Luis Fernando Mejía ha estado al frente de Fedesarrollo durante algo más de tres años, tiempo en el que se ha destacado como una de las principales voces de la academia e investigación económica en el país, sobre todo en un momento tan coyuntural como la debacle económica generada por la pandemia de covid-19.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cree que con la coyuntura actual la pobreza en Colombia va a aumentar o a bajar?
LUIS FERNANDO MEJÍA: Lo primero es recordar que el año pasado la tasa promedio de desempleo estuvo en un 13,7%. Cuando usted compara eso frente a la de otros años, todavía hay una brecha importante en términos de un mayor número de desempleados y por supuesto un menor número de ocupados. Las cifras globales que tenemos son de 1.200.000 ocupados menos de los que teníamos antes de la pandemia. Eso implica que cuando el DANE anuncie las cifras de pobreza para 2021, seguramente la cifra total va a estar por debajo de la que tuvimos en el 2020, que fue el peor año en términos del choque por la caída de la actividad económica. Nos daría una tasa de pobreza alrededor del 40,1%.
ENS: ¿Y qué se puede esperar para este año?
LFM: En el contexto de esa cifra para el año anterior, ¿qué deberíamos esperar para este 2022? Este año nosotros estimamos que el crecimiento económico podría estar alrededor del 4,6% y con base en ese crecimiento estimamos que la tasa de empleo podría llegar a un promedio año también alrededor del 11,3%. Eso indicaría que la tasa de pobreza en el total nacional debería continuar descendiendo con más empleo, porque realmente la incidencia de la pobreza en Colombia depende esencialmente del comportamiento del mercado laboral, que es la fuente primaria de ingresos para los hogares.
Conflicto
ENS: ¿Afectará el conflicto en Ucrania los niveles de pobreza en el país?
LFM: Si el impacto del conflicto que se está viviendo actualmente entre Ucrania y Rusia afecta la actividad económica a nivel mundial e incide también en el crecimiento de Colombia, va a retrasar la recuperación del mercado laboral. Con ello obviamente tendríamos una tasa de pobreza por encima de la que tenemos en nuestro escenario central, que para nosotros debería estar alrededor del 36,7%. Pero no creo que vayamos a tener aumentos de la tasa de pobreza para llegar a los niveles del 2020, que fue obviamente un año muy malo. Pero sí podrían generar un deterioro por supuesto en las condiciones de los hogares y por ende un aumento frente a un escenario central de la pobreza nacional.
ENS: ¿Qué tendría que hacer el gobierno entrante para hacer frente a estos escenarios internacionales y que no afecten tanto al país?
LFM: Lo primero, tiene que ser la prioridad la generación de empleo. Todavía estamos con 1.200.000 ocupados menos que los que teníamos en el 2019 y este año seguramente va a mejorar, pero qué bueno sería poder decir que en el 2022 cerramos con una tasa promedio inferior al 10%.
Colombia tiene que hacer todo lo que esté a su alcance para retornar a tasas de desempleo de un dígito y un elemento que puede ser importante en el corto plazo desde el punto de vista de la política pública, por ejemplo, para el Gobierno entrante, tiene que ver con la dinámica del sector de la construcción. Ahí es donde creo que hay un rol muy importante en la política pública. Porque las obras civiles se refieren a las obras de infraestructura que se ejecutan desde el orden nacional y del orden local y territorial. Es decir, estamos hablando de inversiones en infraestructura vial, aeroportuaria, mantenimiento de calles, carreteras, caminos; mantenimiento de parques, este tipo de obras de infraestructura, como lo muestran las cifras, infortunadamente no se han recuperado luego del choque tan grande que tuvimos en el año.
ENS: Para esto ¿cómo se podrían utilizar los recursos extras que se generen por el alto precio del petróleo?
LFM: En el tema de la bonanza petrolera, que podría llegar, todavía no sabemos, porque estamos viendo precios del petróleo muy por encima de lo que todos los analistas habíamos estimado, no solamente por el conflicto. Antes del conflicto también ya estábamos con precios promedios alrededor de US$100 por barril y ya estamos incluso por encima de los US$114 y el Gobierno había planteado en su marco fiscal un precio de US$70 para este año. Es decir, el precio observado podría estar US$30 o US$40 por encima de lo planeado.
ENS: ¿Pero esos recursos extras en qué deberían utilizarse?
LFM: Lo que va a pasar con esos recursos extras depende en esencia del comité de regla fiscal, el nuevo comité autónomo que se creó con la última reforma tributaria. En principio, y de acuerdo a los parámetros fijados con un promedio de más largo plazo de los últimos siete años, esta bonanza petrolera no debería gastarse, debería utilizarse para pagar deudas, ojalá deuda externa, y en ese sentido no debería generar un aumento del gasto. Va a ser una prueba de fuego para ese comité autónomo de regla fiscal, en donde ojalá se mantengan los parámetros y, con base en eso, en vez de aumentar el gasto, que seguramente sería insostenible porque esta bonanza no va a ser permanente, se haga lo razonable, que es endeudarse menos e incluso prepagar deuda.
ENS: Hablaba usted de unos cuellos de botella en la ejecución de obras civiles y en el gasto de regalías, ¿por qué pasa esto?
LFM: Puede haber varios elementos; por mi experiencia en Planeación Nacional, cuando estuve como director, en mi primer año, justamente implementamos un plan de choque que logró ejecutar en un periodo muy corto de tiempo, alrededor de siete meses, recursos del orden de los 8 billones de pesos. Fue la ejecución más alta desde la historia de la creación del nuevo sistema general de regalías, que arranca en el 2012.
¿Cómo se hizo? Con mucha gerencia, con un equipo coordinado que identificó cuáles eran los problemas desde el punto de vista de la ejecución y eso requiere de varias dimensiones, por ejemplo, la asistencia técnica a los municipios que en algunos casos no tienen la capacidad para estructurar buenos proyectos; la revisión de estos proyectos para poder solventar las fallas técnicas o procedimentales que pudieran tener.
Eso requiere estar con un equipo élite en permanente contacto con las entidades del orden territorial, para estar monitoreando, ayudando y, por supuesto, fortaleciendo la capacidad de ejecución. Así que hay un rol bien interesante que se puede dar, pero después se requiere, por supuesto, mucha gestión desde el orden nacional.
El Ministerio de Hacienda, otro objetivo
ENS: Usted habla de su paso por el DNP; con un nuevo gobierno, ¿aceptaría otro cargo público de esa magnitud, tal vez el Ministerio de Hacienda?
LFM: Yo tengo una carrera que ha pasado por el sector público y sector privado, actualmente en Fedesarrollo, el centro de pensamiento más importante que tiene el país, y el número uno, además, en Centro y Sudamérica. Creo que hemos aportado muchísimo al debate de la política económica en estos años tan difíciles, especialmente durante la pandemia y en esta fase de recuperación.
No descartaría más adelante, por supuesto, volver al servicio público. Creo que me he preparado toda la vida para hacerlo. El interés para volver a estar por el lado del servicio público está, pero eso dependerá de una charla eventual con quien sea elegido presidente y con mi familia, que es la que siempre ayuda a tomar este tipo de decisiones.