Alerta ecológica | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Diciembre de 2013

Multimillonaria sanción a la Drummond

La salud de los colombianos, primero

 

La dura experiencia de la explotación minera en el país ha dejado una lección dolorosa de destrucción ecológica, contaminación, enfermedades y niños que por cuenta del mercurio y otros productos han nacido con deformidades, otros que al respirar las impurezas del polvo del carbón sufren dolorosos padecimientos en su sistema inmunológico y comunidades enteras que padecen deformaciones que los afectan durante toda su vida. La contaminación se expande por los ríos, enferma los peces y esa agua contaminada se utiliza en varias regiones del país para regar los pastos que consume el ganado, las hortalizas, es la misma que, sin ningún procesamiento, consumen los ribereños. En consecuencia, Colombia es uno de los países en donde más proliferan las enfermedades gastrointestinales, las infecciones tropicales y una serie de plagas que deberían estar desterradas hace mucho tiempo, pero que regresan al confundirse el agua con los detritus mineros.

Frente a esa situación el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos ha resuelto tomar drásticas medidas para que no salga más costoso recuperar el medio ambiente y aliviar las enfermedades de las comunidades, que las ganancias que se obtienen en ocasiones de la minería, las cuales por efecto de la mala contratación, en algunas oportunidades son modestas y, en muchos casos no compensan la libre destrucción de las regiones donde se explotan nuestros recursos.

Quizá el ejemplo más patético es el que se ha venido dando por cuenta de una empresa tan poderosa como la Drummond, que compró esa mina de las más grandes en el mundo a cielo abierto y Colombia ni siquiera sabía la cantidad de carbón que estaba entregando, fuera del tren de trocha ancha que era el único que había en el país y varias grúas que costaban millones de dólares entraron en el leonino negocio para el país con esa multinacional. La compañía internacional se dedicó a transportar en barcazas el carbón  sin la debida protección que se estila en estos casos y causó daños enormes, algunas veces irreparables, por las zonas de tránsito de  estas barcazas, al punto que se descubrió que habían descargado varias toneladas de carbón a unos cuantos kilómetros de Santa Marta.

La Drummond se defendió, primero dijeron que era una pequeña cantidad; después que fue un accidente fortuito y, por último, tuvieron que reconocer ante las investigaciones de las autoridades que habían causado un enorme daño ambiental en el mar. Por lo demás, la población de las zonas ribereñas por las que pasa el carbón ha sido afectada por las capas de ese polvo que son altamente nocivas para la salud. Según los estudios que se tienen, los que más han padecido por esta fatal circunstancia que afecta sus vidas son los niños y los ancianos. Hasta ahora no se ha conseguido que esas comunidades reciban la atención médica que requieren y que profesionales especializados los atiendan puesto que no tienen recursos para exigir a la multinacional que cumpla con la elemental retribución de apoyarlos en ese trance causado por el transporte inapropiado y riesgoso del mineral.

Se quejan también varias de estas comunidades de que las regalías que deben recibir, muchas veces nunca les llegan. Es muy triste observar la población que bordea las zonas mineras tan ricas y que vive por debajo de los índices de miseria más aberrantes. A su vez, la zona turística de Santa Marta está siendo seriamente afectada por las capas de hollín que deja el carbón mal manipulado. Es así como las autoridades han resuelto sancionar con $6.965 millones a la Drummond concretamente: “por el derrame de carbón en el mar, que se comprobó plenamente se había producido por cuenta de quienes manejan las barcazas”. Se trata de una multa de valor extraordinario por cuanto los daños han sido inmensos y casi que incuantificables. En cualquier país del mundo, verter carbón al mar es un delito que no solamente se sanciona con multas, sino que puede llevar a prisión a los causantes del mismo.

La medida oficial dispone también que se destierre del mar colombiano el uso de las barcazas que, a cielo abierto, transportan el carbón. Esta es una medida que se ha debido tomar hace muchos años, puesto que investigadores especializados hacen notar que no era la primera vez que las barcazas lanzaban el mineral al mar. Y, es de destacar, que la Drummond tiene un contrato por medio del cual no se calcula el monto de la explotación carbonífera en la boca de mina, sino cuando la carga llega a los barcos, razón por la cual no les importaba que parte de la mercancía que transportaban se perdiera en las aguas que bañan las costas de Santa Marta.