Dos años de la pandemia | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Marzo de 2022

* Del alto costo en vidas al hito científico en vacunas   

* La “normalidad” anterior al 2020 no volverá

 

 

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud alertó que la enfermedad por el coronavirus covid-19 podría calificarse de pandemia.

Dos años después el balance de los daños, dolor y sufrimiento ocasionados en todo el planeta es aterrador: más de seis millones de muertes, 452 millones de personas infectadas, crisis económicas y hospitalarias, quiebra de negocios, aumento dramático de las desigualdades y la inequidad en todos los continentes.

La emergencia se ha desarrollado en dos etapas: antes y después de las vacunas. Durante el primer año, las autoridades sanitarias y los gobiernos recibieron intempestivamente la responsabilidad de entender y enfrentar un fenómeno agresivo e implacable, que en muchos aspectos era una incógnita para la propia ciencia. Fueron los tiempos en los que países como Italia, España, y después Estados Unidos, se vieron abrumados por la proliferación de personas infectadas y enfermas pero, sobre todo, por una incidencia pavorosa de muertes. Dicha estela trágica luego se extendería a muchos otros lugares de la Tierra. Tiempos de grandes sacrificios para la población por los confinamientos y las restricciones, y en especial para los profesionales de la salud, que en muchas latitudes tuvieron que asumir con heroísmo, a veces con mínimos recursos, la atención de la crisis pandémica.

Con base en investigaciones anteriores, en especial de los coronavirus que provocan el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS), la ciencia pudo construir rápidamente marcos de respuesta, y sobre todo desarrolló la capacidad de producir vacunas eficaces para enfrentar el covid-19. Este esfuerzo inédito se constituyó en la mayor manifestación del poder científico en el siglo XXI.

Hasta 2021 el desarrollo más rápido de una vacuna en la historia había sido la de las paperas, realizado por Maurice Hilleman en cuatro años, entre 1963 y 1967. Los primeros biológicos contra el covid-19 se lograron en apenas 18 meses, un enorme logro que cambió la historia y brindó protección a millones de personas. En todo el planeta ya se han aplicado 10.664 millones de dosis. Nuestro país ha administrado más de 78 millones y tiene a 34 millones de colombianos con esquema de inmunización completo.

Pese a todo ello, el mundo no se repone aún de los estragos: crisis económica, colapso de sistemas de transporte y de la cadena de suministros, cierre prolongado de entidades, planteles educativos, etcétera. Pero gracias a las vacunas y a que ya existen sistemas sofisticados de información y protocolos de respuesta, los casos y las muertes disminuyen de manera importante y se comienzan a levantar las restricciones en todo el planeta.

Pero no hay que confiarse. Prueba de ello son dos advertencias de la Organización Mundial de la Salud. La primera es que, pese a los avances en vacunación y tratamientos, la pandemia está lejos de terminar, pues la amenaza de nuevas variantes y brotes sigue activa. Esta misma semana, zonas de Asia y el Pacífico experimentan aumentos inusitados de contagios y de muertes, por lo cual se aconseja que gobiernos y habitantes no bajen la guardia ni abandonen apresuradamente los protocolos de bioseguridad. El mundo y la “normalidad” anteriores a 2020 dejaron de existir y quizás no vuelvan, porque hay consenso entre los científicos en que habrá nuevas olas de covid-19 y otras pandemias.

La segunda advertencia: si bien esta crisis global contribuyó a fortalecer y desarrollar los sistemas de salud de muchos países y aportó experiencias y conocimientos muy útiles, afectó con mayor crueldad a los sectores más pobres de la población, que enfrentaron los mayores peligros de exposición y tienen las tasas de vacunación más bajas. El covid-19 subraya la obligación para muchos países de remediar brechas e inequidades en salud, educación, vivienda y servicios públicos con miras a reducir futuros brotes de la enfermedad y prevenir otras pandemias.

Capítulo especial en cuanto a inequidad es la dura lección en el manejo y distribución de las vacunas. Los laboratorios farmacéuticos impusieron su ley y hasta ahora se han negado a levantar las patentes. Producen 1,5 mil millones de dosis mensualmente pero todavía hay una parte sustancial de personas en todo el planeta que no ha recibido la primera dosis. La OMS persiste en la meta de vacunar al 70% de la población mundial para junio de este año, pero eso exige el trabajo conjunto de los gobiernos y los laboratorios para abrir más centros de producción de pruebas, vacunas y tratamientos. Es inaceptable que sigan muriendo millones de personas por falta de acceso a estos recursos y que se privilegien utilidades sobre vidas. Compartir licencias y flexibilizar las regulaciones de propiedad intelectual nunca habían sido un asunto tan de vida o de muerte como en esta época.