COP-28: mismo cuello de botella | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Noviembre de 2023

* Nueva cita mundial contra cambio climático

* Fondo de Financiación, discusión desgastante

 

 

A escasos días del arranque de la cumbre sobre cambio climático (COP-28), que se realizará en Abu Dabi (Emiratos Árabes) entre el 28 de noviembre y el 12 de diciembre, es claro que el panorama para que de este nuevo cónclave mundial sobre la estrategia contra el calentamiento global salgan acuerdos concretos, vinculantes y audaces no es el más optimista.

De entrada, el mayor pulso se da alrededor de un tema que lleva varios años sin ser resuelto: la financiación del fondo para compensar los daños climáticos, el mismo que, se supone, debe direccionar alrededor de 100 mil millones de dólares anuales para que los países en desarrollo puedan sufragar las políticas de adaptación al calentamiento global, empezando por acelerar la transición energética, pasando por la reconversión productiva y terminando en el aterrizaje de un nuevo modelo de desarrollo sostenible de larga data, más allá de las metas fijadas para el final de la década.

La alimentación de ese fondo ya acumula varias cumbres sin consenso al respecto y en esta ocasión va por el mismo camino, pese a las intensas sesiones ministeriales y preparatorias en los últimos meses. La traba principal se debe a que las potencias económicas, que a la vez son las naciones que más emiten Gases de Efecto Invernadero (GEI), continúan condicionando sus aportes económicos a esta instancia de financiación sin la cual -en lo que con una alta dosis de realismo coinciden todos los expertos- será imposible darle un empujón definitivo al cumplimiento de los mandatos del Acuerdo de París.

Por el contrario, no pocas previsiones sostienen que lo que más se espera de este cónclave en Emiratos Árabes, paradójicamente una potencia en producción de petróleo y gas, es un ejercicio de autocrítica sincero y descarnado que lleve a admitir, de una vez por todas, que los objetivos fijados en 2015 en la capital francesa no se cumplieron. Hay quienes, incluso, plantean reformular esas metas, no para poner unas más exigentes acordes con el nivel de urgencia, sino para morigerarlas en pos de que los gobiernos puedan comprometerse realmente a sacarlas adelante.

Es claro que las decenas de jefes de Estado y expertos que se reunirán en esta COP-28 llegan, todos, conscientes de que el aumento de las temperaturas planetarias no pareciera tener reversa. El 2023, como la mayoría de los años de la última década, va rumbo a marcar récord en la materia. El propio Secretario General de la ONU ya no encuentra adjetivos para advertir la gravedad de la crisis climática y como ya no solo amenaza la supervivencia de las próximas generaciones sino de la actual. Los reportes sobre el cumplimiento de las metas nacionales de reducción de GEI siguen mostrando cifras en rojo, contagiados todavía de la desaceleración de las estrategias sectoriales en medio de la crisis pandémica.

A lo anterior se suma que las crisis geopolíticas, el enfriamiento económico mundial y frentes de guerra abiertos como el de Ucrania (que obligó a morigerar algunos esquemas de migración de combustibles fósiles a energías limpias), están llevando a que el combate al cambio climático haya perdido fuelle.

Constituir el citado fondo no es una tarea sencilla. De un lado, está el reto de pasar de la esfera colaborativa y discrecional a una más vinculante y obligatoria para los aportes económicos de las grandes potencias. En segundo término, la destinación prioritaria de los recursos, a qué tipo de países de alta vulnerabilidad se beneficiará en mayor grado así como el modelo de gobernanza y toma de decisiones generan fuertes pulsos. Hay un texto avanzado en un  80% pero faltan los temas más complicados. Incluso, hay estudios que señalan que esos 100 mil millones de dólares anuales son claramente insuficientes para concretar una verdadera transición energética y adaptación al cambio climático en todo el globo a mediano plazo.

Visto todo lo anterior, queda claro que la posibilidad de que la COP-28 marque un punto de inflexión con respecto al cumplimiento del Acuerdo de París no es muy alta. Salvar el objetivo primario de limitar el calentamiento global a +1,5 °C no solo pasa por encontrar una salida al intrincado debate de dejar atrás los combustibles fósiles, sino el aún más complejo sobre cómo financiar la transición energética. En otras palabras, acelerar los avances en cuanto a la disminución de los GEI de cara al 2030, depende de lo que se decida en Emiratos Árabes a partir de la próxima semana… Aunque también cabe la opción de que, al final, nada pase y el mundo continúe en una travesía climática casi suicida.