Diplomacia & comercio | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Julio de 2012

* Los retos frente a E.U. y China

** Nuevos énfasis, nuevos criterios

 

Aunque es una mera coincidencia que el Gobierno haya anunciado al mismo tiempo a los nuevos titulares de las embajadas de Colombia en Estados Unidos y China, lo cierto es que nunca como hoy es tan estratégico profundizar las relaciones con esas dos potencias mundiales.

Si bien es cierto que desde hace varios años se viene hablando de la necesidad de aplicarle una reingeniería a la interacción entre nuestro país y la Casa Blanca, que aterrice en mejor forma la ya un poco desgastada frase de “los mejores aliados”, ese propósito nunca se materializó porque el último quinquenio siempre estuvo girando alrededor de tres temas básicos: Plan Colombia, lucha antidrogas y el perfeccionamiento del Tratado de Libre Comercio (TLC). Surtido ya, desde mediados de mayo, este último aspecto, así como definido también que el aporte económico de E.U. al Plan Colombia está sufriendo un marchitamiento lento pero progresivo por parte de la Casa Blanca y el Congreso norteamericano, que consideran más urgente apoyar el combate al creciente narcotráfico en México y Centroamérica, es necesario repensar cuáles deben ser los nuevos énfasis en la relación de la Casa de Nariño con Estados Unidos.

Como lo hemos advertido en estas páginas, no se trata de hacer un borrón y cuenta nueva, pues el narcotráfico continúa siendo el mayor enemigo de ambos países. En este campo, por ejemplo, es necesario plantear una discusión más franca sobre la eficacia que la extradición está teniendo en esta lucha, pues resulta desalentador para las autoridades colombianas que se invierta tanto recurso humano, económico y técnico para capturar a los cabecillas de los carteles, y éstos, una vez enviados a E.U., reciban allí penas muy bajas por cuenta de entrega de bienes y delación de cómplices y rutas. Los recientes acuerdos logrados por el Fiscal General de nuestro país en Washington sobre mejores mecanismos de colaboración judicial e incluso de repartición de los dineros incautados o entregados por los extraditados, son un buen comienzo, pero hay muchos pendientes. También debe acelerarse lo relativo al acceso a las declaraciones de los líderes paramilitares presos en cárceles estadounidenses. Y como si fuera poco, es claro que la Casa Blanca y la Casa de Nariño deben tratar de acompasar sus posturas frente a un debate cada vez más inesquivable como el de la legalización de las drogas.

En el campo económico los temas de integración energética y la revisión del arranque del TLC se imponen como los prioritarios, en tanto que en materia política la cuestión es más compleja, pues asuntos referidos a la reforma migratoria, derechos humanos o la geopolítica continental dependen de quién sea el próximo inquilino de la Casa Blanca, dado que en noviembre hay elecciones presidenciales y hasta el momento Obama y Romney van cabeza a cabeza en los sondeos.

Con China la cuestión es más compleja aún, dado que la relación política y comercial con el gigante asiático no ha sido históricamente la más profusa. Sin embargo, ahora es necesario dinamizarla al máximo, puesto que China es ahora el segundo socio comercial (con un intercambio que llega a los 8 mil millones de dólares anuales)de nuestro país, por encima de Venezuela y Europa. En la reciente visita presidencial a Beijing se abrió la posibilidad, incluso, de negociar un TLC. Ello es fundamental en toda la estrategia de apertura hacia los mercados de la cuenca del Pacífico, uno de los principales objetivos del gobierno de turno. Además, empresarios y capitales chinos hacen cada vez una mayor presencia en Colombia sobre todo en obras de infraestructura y proyectos de largo aliento.

Es obvio, entonces, que los nuevos titulares de las embajadas en Estados Unidos y China asumen retos muy ambiciosos y que deben combinar en sus respectivas misiones aspectos políticos, económicos e institucionales absolutamente claves. Lo importante es que su labor se engrane dentro de una estrategia de diplomacia comercial propia de un mundo cada vez más globalizado y de un país que tiene ya funcionando o en vías de negociación muchos acuerdos para apertura de mercados a lo largo y ancho del planeta.