Campanazo en la cultura | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Agosto de 2022

 

Morigerar el apretón tributario

El sector genera el 2% del PIB

 

La industria de la cultura y el entretenimiento en Colombia ha tenido este siglo un desarrollo superlativo. De actividad tímida en cuanto a movilización de recursos, empleo y generación de plusvalía, pasó a aportar alrededor del 2 por ciento del Producto Interno Bruto. De hecho, en el proceso de reactivación económica y social tras la pandemia de covid-19, este sector ha sido uno de los motores del dinamismo del último año, que cerró el primer semestre creciendo al 10,6%, uno de los más altos a nivel global. Pesó dentro de todo el escenario la rápida recuperación de las actividades lúdicas y su interacción natural con el turismo.

No es una situación exclusiva de Colombia. De hecho, como lo resaltáramos días atrás de cara al Mondiacult 2022, que reunirá a más de 100 ministros de Cultura en México a finales de septiembre, el sector cultural y creativo mueve más de 48 millones de puestos en el planeta (el 6,2% del total de empleos existentes) y genera el 3,1% del PIB mundial. También emplea y da oportunidades al mayor número de jóvenes menores de 30 años, rango poblacional que, junto a las mujeres, fue de los más golpeados por la crisis pandémica.

A lo largo de los últimos gobiernos en nuestro país ha evolucionado el apoyo al sector cultural, ya sea con incentivos directos de patrocinio y subsidio a sus múltiples disciplinas y expresiones artísticas y populares, o mediante la creación de beneficios como las exenciones y deducciones de impuestos y otros pagos al fisco.

Como es lógico, a raíz del proyecto de reforma tributaria presentado por el Gobierno al Congreso se han prendido las alarmas en distintos ámbitos productivos, ya sea por el impacto de la nueva carga impositiva o por las consecuencias del desmonte de algunas de las flexibilidades en la materia. El sector cultural no ha sido la excepción. Incluso, hubo alerta temprana desde antes de conocerse el articulado confeccionado por el Ministerio de Hacienda, puesto que el nuevo Ejecutivo anunció que la economía naranja, eje transversal en la anterior administración y al amparo de la cual se activaron múltiples incentivos directos e indirectos a las industrias creativas, dejaría de tener ese estatus privilegiado, ya que las prioridades oficiales ahora son otras.

Como era apenas obvio, la reforma tributaria reflejó ese cambio de énfasis en cuanto a los mecanismos de financiación y apoyo al sector cultural. Y, precisamente, por ello se produjo esta semana una carta pública suscrita por once exministros del ramo en la que piden al titular de la cartera de finanzas replantear aspectos como la derogatoria de la deducción tributaria a quienes financien proyectos creativos o cinematográficos, la eliminación del descuento fiscal a las producciones audiovisuales extranjeras que vengan al país y contraten mano de obra y logística locales así como la disminución del mecanismo de descuento para la donación de recursos a organizaciones sin ánimo de lucro, entre otros aspectos.

Los exministros de Cultura sostienen que, si bien entienden la necesidad de buscar recursos para suplir el déficit fiscal y financiar los nuevos énfasis gubernamentales en materia de equidad y redistribución de la riqueza, “suprimir algunos de los mecanismos de incentivo construidos para la cultura no contribuye a ese objetivo”. Por el contrario, el respaldo a eventos musicales, teatrales, artísticos y de desarrollo de infraestructura sectorial se vería fuertemente afectado, sin que exista otra fuente de apoyo económico desde lo público o lo privado. Cifras en mano, se sustenta la cantidad de empleos y dinamismo productivo transversal que producen los proyectos beneficiados con las exenciones y deducciones impositivas, que a la vez movilizan al sector real de la economía que paga más impuestos, genera divisas y nutre las arcas oficiales.

Hacemos votos para que el Gobierno y el Congreso analicen esta solicitud y encuentren una fórmula que impida que la financiación e incentivos al sector cultural se reduzca drásticamente, con lesivas consecuencias sociales y económicas.