Blindar Transmilenio | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Febrero de 2015

*Alerta por una ciudadanía harta de atracos

*¿Ad portas de ‘justicia por propia mano’?

SI  ya de por sí son alarmantes los casos de robos, que ahora desembocan con mayor frecuencia en el intento de asesinato de las víctimas, en las estaciones, buses articulados, paraderos o puentes de acceso al sistema de transporte público Transmilenio en la capital del país, más preocupantes resultan ser las reacciones que se empiezan a escuchar en no pocos usuarios. Reacciones referidas a que ante el aumento de los atracos y la que consideran poca eficiencia de las autoridades policiales y judiciales para enfrentar la problemática, se deberían explorar otras alternativas como ‘hacer justicia con propia mano’, lo que no significa nada distinto a que cuando sea detectado algún presunto delincuente, este sea neutralizado y agredido ipso facto. Se estaría así incubando, en consecuencia, un fenómeno parecido al de algunos taxistas en la capital del país que han terminado casi linchando a presuntos atracadores, a tal punto que es la Policía la que ha tenido que intervenir para que el o los sospechosos no resulten muertos o gravemente heridos.

Alerta escuchar las declaraciones a la prensa de los indignados ciudadanos reiterando que cuando los ladrones son capturados y conducidos por la Policía ante los fiscales del caso, en cuestión de pocos días o hasta horas quedan libres y regresan a delinquir en los mismos lugares en donde fueron detenidos, exhibiendo una actitud aún más desafiante y amenazadora frente a todas sus potenciales víctimas.

Ayer, por ejemplo, uno de los temas que más impactó a la opinión pública fue el referido a la joven que casi muere el fin de semana luego de que dos atacadores la cercaran en la estación Alcalá de Transmilenio y como ella puso resistencia ante el robo, fue empujada al carril de los articulados. Afortunadamente logró sobrevivir a lo que es, sin duda, una tentativa de homicidio. La indignación ciudadana fue mayor al conocerse que los dos delincuentes, que fueron rápidamente capturados por la Policía, han sido reseñados más de 13 veces en los últimos seis meses por el delito de hurto, incautándoles en cada caso armas blancas que, incluso, argumentaban eran herramientas de trabajo.

Este tipo de casos que se repite a diario en toda la ciudad, ya tienen desesperada a una ciudadanía que no entiende las explicaciones sobre los delincuentes que son dejados libres porque las conductas ilegales que se les imputan tienen un tope de condena que las hace excarcelables, o cuando los jueces consideran que no son un “peligro para la sociedad” y menos cuando los capturados en flagrancia terminan siendo beneficiados con detención domiciliaria o libertad condicional mientras se adelanta el proceso penal. Tampoco entienden las gentes de bien sobre los problemas de hacinamiento carcelario, los debates sobre si se está abusando de la detención preventiva, la polémica sobre el amplio menú de flexibilidades penitenciarias o la necesidad de privilegiar los conceptos de resocialización que contemplan los códigos Penal y de Procedimiento Penal en nuestro país. La misma Policía se queja a diario de cómo todo el esfuerzo para detener a un ladrón y entregarlo a la Fiscalía se estrella con el hecho de que en cuestión de horas el sospechoso queda libre y vuelve a reincidir. Por esa misma razón muchos pasajeros y víctimas se abstienen de denunciar a sus atacantes, pues éstos les advierten en el momento de despojarlos de sus pertenencias que si los encartan judicialmente en cuestión de días estarán en las calles y tomarán retaliaciones.

Si bien es cierto que la Policía ha redoblado esfuerzos para vigilar lo que pasa en Transmilenio, al tiempo que se anuncia la instalación de cámaras de seguridad en las estaciones y articulados, es claro que debe aplicarse un plan de choque más contundente para garantizar la seguridad de los 800 mil pasajeros diarios del sistema. Los puentes de acceso y la red de buses alimentadores también deben ser objeto de protección especial, así haya necesidad de acudir a vigilancia privada.

Las autoridades distritales, policiales, judiciales y las empresas que hacen parte del sistema no pueden exponerse a que la desesperación ciudadana por el auge delincuencial en Transmilenio llegue a desembocar en el riesgo de conatos de linchamientos de presuntos delincuentes por parte de los agobiados usuarios. El día que algo así ocurra, la situación habrá llegado a un punto de no retorno con graves repercusiones.