Desarrollismo contra socialismo | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Octubre de 2014

La  visceral lucha por el poder que sacude de punta  a punta al gigantesco Brasil, por el duelo entre el socialismo del siglo XXI y el conservatismo desarrollista, que encarnan Aécio Neves y la presidenta Dilma Rousseff, concita  la atención de los geopolíticos del orbe, que están pendientes del futuro de esa potencia. Todo indica que lo mejor del populismo del socialismo del siglo XXI en su aplicación en ese país, en el fondo ha sido la herencia que dejó Cardoso, al crear una serie de entes que han contribuido al alivio de las clases más paupérrimas, lo mismo que a revitalizar la economía en tiempos de Lula. Lo que más ha afectado negativamente la gestión de la señora Rosseff ha sido la cadena de escándalos que han suscitado varios de sus ministros y funcionarios más cercanos, que han defraudado millonarias sumas de dineros públicos. Los cuales cuando el escándalo toma fuerza, es preciso reconocerlo, han sido destituidos. Sin que por eso se consiga que la población marginal olvide que esos dineros de la corrupción habrían podido contribuir a la inversión social y sacarlos del bache angustioso de la miseria.

Otro de los errores estratégicos de la Presidenta ha sido creer que es la dueña de la política social, así se esfuerce en ese campo. En ese terreno Neves le lleva ventaja, en cuanto se ha presentado durante la dura campaña por la Presidencia y por el balotaje, como un curtido político conservador con sensibilidad social que capitanea las fuerzas del cambio. Lo que tiene aún más sentido en un país atípico, en el cual el último emperador se encargó de modernizar las instituciones, retirarse voluntariamente del poder  y legar una democracia estable. Las fuerzas conservadoras en Brasil entienden el cambio como palanca esencial en el arte de gobernar. Neves es un insobornable nacionalista y ha sido promotor de reformas educativas que propenden a elevar el nivel de vida de la población y es un convencido de impulsar y hacer más competitiva la industria nacional. La confianza de Neves en su pueblo es contagiosa y avizora que desde el poder va a impulsar el desarrollo de forma inteligente y apasionada, como se hacen siempre las grandes empresas.

Lula, se la juega en el apoyo a la Presidenta, sin que su presencia en la campaña consiga despertar el entusiasmo de otros años, los escándalos financieros y la fatiga del electorado determinan un cierto estancamiento de la izquierda, que a ocho días de las elecciones parece  mortal para la reelección.