Con un crecimiento económico de apenas 3% para este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) reveló un panorama gris tanto este año como en el 2020 para el mundo. La cifra para este año representa el nivel más bajo desde la crisis financiera mundial 2008-2009, lo que supone una y revisión a la baja en 20 puntos la proyección realizada el pasado julio. Para 2020, el organismo espera una recuperación de la economía global con una expansión de 3,4% (10 puntos menos que la proyección de julio), y que estaría sustentada, principalmente, en un mejor dinamismo de las economías emergentes.
El sector manufacturero ha sido uno de los más golpeados recientemente. El deterioro está principalmente explicado por el descenso de la confianza empresarial –la cual ha llevado a las firmas a ser más conservadoras en sus gastos de capital- y la contracción del comercio de bienes y servicios –que ha supuesto una caída en los pedidos externos. El hilo conductor de estos fenómenos es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la cual se va cada vez más como un fenómeno secular, ya que una resolución definitiva en el corto plazo luce improbable dada la complejidad de los asuntos por resolver.
Pesimismo
Señalan los analistas del Bancolombia que “la visión predominante para 2020 es de un pesimismo moderado. Pese a la revisión a la baja, se sigue considerando que la economía global evitará entrar en recesión el próximo año. En buena medida, esto se debe a que la situación de los consumidores sigue siendo sólida, gracias a la resiliencia del mercado laboral, la baja inflación y la rápida respuesta acomodaticia de los bancos centrales”.
Sin embargo, hay cada vez más escepticismo sobre la efectividad de las medidas monetarias para generar un estímulo de corto plazo contundente. Por su parte, aunque hay consenso en que se requieren más acciones desde la política fiscal y una mayor interacción de esta con las acciones de los bancos centrales, hay muchas dudas sobre el modo en el que este tipo de medidas podría implementarse.
La gran esperanza de recuperación para 2020 está puesta en los países emergentes. No obstante, es difícil que esto se logre materializar. En 60 años no se ha visto que en un ambiente de menor crecimiento en el mundo desarrollado y precios de materias primas a la baja, como el que se espera en 2020, las economías emergentes hayan logrado acelerarse.
Los últimos datos de actividad económica muestran que, si bien la dinámica productiva se ha desacelerado, ha estado por encima de las expectativas del mercado. El crecimiento promedio del PIB en lo corrido del año es 2,5%, soportado principalmente por el consumo de los hogares y la inversión corporativa. Sin embargo, la guerra comercial con China ha limitado el espacio de recuperación al afectar las exportaciones netas y al sector manufacturero.
Estados Unidos
En línea con estos resultados, se estima que la economía estadounidense se expandirá 2,2% en 2019. Anticipamos un segundo semestre con un menor crecimiento, explicado –principalmente- por el recrudecimiento las tensiones comerciales con China durante el tercer trimestre.
“Proyectamos que la economía de EU se desaceleraría aún más en 2020 al crecer a una tasa de 1,8%, esto como resultado de los efectos rezagados de las tensiones geopolíticas. Además, dada la debilidad de las demás economías avanzadas durante el próximo año (los principales socios comerciales de EU) habrá poco espacio de recuperación desde el sector externo. En el mediano plazo, la actividad económica convergería a su crecimiento potencial cercano pero inferior al 2%”, señalan los expertos.
De otro lado se estima que los consumidores evitarán que EU entre en recesión en 2020. En efecto, el consumo luce sólido gracias al mercado laboral y las condiciones financieras holgadas. No se percibe un desbalance financiero o un choque exógeno que pueda amenazar la salud económica de los consumidores en el corto plazo.
Por su parte, la inflación ha mostrado un débil comportamiento en lo corrido del año, tal que ha estado siempre por debajo de la meta del FED (2%).
Esta ha sido una de las razones principales que ha exhibido la Reserva Federal para justificar sus dos recortes de tasas este año. En particular, la inflación de Gasto de Consumo Personal, la medida preferida por la FED, ha estado en niveles inferiores a 1,5% de manera persistente. Recientemente, las minutas de las reuniones han revelado que la inflación medida por el Índice de Precios al Consumidor ha tomado importancia para el comité, pues ha mostrado un comportamiento un poco más dinámico.