“Este proceso distrae la atención de algo fundamental: la necesidad de un desarrollo económico autónomo, alejado del modelo extractivista que se inició en los noventa con la apertura económica y que nos dejó expuestos a los vaivenes de los mercados internacionales. Debemos avanzar en términos productivos e industriales. A México pertenecer a la OCDE no le significó un cambio en este aspecto; hoy sigue siendo un país básicamente de fábricas maquiladoras y no de empresas de innovación e industrialización que alimenten el aparato productivo interno y que irrigue a toda la economía”, señaló el docente de la Escuela de Economía.
El profesor Nova, entre tanto, advirtió que ya hay indicios de que la incorporación de Colombia a la OCDE podría demorarse aún más por cuenta de la posición que están tomando diversos sectores en los EU. “El mismo día que Donald Trump firmó los aranceles para el acero y el aluminio, organizaciones gremiales de ese país, como la asociación manufacturera, el Ministerio de Comercio y el sector farmacéutico indicaron que no era recomendable que Colombia entrara. Y debemos recordar que EU es uno de los principales socios y su opinión tiene un gran peso”.
El académico señaló que es paradójico que le exijan a Colombia respetar los tratados de libre comercio ya firmados, en especial en lo referente a la adopción de precios para el sector farmacéutico, los derechos de autor y la propiedad intelectual, cuando ellos mismos están adoptando aranceles que van en contra de lo acordado.
“En términos generales, ingresar a la OCDE no puede ser solo un maquillaje para sentirnos orgullosos de pertenecer a una organización de países ricos; debería ser un proceso que esté acompañado por reformas efectivas para mejorar las condiciones sociales de los colombianos”, afirmó el profesor Germán Nova.