Conflicto y política pendular | El Nuevo Siglo
Lunes, 22 de Julio de 2013

* Sorprendentes coincidencias

* Llamado presidencial por la paz

 

El 20 de julio de 2013, fecha memorable de nuestra historia, se recordará como uno de los momentos más caldeados y dolorosos para las Fuerzas Armadas en lo que va del actual proceso de negociación de paz en La Habana, así como por la fecha que escogió el expresidente Belisario Betancur, para pedir perdón por  su actuación como gobernante. Esa rara coincidencia provoca un sugestivo interés. Su  gobierno estaba por la paz y hacía los mayores esfuerzos por alcanzarla, lo mismo que apoyaba las iniciativas en Centroamérica por llegar a una paz negociada. En ambos casos no se consiguió el anhelado objetivo, pero se abrieron puertas, en especial en El Salvador.

En Colombia las cosas se complicaron por la visión encontrada de la situación política que tenían los jerarcas del Gobierno y los del M-19. Ese grupo subversivo estaba agónico y se esperaba que con la mano tendida que le ofrecía el Gobierno, aceptara los generosos términos para dejar las armas. En la cúpula del M-19 se malinterpretó la política oficial,  dedujeron que  el débil era el Gobierno; por lo que había que aprovechar para dar un golpe de timón audaz y tomarse el poder. Al parecer, confundían a un político bien intencionado  y demócrata insobornable  como Belisario Betancur, que había anunciado que en su gobierno no se derramaría ni una sola gota de sangre colombiana, con Somoza. El dictador, el que un par de años antes, después de la toma del Congreso por los subversivos, por  negociar con ellos y salvar la vida de los legisladores y jerarcas oficiales, se debilitó y al poco tiempo, al perder el respaldo de los Estados Unidos salió en fuga de Nicaragua. Las tropas fieles al Gobierno colombiano respondieron de inmediato el ataque, al recibir  la orden de  rescatar a los magistrados y civiles atrapados en  el Palacio de Justicia, respaldando la democracia. Lo que les valió el respaldo de la sociedad. Y el presidente Betancur se libró de ser juzgado como pretendían los del M-19.

No es improbable que con algunas variantes el malentendido político se repita en la actualidad. En La Habana está negociando, Humberto de la Calle, uno de los hombres más brillantes del Partido Liberal, con una mentalidad, en cuanto al concepto de democracia liberal, similar al de los radicales del siglo XIX. Él cree en la libertad y la bondad natural del hombre, al que la sociedad corrompe, como lo enseña Juan Jacobo Rousseau. Por lo tanto, al hacer la paz, los subversivos podrían aspirar a entrar en la competencia partidista y el pueblo decidir en las urnas, bajo el ala protectora garantista del gobierno de Juan Manuel Santos, la suerte política de las Farc se decidiría en la  remozada UP. Que según la valla del Partido Conservador, que reclama Paz con Justicia, en tal caso serían elegibles aquellos que no hayan cometido delitos de lesa humanidad. Y los de las Farc, que  se han formado en el monte o en el exterior  en la jerga de Marx, Lenin y Stalin, tienen una concepción totalitaria del poder. Por lo tanto consideran que no han estado combatiendo por tantos años, para jugar su suerte en unas elecciones. Ellos están por conservar a como dé lugar la influencia en las zonas en donde, desde el punto de vista estratégico o real, tienen control en la periferia del país. Y por eso reclaman que se les reconozca autonomía y una situación similar a la de las comunidades indígenas y negras en algunos territorios  de la periferia. Se trataría de consolidar unas Repúblicas totalitarias que, como en el caso de la reclamación que hacen en el Catatumbo, para no entrar en detalles, tendrían el dominio de una zona estratégica por su riqueza y tamaño, que colinda con Venezuela, Norte de Santander, Cesar y Magdalena. Como se pretende lo mismo en otros extensos lugares en donde tienen asentamientos o influjo militar. Los de la Farc, con el fracaso del M-19 en la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, no van a intentar algo similar. Ellos están utilizando tácticas propias de la guerra de liberación, tienen años de estar fomentando colonias en varias regiones, por lo que reclaman que se titule la tierra de sus gentes que están allí y les son adictas. El ataque a los militares en Tame y Fortul, como en El Doncello, en Arauca y Caquetá, respectivamente, tiene como objeto mostrar que defienden sus zonas de influencia, con la  pretensión política de forzar un alto el fuego. El argumento sería que ad portas de las  elecciones convendría más esa vía, para que no se extienda como pólvora la violencia de extremo a extremo del país. Y la población perpleja y amedrentada tiende a dejarse sugestionar. Si se cae en esa trampa, como ocurrió  en otras ocasiones, se extenderían sus zonas de influencia y ganaría más  terreno la violencia; con la minería ilegal y la extorsión han multiplicado sus recursos, por lo que buscan adueñarse de la riqueza nacional en esos lugares. Lo que facilitaría aún más la tendencia que empuja al país al despeñadero de la atomización.

En medio de estos episodios sombríos y sangrientos de violencia que le costaron la vida a varios militares, que han tenido menos despliegue noticioso que algunos accidentes de tránsito, el presidente Juan Manuel Santos hizo un llamado a la unidad y la solidaridad en el Congreso: “Yo invito a todos los partidos a unirse a este gran propósito nacional, el más urgente, el más importante, el más necesario de todos”. “No le tengamos miedo a la paz”. “Con las esperanzas de 47 millones de colombianos me  la juego por la paz”. Y, lo más importante, pidió el respaldo de las fuerzas políticas, en el entendido de que lo que estamos viviendo es la mejor oportunidad histórica para alcanzar la paz. Para fortalecer su determinación, en una acción sin antecedentes, defenderá personalmente el marco jurídico para la paz en la Corte Constitucional.