Buen ritmo económico | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Marzo de 2022

* Inflación y desempleo, los lunares

* Campaña y clima de los negocios

 

Tras el crecimiento del 10,6% con que cerró 2021 era obvio que el Producto Interno Bruto comenzaría a retroceder gradualmente este año. De hecho, el DANE informó que la progresión del aparato productivo en enero fue de 7,8% en comparación con igual mes del año pasado. Se trata, sin duda, de un desempeño positivo que evidencia que el proceso de reactivación de la economía colombiana se mantiene a buen ritmo, impulsado por sectores como el comercio, la industria y el consumo de los hogares, sobre todo en lo relativo a alojamiento y restaurantes así como a actividades de entretenimiento y otras asociadas a turismo. Aquí pesó mucho el remate de la temporada vacacional que se extendió casi hasta la tercera semana del arranque de 2022.  

Tanto el Gobierno como los analistas privados consideran que la economía local tendrá un buen primer semestre y se mantienen, en consecuencia, los pronósticos de que el crecimiento en este año estará alrededor del 5%. El haber superado ya el cuarto pico de la pandemia, el regreso a la presencialidad educativa plena así como la normalización de muchos ciclos laborales y productivos, son los principales puntales de lanza para este optimismo. Incluso, el récord de ventas que se registró en el primer Día sin IVA (el pasado 11 de marzo) así como los indicadores positivos en industria, balanza comercial y consumo son elementos que contribuyen al buen pronóstico económico. 

Obviamente hay un decrecimiento frente al dato histórico de diciembre, pero era de esperarse no solo porque quedó atrás la temporada alta de dinamismo económico, como lo es la navidad y el año nuevo, sino porque muchos empleos temporales que se activan para responder a esa coyuntura comercial y de consumo se empiezan a desmontar en el arranque del año.

Lo importante, en todo caso, es la tendencia y esta continúa siendo positiva, tanto en las previsiones del DANE como en las de centros privados de estudios económicos. Aunque se llegó a temer una desaceleración grave del ritmo de las obras de infraestructura, derivadas en gran parte de la contratación pública, es evidente que la reforma parcial a la Ley de Garantías Electorales amortiguó este riesgo, sobre todo al levantarse la prohibición de la suscripción de contratos interadministrativos en las instituciones oficiales.

Sin embargo, hay señales de alerta que han venido creciendo en intensidad. De un lado, la escalada inflacionaria continúa siendo la principal amenaza al crecimiento económico. La carestía en rubros clave de alimentos, productos de agroindustria y otros renglones de alto consumo tiene a muchos hogares contra la pared. Si bien el Ejecutivo y el propio Banco de la República han tomado algunas medidas para contrarrestar el aumento del costo de vida, su efecto no es inmediato. Por ejemplo, las flexibilizaciones arancelarias para la importación de determinados alimentos y agroinsumos hasta ahora están empezando a aplicarse en el día a día.

Igualmente, los efectos económicos de la invasión rusa a Ucrania ya se empiezan a sentir con más fuerza. Si bien en el caso de mayores precios del petróleo el país deriva unos ingresos adicionales interesantes, por otro lado es innegable que esa crisis bélica se convirtió en un factor más del eje de presión inflacionario internacional. Todo ello unido a que el déficit en el Fondo de Precios de los Combustibles crece semana tras semana.

El desempleo es el otro gran lunar. Aunque es normal que haya, en Colombia como en todo el mundo, un desfase entre el crecimiento y la capacidad del sistema productivo para generar plazas de trabajo, resulta evidente que el índice de desocupación todavía está a un poco más de un millón de puestos para alcanzar los niveles prepandemia. Aunque se mantienen los subsidios a la nómina y otros incentivos a empresas y asalariados, se necesita más audacia en el plan de choque respectivo.

En medio de todo ello se está llevando a cabo la recta final de la campaña presidencial, en donde el debate sobre las propuestas económicas de los candidatos está cada día más movido. Es imperativo que quienes compiten por la sucesión en la Casa de Nariño entiendan la importancia de enviar señales al mercado, los inversionistas, sector privado y masa trabajadora en torno a mantener el ritmo económico. Obviamente hay muchas reformas por aplicar y es bueno que todas se discutan y sea la ciudadanía la que las avale o descalifique con su voto. Sin embargo, sería muy complicado que una creciente incertidumbre en cuanto al futuro inmediato del aparato productivo y el clima de negocios lleve a una desaceleración de la reactivación hasta tanto no se resuelva el relevo en la Jefatura de Estado.