Colombia, visas y reconocimientos | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Octubre de 2022
  • Rol geopolítico y reciprocidad migratoria
  • Trabajo pendiente con un centenar de naciones

 

La decisión de Londres en el sentido de eliminar a partir del 9 de noviembre próximo la exigencia de visado de visitante a los colombianos que viajen a los países que hacen parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, es sin duda una muy buena noticia para nuestra nación.

Más allá de los insólitos resquemores ayer entre voceros del actual gobierno y sus antecesores en torno a cuál podía ‘sacar más pecho’ por esta noticia, lo cierto es que desde hace tiempo se venía trabajando en esta dirección, sobre todo después de que se concretó la salida del conglomerado británico de la Unión Europea, lo que obligó a establecer un nuevo marco de relacionamiento con los ingleses. De hecho, a finales de junio pasado entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre Colombia y el Reino Unido, que fue firmado en mayo de 2019 y aprobado por el Congreso de nuestro país un año después. Quedaba pendiente el tema migratorio, que se gestionó de forma intensa y fue oficializado finalmente ayer. No hay que olvidar que ya la Unión Europa había eliminado desde 2015 la exigencia de visa a nuestros connacionales.

Para nadie resulta un secreto que una gran cantidad de países implementaba a finales del siglo pasado fuertes filtros migratorios a los colombianos, derivados en gran parte de la prevención producida por el flagelo del narcotráfico y largas décadas de conflicto armado interno. Sin embargo, a partir del nuevo milenio la situación comenzó a cambiar de forma gradual y, afortunadamente, irreversible. A hoy, según la Cancillería, de 193 países que integran la ONU, en 94 ya los colombianos pueden entrar sin visa, apenas presentando el pasaporte y otros documentos de menor rango. Es claro que todo ello hubiera sido imposible sin la implementación efectiva del Plan Colombia, los distintos procesos de paz, la firma de tratados de libre comercio, la modernización de nuestros procedimientos migratorios, una coordinación más eficaz con los gobiernos y autoridades de varias latitudes y entes multilaterales, así como la reconocida estabilidad política, económica, social e institucional de nuestro país.

Sin desconocer que todavía hay problemas en muchos flancos, es claro que Colombia ha ganado espacio en las últimas dos décadas en cuanto a flujo de inversión extranjera, atractivo turístico, dinamismo productivo, centro de negocios subcontinental y otros rubros. También debe destacarse que nuestro país es uno de los más amigables y abiertos a la visita de personas de otras nacionalidades. Incluso, ha sido destacado como el más eficiente y solidario con la diáspora venezolana, al punto que alberga a no menos de dos millones de ciudadanos del vecino país que han huido de la crisis producida por la dictadura chavista. Hay, entonces, en la disminución de la exigencia de visado a los colombianos, un amplio rango de reciprocidad y reconocimiento de la importancia geopolítica y estratégica de nuestro país en no pocas materias.

Ahora bien, el que haya avances no esconde que falta mucho camino por recorrer en materia migratoria. Hay alrededor de un centenar de naciones que todavía exigen la visa a los colombianos, sobre todo en África, Asia y Medio Oriente. A ello se suma que Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, esquivó semanas atrás una petición del Gobierno Nacional para desmontar el requisito de visado. En otros casos, varios gobiernos han creado mecanismos particulares y muy complejos que, en la práctica, se convierten en un filtro migratorio difícil de superar. De otro lado, en algunos países la recepción a nuestros connacionales tiende a ser muy complicada, como se deriva, por ejemplo, de las recientes denuncias de maltratos a turistas que viajan a México. La crisis de migrantes ilegales (en su mayoría venezolanos, cubanos y haitianos) en la región del Urabá pone de presente que se necesita trabajar más en materia de control trasnacional a flujos poblacionales irregulares, ya que este es un fenómeno de doble vía.

Visto todo ello, resulta evidente que la decisión del Reino Unido es un aliciente para seguir trabajando con muchos gobiernos en eliminar barreras migratorias y filtros excesivos a la recepción de colombianos. Se va por buen camino, eso es indudable, pero todavía hay una larga tarea pendiente en un frente delicado y estratégico. Esa debe ser una prioridad dentro de la nueva estrategia de relaciones internacionales.