55 años del marcapasos | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Marzo de 2013

Es común que nuestros historiadores digan que en  los tiempos del imperio español vivíamos en un atraso abismal, en la oscuridad, en el peor de los mundos posibles. Son las versiones amañadas de la historia que, sin reflexión, repiten unos y otros. Pocos se detienen a pensar que teníamos más y mejores universidades que las 13 colonias del Norte de América, ni siquiera se preguntan qué pasó con la Expedición Botánica de José Celestino Mutis, una de las empresas científicas más trascendentales de su tiempo.  Tampoco se preguntan ni explican cómo es que si vivíamos en la supina ignorancia y el oscurantismo, varios de los más destacados miembros de dicha expedición eran granadinos, ni que de allí salieron sabios de la calidad de Francisco José de Caldas y  personajes como el vilipendiado Francisco Antonio Zea o el mismo José Tadeo Lozano, junto a otros criollos de excepción por su talento y conocimientos. La mayoría de éstos fueron formados en la Nueva Granada. Los mismos españoles en sus historias recientes desconocen que España en esta región del mundo tuvo revolución industrial con la metalúrgica, siendo el país más avanzado en ese campo. Los trabajos que sobre el tema hicieron  tratadistas españoles fueron traducidos al inglés, principalmente, para que en Estados Unidos avanzara en ese campo. En la República esos estudios languidecen, con pocas excepciones.

Con esa leyenda negra que plantea la oscuridad colonial y la luz republicana es curioso que pocos se pregunten de donde salió Andrés Bello, en qué lugar se educó, cómo emerge un sabio de tan finos quilates, lo mismo que otros notables juristas de su tiempo, así como los elementos más valiosos de los días de la Independencia. La respuesta del medio hispánico y de nuestros colegios y universidades es simple. Y si uno indaga un poco más y se interesa por los estudios de un jurista de la influencia de José Ignacio de Márquez se entera que la corona lo beca en Colegio Mayor de Sam  Bartolomé, como al mismo Santander, Azuero y otros criollos de escasos recursos, que estaban destinados a ser funcionarios del imperio, por lo que se les instruía en los secretos de la burocracia y las innovaciones del liberalismo ilustrado. Pocas veces en un territorio tan inmenso y plagado de obstáculos se hizo tanto por la cultura como en esos tiempos del “oscurantismo”. Lo que se explica en gran parte por cuanto se había conseguido instaurar el orden y surgían por doquier numerosas urbes, lo que facilita el intercambio de conocimientos. Y en cuanto a la falta de oportunidades es de anotar que la Nueva Granda produce dos regentes de España.

Por el contrario, no por falta de mentes visionarias que apoyasen la cultura, sino por cuenta de la anarquía del siglo XIX, colegios y universidades degradan. La expulsión de la Compañía de Jesús se constituye en un golpe mortal contra los avances en la educación  en el siglo XVIII, lo mismo que en el XIX.  Los sistemas educativos mejoran durante la Regeneración y particularmente en las primeras décadas del siglo XX. Después los particulares fundan varios colegios.  En algunos de estos, el díscolo estudiante Jorge Reynolds Pombo se convierte en una de las mentes esclarecidas de nuestro país. Su curiosidad intelectual choca con un ambiente en donde todavía se confundía educación con buena memoria, en donde el análisis y la duda, inspiraban a los profesores memoristas de esos tiempos. Así que al joven “rebelde” lo mandan a Inglaterra para que realice sus estudios universitarios. Ingresa al Trinity College Cambridge. Al poco tiempo conoce al sabio inventor del radar y llega en Europa a conocer a varios sabios, después trata a Einstein.  Se gradúa como ingeniero electrónico. Se interesa por el deporte y estudia el rendimiento de los atletas. Su curiosidad intelectual lo lleva a explorar varios campos de investigación. Pasa largas jornadas de estudio y observación en las que profundiza en distintos cambios, procesos e innovaciones que bullen febrilmente en su mente. Sus observaciones geniales y experimentos lo llevan a crear el marcapasos que va revolucionar el mundo de la salud, que  provoca un antes y un después en la historia de la ciencia.

La curiosidad de  Reynolds Pombo lo lleva a estudiar el comportamiento de los peces y en especial de las ballenas,  experimentos que fueron decisivos para su carrera y, junto con el invento del marcapasos, lo dan a conocer internacionalmente. Por su sencillez, la alergia a figurar, la tendencia a sumirse por largas jornadas en sus estudios e investigaciones, apenas sus pares y un reducido círculo de gentes informadas reconocen sus grandes aportes al bienestar de la humanidad.

En la actualidad, la Clínica Shaio junto con prestigiosos profesionales realiza notables esfuerzos para colaborar en la solución y el manejo de la salud. En otro país ya habrían lanzado una estampilla con su nombre y  merecidos homenajes al cumplir los 55 años de su invento crucial. Aquí, dada la banalidad informativa,  no se percatan de la importancia de su obra para la humanidad.