Crisis migrante en Urabá | El Nuevo Siglo
Jueves, 13 de Octubre de 2022

* Repensar sistema de ‘paso a cuentagotas’

* Urge respuesta continental de largo aliento

 

La crisis de migración ilegal en el Urabá está registrando uno de sus picos más altos. Los campanazos de la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo y Migración Colombia advierten que habría no menos de 10 mil personas de distintas nacionalidades varadas en Necoclí (Antioquia) o esperando turno para ser llevados vía marítima a Acandí (Chocó). Llegan allí con la esperanza de ganar un cupo en el agotado programa de traslado controlado hacia campamentos de refugiados en la frontera con Panamá o, más grave aún, con la decisión de aventurarse por la selva del tapón del Darién, en donde están expuestos a riesgos como enfermedades tropicales, hambre, perderse en la manigua, ataques de grupos armados ilegales, robos, agresiones sexuales o caer en las garras de redes de trata de personas. Se calcula una circulación diaria de alrededor de tres mil migrantes por estas peligrosas trochas.

Tras las medidas adoptadas a finales de 2021, luego de una cumbre continental de cancilleres y distintas autoridades, se pensaba que el flujo de migrantes, en su mayoría venezolanos, haitianos, cubanos y de otras nacionales que ingresan de forma ilegal por el sur y oriente del país, iba a disminuir. En esa ocasión, los gobiernos de Colombia, Panamá, Ecuador, Estados Unidos y varios centroamericanos acordaron una estrategia para regular el paso de miles de personas, darles asistencia humanitaria y verificar en qué casos era viable que pudieran llegar a territorio norteamericano para ser acogidos bajo mecanismos migratorios excepcionales.

Sin embargo, ese esquema parece que no funcionó como se esperaba. Las cifras de la Defensoría del Pueblo son alarmantes: en lo corrido del año la cantidad de migrantes que han pasado hacia Panamá supera los 150 mil en comparación con los 134 mil de todo 2021. A su turno, los datos del Grupo Interagencial de Flujos Migratorios Mixtos y de Migración Panamá advierten de un crecimiento exponencial del tránsito irregular de migrantes, refugiados y personas con necesidad de protección internacional por la frontera con Colombia. Mientras en enero de 2022 cruzaron 4.415 desarraigados, en agosto lo hicieron 31.055. Lo más grave es que las autoridades temen que en los próximos meses la tendencia siga creciendo.

¿Cómo enfrentar este fenómeno? En primer lugar, urge redoblar la asistencia humanitaria en Necoclí, Acandí, Carepa, Turbo, Apartadó, Capurganá y otras zonas del Urabá en donde están concentrados miles de migrantes ilegales, sobreviviendo en condiciones de hacinamiento y pasando todo tipo de necesidades. Un fenómeno que, además, afecta de forma sustancial a los pobladores de la región debido a la escasez de alimentos, los riesgos sanitarios y la demanda desmesurada de los ya de por sí limitados servicios públicos.

Sin embargo, la solución de fondo debe ser estructural y global. Estamos ante un drama humanitario de primer orden que requiere un plan de choque de alto calado que involucre un esfuerzo coordinado de varias agencias de la ONU, la OEA y de todos los gobiernos latinoamericanos, especialmente de los países de origen, tránsito y destino de la oleada migrante. Es urgente que se delinee una estrategia más eficaz para regular el flujo de estos miles de personas. Ya los campamentos de refugiados en Panamá están al tope de su capacidad y el tránsito por el centro del continente es cada vez más peligroso por el accionar de mafias, pandillas y las medidas migratorias restrictivas de varias naciones.

Por lo visto hasta el momento la idea de dejarlos pasar ‘a cuentagotas’ por Colombia y Centroamérica con destino a Estados Unidos no parece ser la más funcional. De hecho, esa fue una de las principales conclusiones del análisis que de esta situación dramática se hizo la semana pasada en el marco de la asamblea general de la OEA en Lima, en donde estuvo el secretario de Estado de la potencia norteamericana, Antony Blinken, que a su paso por Bogotá también habló sobre este delicado asunto.

Mientras que no se logre un acuerdo trasnacional al respecto, serán las mafias de tráfico de migrantes las que seguirán lucrándose, al tiempo que miles de hombres, mujeres y niños seguirán expuestos a la violencia, el hambre, tratos degradantes e incluso la misma muerte.